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Olvida el motor de hidrógeno: El futuro es este otro  propulsor 700 veces más potente

Más allá de los motores de combustión tradicionales, la necesidad urgente de abordar la creciente contaminación impulsa la búsqueda de soluciones. Los vehículos eléctricos y el hidrógeno han surgido como opciones prometedoras, pero ambos dependen de fuentes de energía secundarias para su producción o recarga, lo que plantea desafíos adicionales en términos de eficiencia y almacenamiento.

Los motores eléctricos han emergido como una fuerza transformadora, ofreciendo una alternativa limpia y eficiente a los motores de combustión interna. Esta tecnología ha ganado impulso significativo en los últimos años, respaldada por avances en baterías, infraestructura de carga y conciencia ambiental. Su funcionamiento silencioso, su bajo mantenimiento y, lo más importante, su falta de emisiones directas durante la operación los hacen altamente atractivos tanto para consumidores como para gobiernos que buscan reducir la contaminación atmosférica y combatir el cambio climático.

Pero en la búsqueda de alternativas energéticas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, la atención se ha centrado cada vez más en el hidrógeno como un posible sustituto del combustible tradicional en la propulsión de motores. Esta transición hacia el hidrógeno promete no solo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también diversificar la matriz energética, disminuyendo la dependencia de los combustibles fósiles.

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Otra ventana abierta para sustituir los motores de gasolina y diésel

motor de nitrogeno liquido Motor16

No obstante, en esta incansable búsqueda de nuevas fuentes de energía, el mundo contempla una fascinante posibilidad: el resurgimiento del motor de nitrógeno líquido, una tecnología que podría superar al hidrógeno en términos de potencia y eficiencia. Los estudios revelan que este innovador motor es hasta 700 veces más potente que su contraparte de hidrógeno, operando a temperaturas extremadamente bajas de -200ºC. Este potencial ha generado un renovado interés en una alternativa que, si bien no es nueva, ha sido eclipsada por décadas.

En este contexto, el nitrógeno líquido emerge como una alternativa atractiva. Su producción es notablemente sencilla y económica, simplemente requiriendo el enfriamiento del aire a temperaturas extremadamente bajas. Este proceso, ya familiar en la industria, separa el oxígeno del resto de los gases, almacenándolo en depósitos aislados para minimizar las pérdidas por evaporación.