La reciente polémica sobre los sistemas de conducción autónoma de Tesla ha desatado un intenso debate en redes, tras la publicación de un video del ingeniero y youtuber Mark Rober titulado ¿Puedes engañar a un auto autónomo? En él, se comparan tecnologías como el lidar y los sistemas ópticos que usa Tesla, generando una ola de reacciones que oscilaron entre la crítica feroz y la defensa incondicional. Pero el debate no terminó ahí: otro usuario replicó la prueba, con resultados que apuntan a una conclusión inevitable —algunos Tesla ven mejor que otros.
El protagonista de esta segunda prueba fue Kyle Paul, propietario de un Tesla Model Y, quien decidió repetir el experimento bajo condiciones similares. En vez de usar solo el piloto automático, como hizo Rober, Paul activó el Full Self Driving (FSD), el sistema más avanzado de Tesla. Imprimió una réplica de una pared que simula ser una carretera, la colocó en una pista y lanzó su vehículo hacia ella en múltiples ocasiones.
Diferencias entre los dos modelos Tesla
Los resultados fueron inquietantes: el Tesla Model Y no detectó la pared hasta estar peligrosamente cerca de ella. Según explicó Rober en entrevistas posteriores, esto sugiere que la detección provino de los sensores ultrasónicos de estacionamiento, no del sistema autónomo. Esta revelación avivó aún más el fuego en torno a las limitaciones del enfoque «solo con cámaras» que defiende Tesla.
Pero el giro vino con la llegada de un Cybertruck a la misma prueba. El nuevo modelo no solo detectó la pared, sino que frenó con suficiente antelación en cada intento. ¿La diferencia? El Cybertruck está equipado con el hardware de última generación FSD HW4, mientras que el Model Y usaba HW3, una versión anterior. Esto pone en evidencia que no todos los FSD son iguales, ni ofrecen el mismo nivel de seguridad.
Como siempre, Tesla en el centro del debate
Si bien la prueba no fue exhaustiva —como han señalado varios comentaristas— y no incluyó factores como condiciones meteorológicas adversas o maniquíes, sirvió para ilustrar una verdad clave: el sistema FSD está en evolución constante, y sus capacidades varían significativamente según el hardware que lo respalda.
En definitiva, esta serie de pruebas y reacciones ha dejado claro que el debate sobre la conducción autónoma de Tesla no es simplemente tecnológico, sino también filosófico. ¿Hasta qué punto se puede confiar en un sistema que no es uniforme entre modelos? ¿Y qué responsabilidad tiene la empresa en comunicar estas diferencias? Una cosa es segura: la conducción del futuro todavía tiene curvas por delante.