En el mundo del lujo y la exclusividad automotriz, hay una figura que destaca no por diseñar motores ni por crear las curvas aerodinámicas de los coches, sino por un trabajo mucho más delicado: dibujar líneas. Mark Court es el único trabajador en Rolls-Royce que tiene el privilegio y la responsabilidad de dar la última pincelada a cada automóvil que sale de la fábrica de Goodwood, ese toque que distingue a la marca del resto de vehículos en el mundo. Su labor, aunque aparentemente simple, requiere de una destreza y precisión que pocos poseen, y es por eso que su nombre se ha convertido en sinónimo de perfección en la industria.
2Un camino inesperado hacia el lujo
Los orígenes humildes de Court hacen la historia aún más increíble. Antes de unirse a Rolls-Royce, Court se ganaba la vida pintando letreros para pubs; un oficio que, aunque también requería habilidad y precisión, estaba lejos de los estándares de excelencia que ahora maneja. Sin embargo, cuando Rolls-Royce abrió una planta en Goodwood, cerca de donde vivía, vio en su camino la oportunidad.
Su autoconfianza y deseo de superación lo llevaron a solicitar un trabajo en la compañía, que pronto reconoció su talento. Le enviaron a Alemania para perfeccionar su técnica en la fábrica de motos de BMW, donde aprendió a aplicar sus habilidades en superficies más complicadas que las de un letrero de pub. Este entrenamiento fue esencial para que, al regresar a Goodwood, pudiera enfrentarse al desafío de pintar coches que cuestan millones.