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El superdeportivo que encandiló a Franco y que se hacía llamar el ‘Ferrari español’

Un superdeportivo que nació, fruto de la ambición mas que de la necesidad, durante la posguerra civil española, al albur de un regimen autárquico, en donde la hambruna y la reindustrialización eran los principales problemas a resolver.

Un sueño roto, que no evitó por otra parte que la marca Pegaso, como fabricante de vehículos pesados, tuviera la relevancia necesaria para impulsar gran parte de la economía nacional.

La belleza del Pegaso Z 102, diseñado por Ricart, fue suficiente para que el dictador Franco, se sirviera de la factoría, para regalar varios modelos, a relevantes personajes de la época.

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Wilfredo Pelayo Ricart y el superdeportivo de Pegaso

Las arrasadas fabricas italianas de coches por los bombardeos de la II guerra mundial, motivaron el regreso a España de Wilfredo Ricart. El ingeniero español había trabajado hasta entonces como ingeniero jefe de Alfa Romeo. Llegado a Barcelona, recalo en la compañía ENASA, que fue fundada desde las cenizas de la extinta Hispano-Suiza.

El ingeniero español Wilfredo Ricart, con experiencia en Alfa Romeo, desempeñó un papel crucial en el diseño del Pegaso Z-102. Su enfoque en la creación de motores V8 únicos, destacando por su rendimiento y características innovadoras como la refrigeración por sodio líquido, catapultó al vehículo a la atención internacional.

Aunque Enasa proporcionaba el chasis, las carrocerías del Pegaso Z-102 eran obra de empresas externas, convirtiendo cada unidad en una pieza única altamente codiciada. Bianchi Anderloni, dueño de Carrozzeria Touring, firmó 45 de las 86 unidades producidas, consolidando la reputación estética del Pegaso.