Un superdeportivo que nació, fruto de la ambición mas que de la necesidad, durante la posguerra civil española, al albur de un regimen autárquico, en donde la hambruna y la reindustrialización eran los principales problemas a resolver.
Un sueño roto, que no evitó por otra parte que la marca Pegaso, como fabricante de vehículos pesados, tuviera la relevancia necesaria para impulsar gran parte de la economía nacional.
La belleza del Pegaso Z 102, diseñado por Ricart, fue suficiente para que el dictador Franco, se sirviera de la factoría, para regalar varios modelos, a relevantes personajes de la época.
1Un viaje en el tiempo a la España de los años 40
En la década de 1940, España se encontraba inmersa en la posguerra civil, bajo el gobierno de Francisco Franco, quien buscaba revitalizar la economía del país. El Instituto Nacional de Industria (INI) fue clave en este proceso, dando lugar a la creación de Enasa (Empresa Nacional de Autocamiones, S.A.) y sentando las bases para la futura leyenda del Pegaso Z-102.
Los primeros productos de Enasa fueron los Pegaso, en realidad, versiones ligeramente modificadas de los Hispano-Suiza 66G. Aunque inicialmente se centraron en la producción de camiones, un proyecto diferente empezó a ganar protagonismo con el tiempo.
En 1951, el Pegaso Z-102 hizo su debut en el Salón del Automóvil de París, convirtiéndose en el «Ferrari español». Este deportivo no solo representaba un hito en la industria automotriz española, sino que también encarnaba una estrategia de marketing ambiciosa para posicionar a Pegaso como un fabricante de clase mundial.