En el mundo de la automoción, la seguridad es una prioridad incuestionable. En este contexto, los neumáticos juegan un papel fundamental, conformando junto a los frenos y las suspensiones lo que se conoce como el «triángulo de la seguridad». Este término se refiere a los componentes esenciales que pueden prevenir accidentes de tráfico y, en consecuencia, salvar vidas o evitar lesiones graves.
Los neumáticos son el único punto de contacto entre el vehículo y la carretera. Por ello, es imperativo que se mantengan en perfecto estado. Para asegurar su buen funcionamiento, es necesario verificar periódicamente tanto la presión como el estado visual. No se debe dudar en reemplazarlos si su condición pone en riesgo la seguridad. Ignorar este mantenimiento puede tener consecuencias desastrosas.
3El momento del cambio
Los neumáticos deben reemplazarse cuando la banda de rodadura se asemeje a un «slick» de competición o presenten signos de deterioro. Incluso si parecen estar en buen estado, también deben cambiarse si tienen muchos años de uso. En resumen, se deben reemplazar cuando la profundidad de las ranuras de la banda de rodadura sea inferior a 1,6 mm. No obstante, es prudente considerar el cambio cuando la profundidad es de 3 o 4 mm.
Para comprobar la profundidad, se pueden usar testigos de desgaste en la banda de rodadura, medidores especializados o una moneda de euro. Si al introducirla en las ranuras queda al descubierto el borde dorado, es momento de cambiar los neumáticos. Además, signos de cortes, grietas, deformaciones o desgastes irregulares son indicadores de que los neumáticos no están en buen estado.
Otro factor a considerar es la exposición prolongada del vehículo a la intemperie, lo que puede cristalizar la goma. La Organización Técnica Europea de Neumáticos y Llantas recomienda reemplazarlos a los 10 años de antigüedad, aunque visualmente parezcan estar bien.