¿Podemos ponernos al volante si hemos tomado algún medicamento? La respuesta es sí, pero con matices. El consumo de fármacos nos permite combatir ciertas dolencias y enfermedades y no debe considerarse un problema para la seguridad vial, siempre que se realice de forma responsable y bajo prescripción médica. Pero hay determinados medicamentos que tienen efectos secundarios capaces de alterar nuestras condiciones psicofísicas y que pueden afectar a nuestras capacidades de conducción. Un problema preocupante, ya que el 17% de los conductores en España declara estar bajo algún tratamiento farmacológico.
En concreto, según los datos del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, unos 6.156 medicamentos disponibles en nuestro país pueden generar interacciones que influyen sobre nuestra capacidad de conducción. Estamos hablando de que uno de cada tres medicamentos comercializados -el 33,9%- puede interferir cuando nos sentamos al volante, poniendo en riesgo nuestra seguridad o la de terceros al provocar efectos como somnolencia, dificultad de concentración, visión doble o borrosa, alteración de la percepción de las distancias, sensación de vértigo, disminución de reflejos, falta de coordinación, mareos, etc.
Los fármacos que afectan a la conducción segura están identificados desde 2007 con un pictograma en sus envases, que avisa de sus efectos. Por ello, se recomienda leer con atención el prospecto, que nos indicará si el medicamento concreto disminuye nuestras capacidades al volante, y consultar a un profesional antes de iniciar cualquier tratamiento, ya que muchos conductores utilizan medicamentos que no precisan receta y desconocen los efectos que pueden tener. También conviene recordar que no siempre el efecto será negativo ya que, en determinadas ocasiones, el fármaco ayudará a controlar la patología que padece el conductor y mejorará su capacidad al volante. Además, un mismo medicamento puede no afectar de idéntica forma a una un otra persona.
1Qué tipo de fármacos afectan a la conducción
Entre los medicamentos que pueden disminuir la capacidad para conducir destacan, según el ‘Documento de consenso sobre medicamentos y conducción en España’, los que se utilizan para tratar los trastornos del sueño (hipnóticos), la ansiedad, (ansiolíticos), la psicosis (antipsicóticos), la depresión (antidepresivos), la epilepsia (antiepilépticos), el párkinson (antiparkinsonianos), el dolor (analgésicos), las migrañas (antimigrañosos), los anestésicos, lo que tratan demencias, alergias, gripe y catarro o las afecciones oculares.
Existen cuatro categorías de fármacos en función de su efecto sobre la conducción: Categoría 0 (sin efecto sobre la capacidad de conducción), Categoría I (influencia leve), Categoría II (influencia moderada) y Categoría III (influencia muy marcada). En este documento se recomienda a los profesionales sanitarios informar siempre que se prescriban o dispensen medicamentos con el pictograma de la conducción y, en particular, aquellos que tienen mayor influencia, como son los de categorías 2 y 3.