Los radares velolaser se han sumado con éxito a los equipos de control de la DGT. Cuánto más pequeños y discretos sean los radares, más efectivos pueden ser. Por eso los radares velolaser están siendo la estrella de muchos controles de velocidad.
La principal ventaja de este tipo de dispositivos que miden menos de 50 centímetros es que permiten colocarse en cualquier tipo de vía. No necesitan siquiera de la presencia de un coche camuflado, pueden colocarse directamente en la carretera con un trípode, por lo que su presencia pasa completamente inadvertida para los conductores.
5Suelen cambiarlos de sitio cada dos horas
La Guardia Civil los coloca a menudo sobre un pequeño trípode que sitúa cerca del andén, o cerca de los quitamiedos de la carretera. Están pintados de un color verde oscuro, que hace que se camuflen aún más al confundirse con la vegetación de las parcelas colindantes a la carretera.
Si se colocan directamente imantados a la parte interna de los quitamiedos, se convierten en los radares más imperceptibles de la historia. Ya que los conductores no podrían detectarlos ni aun sabiendo su ubicación. Además este tipo de radares no se colocan habitualmente en el mismo sitio durante mucho tiempo. Gracia a su tamaño tan reducido y a su sistema tan fácil, suelen cambiar su ubicación cada hora y media, o cada dos horas.
