Para los multimillonarios, la vida no siempre es tan glamurosa como parece. Tener un Ferrari F40, un símbolo de poder y lujo, puede convertirse en un recordatorio constante de las trampas de la memoria y las responsabilidades fiscales. Este icónico vehículo, con su elegante diseño y potente motor, no solo es un deleite para los entusiastas del automóvil, sino también una fuente potencial de problemas imprevistos.
2El Ferrari F40 de doble filo
La posesión de un Ferrari F40, por tanto, es un doble filo: mientras adorna el garaje de sus dueños con su innegable presencia y valor, también añade una capa de complejidad a la vida financiera y administrativa de quienes lo poseen. En resumen, ser multimillonario no siempre es sinónimo de vida fácil; a veces, incluso un Ferrari puede traer más dolores de cabeza que satisfacciones.
Es difícil imaginar que alguien pueda olvidar la existencia de un Ferrari, pero eso es exactamente lo que le ocurrió a Ion Tiriac, el extenista rumano que brilló en los años 60 y 70. Tiriac, campeón de Roland Garros en dobles en 1970 junto a Ilie Nastase y poseedor de una fortuna superior a los mil millones de euros, dejó un Ferrari F40 aparcado en un garaje de Múnich durante una década sin recordarlo.