Stellantis, la multinacional surgida de la fusión entre Fiat Chrysler y PSA, ha superado con holgura la crisis de los semiconductores y los cuellos de botella. Sus ingresos han aumentado en un 12% de enero a marzo, respecto al mismo periodo del año anterior. Para esquivar el golpe en la falta de componentes y retrasos en los pedido, el grupo ha activado una nueva política de precios y se ha beneficiado de los tipos de cambio.
La multinacional, formada por las prestigiosas marcas como Fiat, Citroën, Dodge, Jeep, Opel y Peugeot, entregó más de 1,37 millones de vehículos, un descenso del 12% respecto a los más de 1,5 millones del primer trimestre de 2021. En esta cifra se ha incluido la entrega de PSA, cuya fusión se aprobó a mediados de enero de hace un año.
La entidad ha indicado que esta caída se debe a la falta de entrega de los pedidos de semiconductores. Sin embargo, los ingresos han ido en sentido contrario, con un aumento del 12%, hasta los 41.500 millones de euros, incluyendo los números de PSA.
STELLANTIS SACA MÚSCULO
Según el director financiero de Stellantis, esta buena marcha de los ingresos netos se debió principalmente a la «sólida» política de precios, el mix de vehículos y un tipo de cambio beneficioso. De hecho, con estas cifras, espera que el «margen operativo» cierre el año con doble dígito y un free cash flow -flujo de caja- positivo. Todo ello, pese a los «problemas de suministro y los tensiones inflacionistas». A su juicio, es un «buen momento de producto» y los «acuerdos estratégicos» allanarán el camino.
Por otra parte, Stellantis ha mostrado su liderazgo en Suramérica, con una cuota del 23,6% en el primer trimestre, y un incremento de 150 puntos básicos interanuales. En América del Norte, la cuota ha alcanzado el 11,7%, con un aumento de 30 puntos básicos en tasa interanual.
En Europa, el grupo ha sufrido un descenso de 190 puntos básicos por las pérdidas generadas por la falta de semiconductores, pero lidera el mercado con una cuota del 34%.
Desde el cierre del año pasado, Stellantis ha reducido los inventarios de los concesionarios en todas las regiones, excepto en Norteamérica y China, donde existe un ligero incremento. De nuevo, la crisis de los semiconductores ha obligado a los conductores a trasladarse al mercado de segunda mano ante los problemas de producción.
El inventario de los concesionarios de Norteamérica ha aumentado en 14.000 unidades, frente a la pérdida de 62.000 unidades en el Viejo Continente.
MENOS UNIDADES EN EUROPA, PERO FUERTES INVERSIONES
Las ventas mundiales se han incrementado en 36.000 unidades, hasta alcanzar un total de 109.000 vehículos. Las ventas de vehículos eléctricos en Europa se han incrementado en un 50%, según los datos del grupo automovilístico. Además, el grupo prepara fuertes inversiones para poder mantener el liderazgo.
Stellantis y LG Energy Solution invertirán 3.700 millones de euros en la planta de baterías de ión litio a gran escala en Canadá. La capacidad anual alcanzaría los 45 GWh. Asimismo, ha apostado por una planta de baterías en Termoli (Italia) con el fin de elevar la capacidad en Europa para alcanzar los 120 GWh en 2030.
LA PILA DE HIDRÓGENO, AL ALZA
Por otro lado, Stellantis ha remodelado su departamento de vehículos que utilizan la pila de hidrógeno. Esta fuente de energía, según apuntan los expertos, será la definitiva debido a los altos precios de la electricidad y su vulnerabilidad ante las variaciones del mercado, especialmente a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania.
El grupo ha situado a Uwe Hochgeschurtz, presidente de Opel, al frente de este departamento. El cambio a la pila de hidrógeno aún está en una fase embrionaria y sin respuesta a la hora de poder cargar este combustible. Por el momento, Stellantis tiene un vehículo de este tipo en funcionamiento, una versión Fuel Cell de Peugot e-Expert.
La realidad de fabricar vehículos eléctricos es que son muy intensivos en el uso de electricidad. Para obtener esta materia prima tan sólo se dispone de gas y carbón, ya que en Europa se dio por agotada la nuclear. Este escenario tan sólo incrementa las emisiones de CO2, justo el camino contrario al propósito inicial que no era otro que reducirlas.