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La hora de piratear coches ha comenzado

La industria automotriz ha experimentado una transformación considerable en los últimos años, especialmente con la incorporación de nuevas tecnologías y la digitalización de los vehículos. Sin embargo, estas innovaciones también han traído consigo desafíos y controversias, como es el caso de los sistemas de pago por suscripción para funcionalidades específicas en los coches. Recientemente, BMW se ha convertido en el centro de un debate encendido al intentar cobrar una suscripción mensual por utilizar características que ya están físicamente presentes en sus vehículos. Esta práctica ha generado un rechazo generalizado y ha llevado a algunos a cuestionar la ética detrás de estas decisiones empresariales.

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La polémica de las suscripciones en los coches

La idea de pagar por suscripciones para funciones en los coches no es nueva, pero ha cobrado mayor relevancia con el avance de la tecnología y la capacidad de los fabricantes para bloquear o desbloquear características a través de actualizaciones de software. En algunos mercados europeos, los compradores del BMW M5 pueden pagar 25 euros al mes o un pago único de 460 euros para conservar la función de suspensión adaptativa de por vida. Esta situación ha generado un debate sobre si es ético que los fabricantes cobren por funciones que ya están físicamente presentes en el vehículo.

El argumento en contra de esta práctica es claro: los compradores ya han pagado por el equipamiento del coche al momento de la compra, por lo que cobrarles nuevamente para utilizar esas características parece un abuso. Además, esta estrategia crea una disparidad en la experiencia de conducción, ya que aquellos que no paguen por la suscripción no podrán disfrutar del mismo rendimiento que los vehículos utilizados por la prensa para las pruebas.