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domingo, 24 noviembre 2024

Shelter Garage, un lugar para cuidar y mimar tu coche

Shelter Garage; custodia y pupilaje de vehículos en Madrid. A tu niño mimado, o a todos ellos en caso de familia numerosa, no les vas a llevar a cualquier guardería. Buscarás, siempre, dentro de tus posibilidades, la que mejor le cuide, no hay duda. En este caso hablamos de tu coche/coches. No de ese que te lleva a diario del punto A al punto B confortablemente, de forma eficiente, rápida… o no. La que se supone la segunda compra más importante que hacemos después de nuestra vivienda. Así, en muchos casos, es un mero medio de transporte, que puede poseer su parte emocional por imagen y prestaciones, y que utilizamos casi a diario.


Pero también puede ser que ‘la niña de tus ojos’, un coche especial, de esos al que solo unos privilegiados tienen acceso. Un súper deportivo de última hornada, con una imagen diferenciadora, un potente motor, incluyendo uno de los últimos y casi extintos V12 que aún quedan en el mercado. Armado con todo lo necesario sobre un chasis capaz de domar todo su potencial, con los últimos asistentes electrónicos. O contar con una colección de automóviles clásicos, de valor cada vez más alto si son bien mantenidos y restaurados.


Pues sí, existen ‘guarderías especiales’ para esos coches tan exclusivos y nosotros hemos estado en una de las más especiales que podemos encontrar en España, en este caso en Madrid.


Se trata de Shelter Garage. Un lugar creado para ofrecer los servicios de guarda, mantenimiento, mejora y personalización de coches deportivos y de lujo, clásicos e incluso de competición.

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Los comienzos

“El negocio lo empecé empujado por mi abuelo. Yo estaba en otro sector, pero la idea me vino porque comencé en la compra y venta de coches a través de un portal con sede en Marbella. Que también ofrecía custodia. Mi siguiente paso profesional, por el que dejé éste, fue crear una start-up con un amigo que no me fue muy allá, por lo que monté una e-commerce que sí me fue muy bien, pero que me quitaba muy poco tiempo.

Ahí entró mi abuelo, que me veía demasiado ocioso, y pensó que me debía de centrar. Yo tenía un Cayman y me encontré un día con un arañazo en la carrocería hecho a mala leche, por lo que se me ocurrió buscar una nave baratita con otros dos amigos, donde dejar el coche. Pero no encontramos nada, lo que veíamos requería mucha inversión. Y mi abuelo me dio la idea de montar un garaje y alquilar las plazas, sobre lo que empecé a darle vueltas y a buscar la nave. Y aquí estamos”.

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