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La mejor manera de reaccionar ante un semáforo en ámbar y evitar una multa

La polémica del semáforo ámbar resulta tan evidente como el propio color intermedio de las señales luminosas que dotan los semáforos. Un paso de tres, el segundo y en muchas ocasiones el más complicado y controvertido, sobre todo si se produce un imprevisto en forma de accidente. Nada queda al azar cuando el semáforo, se ilumina en rojo o verde. O paras o pasas. La reacción del conductor ante la luz ámbar ha dado lugar a accidentes, abusos, excesos e incluso grotescas situaciones, que han alimentado juzgados, despachos y barras de bar desde que se implantó.

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Una ciudad, un cruce y un semáforo

primer semáforo eléctrico en españa

En Madrid, en el cruce de la calle Alcalá y Conde de Peñalver (actual Gran Vía), se instaló el primer semáforo español. Ya con el color ámbar incorporado, regulaba uno los puntos más conflictivos de las calles de la capital. Quizás, la presencia allí de concesionarios de los grandes fabricantes de coches de la época (Renault, Fiat, Citroen) no fuera tan casual. Corrían los dorados años veinte del siglo pasado.

Ciento cincuenta años después, el semáforo sigue regulando el tráfico de todo el mundo y su uso es universalmente conocido, asegurando que la circulación sea más fluida, cómoda y segura, tanto para conductores como para peatones. Pero como en todos los campos, las nuevas tecnologías han llegado también al semáforo. De hecho, ya se están realizando, merced a la 5ª generación de telefonía móvil, pruebas de comunicación entre el indestructible semáforo y los vehículos en circulación.