Imagina que vas conduciendo por una avenida limitada a 30 km/h de una pequeña localidad de Francia y, de repente, divisas un radar. Instintivamente, levantas el pie del acelerador, temiéndote ya una multa. Pero, ¡oh, sorpresa! Ese misterioso radar que está sembrando el pánico entre los conductores no es real, lo ha colocado un vecino harto de que los coches pasen a toda velocidad frente a su casa. La idea, que comenzó como una solución casera, ha puesto en jaque a las autoridades locales.
1Ingenio ante un problema real
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Cansado de ver coches pasar a velocidades de infarto por su calle, un vecino de Bezannes (Francia) decidió tomar cartas en el asunto. Se inspiró en los radares cilíndricos HGV que identifican la velocidad de camiones y turismos por separado y fabricó su propia versión de bajo presupuesto. De plástico, pero con una apariencia sorprendentemente realista, el radar casero logró su cometido: los conductores empezaron a reducir la velocidad.
El falso aparato apareció instalado en la avenida Jean Monnet sin previo aviso del ayuntamiento. Al verlo desde la distancia, muchos conductores desaceleraban; y aunque algunos se daban cuenta rápidamente del engaño, para entonces el radar ya había conseguido su objetivo. Su impacto fue inmediato y, para algunos, positivo.