En el mundo de la seguridad vial, donde las reglas y los límites son dictados para proteger vidas, un incidente reciente en Bélgica desafía las expectativas. Un Bugatti Chiron, uno de los coches más rápidos y caros del planeta, fue captado por un radar circulando a una velocidad increíble de 388 km/h. Esto no solo rompe todos los récords de velocidad en una vía pública, sino que también desata un debate sobre la eficacia y fiabilidad de los sistemas de control de velocidad.
2La falta de precisión en los radares
El meollo del asunto radica en la capacidad de los radares para captar con precisión velocidades tan extremas. La tecnología actual de los radares de tráfico no está diseñada para registrar vehículos que circulan a velocidades superiores a los 320 km/h, lo que plantea serias dudas sobre la validez de la multa. Este fallo en la infraestructura tecnológica podría ser la clave para que el conductor del Bugatti se libre de cualquier sanción.
Este incidente también pone en evidencia un problema que muchas ciudades y países podrían enfrentar a medida que los vehículos de alta gama, capaces de alcanzar velocidades inusitadas, se vuelven más comunes en las carreteras. Si los sistemas de vigilancia no están a la altura, los conductores podrían eludir la ley simplemente superando las capacidades técnicas de los dispositivos.