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Los dos países europeos que no quieren ver coches chinos low cost por sus carreteras

La irrupción de los coches eléctricos chinos ha generado un verdadero terremoto en la industria automotriz de los países europeos. La industria china ha sabido aprovechar el parón productivo que la pandemia de la Covid-19 provocó en Europa, y junto con firmas asiáticas como Toyota, ha logrado ganar en pocos años una cuota de mercado que previamente le había sido esquiva durante décadas.

Los ambiciosos planes de electrificación de Europa, impulsados desde Bruselas, han creado un escenario propicio para la rápida expansión de los coches eléctricos de bajo coste. Sin embargo, esta situación ha planteado un desafío inesperado para los fabricantes de automóviles europeos.

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Dos países europeos toman medidas: el caso de Francia

Por su parte, Francia ha tomado una medida aún más directa al eliminar por completo las ayudas a la compra de coches eléctricos. Esto se debe a que el país galo está a la espera de una nueva evaluación de la huella de carbono de los coches eléctricos en todo su ciclo de vida, incluyendo la producción en fábrica.

En base a diversas variables, se establecerán criterios que serán publicados en diciembre y que considerarán la contaminación generada durante la producción y el uso de energía. Esta medida excluye automáticamente a los coches chinos, que no cumplen con los estándares requeridos. En el caso de Francia, las subvenciones para la compra de coches eléctricos variarán entre 2.000 y 6.000 euros.