Tu coche podría considerarse como una máquina perfecta. Está preparada para aguantar el paso de los años y los kilómetros, por mucho que le metamos caña de la buena y que seamos testigos de esa tralla. Sin embargo, debido al desgaste de sus piezas y que, a veces, el mantenimiento que hacemos no es el más adecuado, precisamente, pueden aparecer averías que nos arruinen un viaje… o el trayecto al trabajo.
En algunas ocasiones, sabemos que algo le pasa a nuestro coche porque se comporta de una forma rara y distinta a lo habitual. Quizás en este caso vemos venir los problemas… pero, en otras ocasiones, sabremos que algo sucede gracias a los testigos luminosos con símbolos, que pueden ser de color amarillo o rojo, y que nos avisan de posibles fallos. Presión del aceite, la batería, el motor… La avería puede estar en muchos lugares.
5Si el color no es rojo o amarillo, solo información
Los testigos que no sean ni rojo ni ámbar nos están dando una información del vehículo, pero no es ninguna avería y, por lo tanto, no tenemos por qué detener el mismo. Es el caso del verde, el azul o incluso el blanco, que suelen ser lo colores distintos más habituales. Puedes estar tranquilo en estos casos pero no olvides escuchar a tu vehículo. Cualquier advertencia hoy puede ser sinónimo de una avería mañana.