El Papa Francisco fue dado de alta esta semana tras permanecer cinco semanas internado por motivos de salud en un hospital de Roma. Su regreso al Vaticano no solo generó alivio entre los fieles, sino que también dejó una imagen que captó la atención del mundo: el Pontífice, fiel a su estilo sencillo, viajaba en el asiento del acompañante de un modesto Fiat blanco.
Mientras que a su alrededor lo escoltaban poderosas motos BMW y un imponente Alfa Romeo Stelvio conducido por miembros de las fuerzas de seguridad italianas. La escena, cargada de simbolismo, refleja con claridad la dualidad que acompaña la figura del Papa argentino: un líder espiritual que prefiere la humildad y la cercanía al lujo y la ostentación, pero que, al mismo tiempo, está rodeado por estrictos protocolos de seguridad.
Así escoltaban al Papa Francisco
Las motos BMW, habituales en las flotas de policía de numerosos países europeos, son reconocidas por su fiabilidad, maniobrabilidad y capacidad de respuesta ante situaciones imprevistas en carretera. Modelos como la BMW R 1250 RT son especialmente populares entre los cuerpos de seguridad gracias a su potencia, estabilidad y equipamiento tecnológico, lo que las convierte en herramientas ideales para escoltar a dignatarios y garantizar la fluidez del tráfico en desplazamientos oficiales.
Por otro lado, el Alfa Romeo Stelvio, un SUV de diseño elegante y corazón deportivo, ha ganado terreno en los últimos años como vehículo de escolta en Italia. Su nombre hace referencia a uno de los pasos de montaña más famosos de Europa, y su desempeño en carretera está a la altura del desafío. Con tracción integral, suspensión adaptativa y un motor de alto rendimiento, el Stelvio combina potencia y seguridad, elementos clave para misiones de protección como la que se organizó para el Papa Francisco.
El gesto del Papa Francisco al ir en un humilde coche
Mientras los escoltas velaban por su seguridad desde máquinas de última generación, el Papa Francisco volvió a dejar un mensaje con su elección de transporte. El modesto Fiat blanco en el que viajaba —similar al que ha utilizado en otras ocasiones— contrasta fuertemente con los autos blindados o limusinas que han sido habituales entre sus predecesores o jefes de Estado. Es un gesto coherente con su visión pastoral, centrada en la austeridad y la sencillez, alejada de los símbolos de poder terrenal.
La escena, que rápidamente se volvió viral, fue interpretada por muchos como un recordatorio del estilo cercano y humilde del máximo representante de Dios en la tierra. Aunque protegido por la logística necesaria que requiere su figura, él continúa optando por dar testimonio desde los pequeños gestos. Así, su regreso al Vaticano no solo marcó el final de una etapa de recuperación, sino también la reafirmación de un mensaje que ha intentado transmitir desde el inicio de su pontificado: el poder está al servicio, y no al revés.