Imagina que vas conduciendo por una avenida limitada a 30 km/h de una pequeña localidad de Francia y, de repente, divisas un radar. Instintivamente, levantas el pie del acelerador, temiéndote ya una multa. Pero, ¡oh, sorpresa! Ese misterioso radar que está sembrando el pánico entre los conductores no es real, lo ha colocado un vecino harto de que los coches pasen a toda velocidad frente a su casa. La idea, que comenzó como una solución casera, ha puesto en jaque a las autoridades locales.
3Una calle con problemas de velocidad
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A pesar de ser un pueblo pequeño de 1.200 habitantes, Bezannes tiene una arteria vial importante de conexión con Reims, una ciudad de 180.000 personas. No es otra que la avenida Jean Monnet. En ella, el tráfico es intenso; y aunque su velocidad máxima inicial era de 50 km/h, se redujo a 30 km/h por la presencia de pasos de peatones.
Aun así, los conductores siguen sin respetar la limitación. El ayuntamiento ha intentado frenar el problema con badenes y radares espía, pero los dispositivos solo recogen datos, no generan multas ni sirven como elementos disuasorios. De ahí que el radar casero lograse en pocos días lo que las medidas oficiales no habían conseguido.