El Bugatti Chiron es el sueño de todo amante de la velocidad y el lujo. Un hiperdeportivo que combina una potencia de 1.500 CV con un diseño elegante y exclusivo. Un coche que puede alcanzar los 420 km/h y que solo se fabrica en ediciones limitadas. Un coche que solo está al alcance de unos pocos privilegiados que pueden permitirse pagar más de 2,5 millones de euros por él.
Pero poseer un Bugatti Chiron no es solo una cuestión de dinero. Es también una cuestión de responsabilidad, de compromiso, de sacrificio. Porque tener un Bugatti Chiron implica asumir unos costes de mantenimiento que harían temblar a cualquier mortal. Unos costes que no se limitan al precio de compra, sino que se extienden a lo largo de toda la vida útil del vehículo.
4Pero, ¿realmente disfrutan de su Bugatti Chiron?
¿O solo lo usan para exhibirlo en eventos, exposiciones o carreras? ¿O lo guardan en un garaje, como una obra de arte, sin apenas usarlo? ¿O lo conducen con miedo, con precaución, con temor a que se les rompa algo y tengan que pagar una fortuna por repararlo?
Quizás, solo quizás, los dueños de un Bugatti Chiron no son tan felices como parecen. Quizás, solo quizás, se han dejado llevar por la vanidad, por la codicia, por la envidia. Quizás, solo quizás, se han olvidado de lo que realmente importa en la vida: el amor, la familia, los amigos, la salud, la felicidad.
Quizás, solo quizás, deberían cambiar su Bugatti Chiron por un coche más modesto, más práctico, más económico. Un coche que les permita viajar, conocer, explorar. Un coche que les haga sentir libres, cómodos, seguros. Un coche que les haga sonreír, reír, disfrutar.
Quizás, solo quizás, deberían cambiar su Bugatti Chiron por un coche que les haga felices.