Tu coche podría considerarse como una máquina perfecta. Está preparada para aguantar el paso de los años y los kilómetros, por mucho que le metamos caña de la buena y que seamos testigos de esa tralla. Sin embargo, debido al desgaste de sus piezas y que, a veces, el mantenimiento que hacemos no es el más adecuado, precisamente, pueden aparecer averías que nos arruinen un viaje… o el trayecto al trabajo.
En algunas ocasiones, sabemos que algo le pasa a nuestro coche porque se comporta de una forma rara y distinta a lo habitual. Quizás en este caso vemos venir los problemas… pero, en otras ocasiones, sabremos que algo sucede gracias a los testigos luminosos con símbolos, que pueden ser de color amarillo o rojo, y que nos avisan de posibles fallos. Presión del aceite, la batería, el motor… La avería puede estar en muchos lugares.
4Los testigos amarillos no te tranquilizarán mucho más
Los testigos de color amarillo o ámbar nos indican un fallo en algún sistema. A efectos prácticos no hay mucha diferencia con los rojos. Y es que ante estos testigos también es conveniente parar y solicitar la ayuda de un profesional que nos eche una mano con nuestro coche. Desde luego, siempre va a ser mejor solución esto que intentar hacer nosotros nuestras propias interpretaciones sin entender nada de qué falla o qué se ha roto en el coche.