Sufrir un pinchazo siempre ha sido una angustia para todos los conductores. Antes era más habitual que ahora, con las vías asfaltadas, pero sigue ocurriendo alguna vez. Para enfrentarse a dicha eventualidad está la rueda de emergencia. En los primeros coches estaban más que accesibles, pero actualmente muchos ni siquiera la llevan ya.
Hoy en día, los sensores de presión de neumáticos (TPMS) avisan de una pérdida de presión con margen suficiente y, si el conductor pone de su parte, puede controlar el estado general de las cubiertas y que no queden con una presión insuficiente. Por cierto, la presión de la rueda de repuesto, en el caso de llevarla, también hay que vigilarla. No vaya a ser que, cuando más falta nos haga, ¡esté desinflada!
4Rueda de repuesto «galleta»
Digamos que es la rueda de repuesto más temporal de todas. No se recomienda circular más de lo imprescindible para acudir a un taller, y se debe respetar a rajatabla la limitación de velocidad indicada en el neumático de sustitución, porque en curva puede ser hasta peligroso. Las ventajas de esta solución son evidentes, ocupa muchísimo menos espacio, pesa menos, y a nivel físico es menos exigente de colocar.