En la vida, las cosas normalmente deben estar bien engrasadas para que todo funcione. Es el secreto detrás de una buena maquinaria… también en el motor de tu coche. El aceite es una parte fundamental para el correcto funcionamiento del motor porque su misión es lubricar las distintas partes del mismo, buscando que no se rocen ni se produzcan daños en estas piezas.
Se lubrican, por ejemplo, las paredes de los cilindros cuando el pistón realiza los movimientos de compresión y expansión, una lubricación que debe ser renovada cada cierto tiempo. Ahora bien, ¿y si no lo cambiáramos nunca? Seguramente lo has pensado en alguna ocasión… pero no te has atrevido a probarlo. Es normal, y menos que te atreverás después de leer esto.
5Desgaste prematuro de las piezas del motor
Es fácilmente deducible este punto porque todos sabemos que la función más obvia y conocida del aceite es la de lubricar las piezas del motor y reducir de esta manera la fricción entre los diferentes elementos metálicos. El contacto metal-metal provoca desgaste prematuro sin una película protectora que facilite el movimiento de las partes.
No olvides, además, que el combustible que se quema dentro del motor genera dióxido de carbono y agua. Una parte del agua llega al interior del cárter, aunque la mayor cantidad se libere, así que hay un elemento corrosivo dentro del motor, por eso el lubricante impide que el agua llegue directamente al metal. Para que el aceite pueda cumplir con todas sus funciones es necesario que se encuentre en el mejor estado posible y mantenga todas sus propiedades.
