Reducir las emisiones del transporte es un mandato de Europa, que en 2035 dejará de comercializar vehículos propulsados por combustibles tradicionales como el diésel o la gasolina y también los híbridos no enchufables. Pero para lograr ese ambicioso objetivo los países deben estar preparados para la movilidad eléctrica, algo en lo que España, de momento, suspende.
El acceso a la compra y las dudas sobre la recarga de los vehículos eléctricos son los grandes escollos que desmotivan a los consumidores y que frenan el cumplimiento de los compromisos marcados por Europa en materia de descarbonización. Esto hace que España haya cerrado 2022 en el «vagón de cola» europeo en materia de movilidad eléctrica. Así de contundente se muestra la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) en su último Barómetro de Electromovilidad, un indicador que mide la penetración del vehículo eléctrico y de la infraestructura de recarga en nuestro país.
4Cargadores de poca potencia
Por otra parte, el Barómetro también destaca que, del total de nuevos puntos de recarga instalados durante 2022, el 55% corresponden todavía a potencias de 22kW o menos, es decir 2.582 puntos de recarga. Además, solo el 1,4% de la infraestructura de recarga de acceso público permite la carga a 250 kW o más, lo que lograría tiempos de recarga de menos de 15 minutos.
Desde Anfac recuerdan que «para tener una infraestructura de recarga con suficiente calidad es necesario contar con un tejido de puntos de recarga de acceso público con potencias superiores a 150kW que sea capaz de abastecer y facilitar el despliegue de vehículo electrificados. De igual modo, este tipo de infraestructuras será necesario para la movilidad eléctrica asociada a los vehículos pesados que parten de potencias de carga de 150 kW ya en la actualidad y requerirán potencias muy superiores en el medio-largo plazo».