Estamos viviendo una ola de calor con temperaturas que están superando holgadamente los 40 grados centígrados en muchas zonas de la Península. A ellos se le une que estamos en los meses en los que se realizan más desplazamientos de larga distancia.
Según avisa el RACE (Real Automóvil Club de España), las temperaturas altas y el calor extremo de más de 40°C, que se ha visto en algunas ciudades españolas este verano, pueden afectar negativamente al motor de combustión de los coches.
Para que funcione un motor de combustión se necesita una mezcla entre carburante (gasolina o diésel) y aire que produce una explosión que mueve los pistones ubicados dentro de los cilindros. Esta fuerza de empuje se transmite a través del cigüeñal hasta las ruedas y así un vehículo puede desplazarse.
El problema con el calor de más de 25 °C o 30 °C es que el rendimiento del motor se ve afectado, ya que a medida que asciende cada grado de temperatura externa, el aire que se mete en el motor tiene cada vez menos oxígeno.
Esto finalmente provoca que la mezcla dentro del cilindro con la gasolina no sea idónea, según explica el miembro del Área de Reparación e Innovación Mecánica del RACE, Rafael Soriano Rojas.
3El calor extremo hace mella a los frenos y los neumáticos
Independientemente de cómo el calor extremo afecta a los motores de combustión o eléctricos, el Real Automóvil Club de España señala que las altas temperaturas también influyen negativamente en otras partes del vehículo, como los frenos o los neumáticos, que puede sufrir un mayor desgaste.
Finalmente, advierte de que conducir con calor puede suponer un riesgo para la seguridad vial, ya que puede provocar deshidratación al conductor, lo que afecta en sus reflejos y reacciones.
En este sentido, recomienda mantener el aire acondicionado entre 21°C y 23°C, beber agua constantemente y hacer pausas cada dos horas y en trayectos de más de 200 kilómetros.