Fisker está atravesando uno de sus peores momentos. La compañía de coches eléctricos enfrenta una serie de problemas acumulados en los últimos meses: la Bolsa de Nueva York la excluyó por no cumplir con pagos de 8,4 millones de dólares, incumplió un préstamo de 3,5 millones, recibió una demanda por parte de Magna Steyr, y el Ocean está bajo investigación de la NHTSA por problemas con los frenos. Estos contratiempos han puesto a la marca en una situación extremadamente delicada, casi al borde de la bancarrota.
2La esperanza arriesgada del inversor
En los últimos meses, Fisker ha intentado diversas estrategias para mantenerse a flote, incluyendo ofertas y descuentos para los clientes. Sin embargo, la medida más reciente de ofrecer coches a sus empleados a precios extremadamente bajos refleja una acción desesperada en un intento por generar ingresos y reducir inventario.
Actualmente, la única esperanza para Fisker es la llegada de un gran inversor o que un grupo automovilístico adopte la compañía. Sin embargo, ambas opciones parecen muy difíciles de concretar. A pesar de no haber sido declarada oficialmente en quiebra, la compañía está tomando todos los pasos necesarios hacia esa dirección, y su futuro se ve cada vez más incierto.