En la carretera de Sant Antoni, en Ibiza, un radar muy especial lleva cuatro meses advirtiendo a los conductores de algo que debería ser evidente: respetar el límite de velocidad. No se trata de un sofisticado dispositivo instalado por la DGT ni de una cámara de tráfico oculta entre arbustos. Este “radar” es, en realidad, un hombre.
Luis García, vecino de la zona, ha asumido por cuenta propia la tarea de frenar la imprudencia al volante con algo tan sencillo como señales hechas a mano y una gran dosis de compromiso ciudadano. Desde hace varios meses, se coloca a diario en la cuneta de la carretera, armado con carteles que él mismo ha elaborado.
El video del radar humano que hay en Ibiza
En ellos, recuerda a los conductores que circulan por esta vía que el límite es de 60 km/h, aunque muchos parecen olvidarlo. Su labor, que comenzó casi como un acto de impotencia frente al peligro que vivía en su propia puerta, se ha convertido en un fenómeno local. Algunos lo miran con simpatía, otros con escepticismo, pero lo cierto es que su presencia no pasa desapercibida.
Y aunque su cruzada parecía, hasta hace poco, una batalla en solitario —incluso quijotesca, como él mismo admite—, el tiempo le ha dado la razón. Un grave accidente ocurrido recientemente en el mismo tramo donde Luis lleva meses apostado ha confirmado sus temores. “No quería que pasara, pero sabía que podía pasar”, afirma con pesar. Ese suceso ha reavivado la preocupación por el exceso de velocidad en la zona y ha dado visibilidad al esfuerzo anónimo de este vecino.
Luis García, el Quijote de nuestros tiempos
Cervantes escribió que “al bien hacer jamás le falta premio”, y en el caso de Luis García, ese premio sería saber que sus advertencias pueden salvar vidas. No busca reconocimiento ni pretende sustituir a las autoridades. Solo quiere que los conductores comprendan que, aunque la carretera parezca segura, un descuido o un exceso de velocidad puede acabar en tragedia. “No soy un policía, solo un vecino harto de ver pasar coches a 100 por hora frente a su casa”, explica.
El caso ha empezado a llamar la atención de otros residentes de Ibiza, que ahora se preguntan si no deberían actuar también ellos ante situaciones similares. ¿Cuántas veces hemos sido testigos de comportamientos peligrosos al volante sin hacer nada al respecto? Luis, con su “radar humano”, ha demostrado que a veces basta con implicarse para marcar una diferencia, por pequeña que parezca.