Imagina que vas conduciendo por una avenida limitada a 30 km/h de una pequeña localidad de Francia y, de repente, divisas un radar. Instintivamente, levantas el pie del acelerador, temiéndote ya una multa. Pero, ¡oh, sorpresa! Ese misterioso radar que está sembrando el pánico entre los conductores no es real, lo ha colocado un vecino harto de que los coches pasen a toda velocidad frente a su casa. La idea, que comenzó como una solución casera, ha puesto en jaque a las autoridades locales.
4El triste final del radar improvisado
A pesar de la admiración del alcalde y el relativo éxito del radar falso, no todos estaban contentos con su presencia. En poco tiempo, alguien intentó destruirlo, y el invento terminó en el suelo. La acción generó un nuevo debate: ¿es útil una solución como esta, o solo genera confusión?
Con un toque de humor, el alcalde sugirió que podrían recolocar el radar en otro punto de la ciudad. Pero el destino del falso dispositivo ya estaba sellado. Lo que comenzó como una iniciativa individual terminó con un reconocimiento implícito de que las medidas actuales para controlar la velocidad en la zona no son suficientes.
