En el mundo del lujo y la exclusividad automotriz, hay una figura que destaca no por diseñar motores ni por crear las curvas aerodinámicas de los coches, sino por un trabajo mucho más delicado: dibujar líneas. Mark Court es el único trabajador en Rolls-Royce que tiene el privilegio y la responsabilidad de dar la última pincelada a cada automóvil que sale de la fábrica de Goodwood, ese toque que distingue a la marca del resto de vehículos en el mundo. Su labor, aunque aparentemente simple, requiere de una destreza y precisión que pocos poseen, y es por eso que su nombre se ha convertido en sinónimo de perfección en la industria.
1Un arte sin igual
Desde el 2003, Mark Court ha sido el encargado de realizar un trabajo que puede parecer insignificante a simple vista, pero que es crucial para mantener la reputación de Rolls-Royce. Para Court, cada coche es una nueva obra de arte. Su tarea es pintar a mano alzada una línea que se extiende desde los faros delanteros hasta justo antes de los traseros. No es un simple trazo; es la culminación de un proceso que puede haber llevado meses completarlo. Un error, por pequeño que sea, implicaría tener que volver a pintar todo el coche desde cero…
La presión es alta, pero Court tiene su propia filosofía para manejarla: ignorarla. No importa quién sea el cliente final o el destino del coche; lo importante es concentrarse y hacer su trabajo lo mejor posible. Y esa mentalidad le ha permitido mantener una calidad impecable durante más de veinte años. Su técnica es tan precisa que es imposible distinguir su trazo de uno hecho a máquina; y sin embargo, cada línea es única, un reflejo de su mano experta.