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Los semáforos que acaba de estrenar la ciudad de Barcelona y que te arrancarán una sonrisa

El verano de este año marcó la despedida de uno de los ilustradores y humoristas gráficos más queridos de España, Francisco Ibáñez, el genio detrás de Mortadelo y Filemón. Como ciudad natal, Barcelona está inevitablemente ligada a la vida de Ibáñez y eso no ha tardado en notarse tras su fallecimiento.

Como tributo a su legado y su contribución a la cultura popular, el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido alegrar las calles de la ciudad con nuevos semáforos adornados con las icónicas figuras de estos dos personajes. Este homenaje es un recordatorio constante de la importancia de la alegría y el arte en nuestras vidas diarias.

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Las ubicaciones de los semáforos: estratégicamente elegidas

El Ayuntamiento de Barcelona ha seleccionado tres ubicaciones estratégicas en el área metropolitana de la ciudad para instalar estos semáforos tan singulares. Cada ubicación tiene un significado especial y representa una relación especial entre las aventuras de Mortadelo y Filemón y la vida cotidiana de la ciudad.

  • Gran Vía de las Corts Catalanes con Calle Bac de Roda, un homenaje al lugar de residencia de Ibáñez: el cruce entre la Gran Vía de las Corts Catalanes y la calle Bac de Roda, en el distrito de Sant Martí, alberga el primer semáforo decorado. Esta ubicación no es casual, ya que está cerca del lugar donde Francisco Ibáñez residía. Es un tributo al vínculo cercano entre Ibáñez y la ciudad que lo inspiró.
  • Ronda de Sant Pere con Paseo de Gràcia, un toque de elegancia en el Eixample: El segundo semáforo de Mortadelo y Filemón se encuentra en el cruce de la Ronda de Sant Pere y el paseo de Gràcia, una zona emblemática del Eixample. Esta elección resalta la sofisticación y la versatilidad de la obra de Ibáñez, que supo capturar la esencia de la vida en la ciudad.
  • Calle Urgell con Calle Manso, cerca del Mercat de Sant Antoni: por último, el tercer semáforo homenaje a Mortadelo y Filemón se ubica en el cruce entre la calle Urgell y la calle Manso, cerca del Mercat de Sant Antoni. Esta elección pone de relieve la conexión de Ibáñez con la vida cotidiana y la comunidad barcelonesa, ya que sus personajes a menudo se encontraban en situaciones cotidianas y humorísticas.