Las empresas alemanas podrán beneficiarse de una deducción fiscal de hasta el 40% del valor de cada coche eléctrico adquirido. Esta medida forma parte de un amplio paquete de incentivos diseñado por el Gobierno alemán, una reducción de impuestos para revitalizar el mercado automovilístico, afectado por la crisis económica y la creciente competencia internacional. Es la manera de impulsar el sector, para dar respuesta a la caída de las ventas en el país así como un intento, también, de evitar el cierre de factorías que cada vez parece más cercano.
El Gobierno de Alemania, liderado por Olaf Scholz ha decidido una deducción para las empresas a partir de 2024, que les permitirá deducirse hasta un 40% del valor de los vehículos eléctricos en su declaración de impuestos durante el año de compra. Este porcentaje se reducirá progresivamente hasta alcanzar un 6% para finales de la década.
Según los cálculos del Gobierno, la puesta en marcha de estas medidas se traducirá en una reducción de impuestos que beneficiará al sector en un total de 465 millones de euros anuales entre 2024 y 2028. El ministro de economía, Robert Habeck, ha subrayado que este conjunto de medidas pretende «apoyar a la industria alemana y hacer más atractivo el mercado de la movilidad eléctrica», destacando así la importancia de la sostenibilidad en la agenda económica del país.
Desplome del mercado alemán
A pesar de estos esfuerzos, el mercado de coches eléctricos en Alemania ha sufrido un descalabro. En el último mes, las ventas se han desplomado un 69%, con solo 1.615 unidades vendidas, según datos de la Oficina Federal de Vehículos Motorizados. Además, en comparación con el año anterior, el total de matriculaciones en el mercado alemán ha caído un 27,8% respecto a las cifras de 2023.
Entre enero y agosto de 2023, los coches eléctricos representaron apenas el 18,6% de todas las nuevas matriculaciones, una cifra preocupante considerando la necesidad de una transición rápida hacia vehículos más sostenibles. Hasta la fecha, Alemania ha vendido casi 590.000 coches nuevos menos que en el mismo periodo de 2019, es decir, antes de la pandemia, lo que refleja una notable falta de demanda en el sector automotriz.
Estas cifras pueden generar pronto otras consecuencias de las que ya se está hablando. El grupo Volkswagen, el mayor fabricante automóvil del país, ha reconocido la insuficiente cifra de ventas y en una reunión reciente, el director financiero Arno Antlitz admitió que la empresa enfrenta una pérdida equivalente a la producción de dos de sus fábricas, es decir, alrededor de 500.000 vehículos. Este vacío en la demanda ha llevado a la compañía a buscar soluciones para adaptarse a esta nueva realidad del mercado.
Y eso puede suponer cierre de factorías en el país. Aunque el gobierno alemán ha manifestado su intención de mantener todas las sedes de producción de Volkswagen, la compañía se plantea medidas de este tipo como parte de sus planes de reducción de costes ante la caída de las ventas. Estas decisiones son vitales no solo para la estabilidad de la empresa, sino también para asegurar las cadenas de suministro automovilísticas en Europa, que se encuentran bajo presión debido a la intensa competencia con marcas chinas y a las tensiones comerciales con Pekín.
De momento el Gobierno alemán empieza a tomar medidas para tratar de revertir la situación y encauzar de nuevo el importantísimo sector del automóvil en Alemania, el primer productor de Europa y una de las grandes potencias industriales del mundo. El reto de la electrificación sigue generando situaciones de tensión; y más ante la llegada de nuevos actores al competitivo mercado europeo como son las marcas chinas y su incesante desembarco.