La recomendación de reducir la velocidad genérica para circular en autovías no solo sería una medida eficaz para rebajar las emisiones contaminantes, tal como plantea el Gobierno, también lo es en el ámbito de la siniestralidad viaria. De hecho, la DGT acaba de hacer balance de la implantación –hace ahora un año– de la reducción de la velocidad a 30 km/h en ciudad en calles de un único carril y la conclusión es categórica: se han salvado vidas.
Según los datos de la DGT, en los ocho meses transcurridos en 2021 desde que se implantó la medida de reducción de velocidad, la siniestralidad vial en las ciudades ha descendido un 14 %, lo que supone 38 fallecidos menos.
Aunque las distracciones son la primera causa de muerte por accidentes de tráfico (están presentes en aproximadamente el 30% de los siniestros graves), la DGT tiene claro que la velocidad excesiva o inadecuada es uno de los factores de riesgo que más influyen en la accidentalidad y está presente en uno de cada cinco accidentes de tráfico con víctimas.
3Reducir velocidad para bajar accidentes
La velocidad excesiva o inadecuada es uno de los principales factores de riesgo en carretera y está detrás de un alto porcentaje de los accidentes. De hecho, en el año 2019 estuvo presente en el 23% de los siniestros mortales, lo que supone que más de 300 personas fallecieron en accidentes en los que la velocidad fue uno de los factores determinantes.
Los daños sufridos en un accidente están directamente relacionados con la energía cinética (en resumen, la velocidad) a la que se mueve el vehículo. La probabilidad de morir o sufrir lesiones graves permanentes es mucho mayor si circulamos a velocidad excesiva. Si comparamos la velocidad con el impacto sufrido al caer desde un edificio, un choque a 50 km/h equivale a caer desde un tercer piso, a 120 km/h sería como caer desde el piso 14 y a 180 km/h, como impactar desde el piso 36.
Entre los efectos de circular a una velocidad excesiva se encuentra el hecho de que esta aumenta el tiempo de reacción hasta que el conductor detecta el peligro y también la distancia de frenado. A esto se añade que la velocidad afecta al proceso de percepción visual del conductor y provoca el llamado efecto túnel, reduciendo la visión periférica y, con ello, la posibilidad de evaluar correctamente los riesgos.