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Bugatti Chiron: El dolor de perder las llaves

El Bugatti Chiron es el sueño de todo amante de la velocidad y el lujo. Un hiperdeportivo que combina una potencia de 1.500 CV con un diseño elegante y exclusivo. Un coche que puede alcanzar los 420 km/h y que solo se fabrica en ediciones limitadas. Un coche que solo está al alcance de unos pocos privilegiados que pueden permitirse pagar más de 2,5 millones de euros por él.

Pero poseer un Bugatti Chiron no es solo una cuestión de dinero. Es también una cuestión de responsabilidad, de compromiso, de sacrificio. Porque tener un Bugatti Chiron implica asumir unos costes de mantenimiento que harían temblar a cualquier mortal. Unos costes que no se limitan al precio de compra, sino que se extienden a lo largo de toda la vida útil del vehículo.

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Nadie necesita un Bugatti Chiron

Porque, seamos sinceros, ¿Quién necesita un coche que puede ir a 420 km/h, cuando el límite de velocidad en la mayoría de las carreteras es de 120 km/h? ¿Quién necesita un coche que tiene un motor de 16 cilindros y cuatro turbos, cuando el consumo medio es de 22,5 litros a los 100 km? ¿Quién necesita un coche que tiene un diseño tan exclusivo que solo se fabrican 500 unidades en todo el mundo?

La respuesta es clara: nadie. Nadie necesita un Bugatti Chiron. Nadie, excepto aquellos que quieren presumir de tener el coche más caro, más potente, más rápido y más lujoso del mundo. Aquellos que quieren sentirse especiales, únicos, superiores. Aquellos que quieren demostrar que tienen una economía muy saneada y que pueden permitirse gastar millones de euros en un capricho.