Elon Musk y Donald Trump, dos figuras que no podían parecer más distantes en sus visiones, se han unido en lo que algunos consideran un giro inesperado en la industria automotriz. Hace apenas unos meses, Trump vio el coche eléctrico como un “capricho demócrata”, especialmente ligado a California, un bastión demócrata que se ha convertido en el epicentro de la adopción de vehículos eléctricos en Estados Unidos. Para Trump, el coche eléctrico era una amenaza a la “industria norteamericana de verdad”, esa que produce motores de combustión y representa la esencia de la tradición automovilística de su país.
Sin embargo, todo cambió después de una reunión a puertas cerradas entre Trump y Musk. La postura inicial de Trump no sólo cambió, sino que pareció dar un vuelco: de oponerse a los vehículos eléctricos, el que será de nuevo presidente, pasó a convertirse en uno de los mayores defensores del mercado de Tesla. Y todo gracias a un solo coche.
1Cuando un Cybertruck personalizado cambia el rumbo de una campaña
Fue en agosto cuando Elon Musk le obsequió a Trump un Cybertruck personalizado. El momento fue lo suficientemente mediático como para atraer la atención nacional, y la extravagancia de la entrega resultó en un giro político tan inesperado como efectivo. A partir de ese momento, Musk se convirtió en una especie de “compañero de campaña” para Trump, asistiendo a sus mítines y manifestando públicamente su apoyo. Lo curioso es que, aunque Trump y Musk comparten seguidores en algunas áreas, no todos los compradores de Tesla se sienten representados en esta inesperada “alianza de metal y batería”.
Algunos miembros del Partido Republicano observaron esta situación con desconfianza, e incluso críticas, considerando que el apoyo de Musk a Trump era tan ostentoso que eclipsaba a otros miembros del partido. Pero para Trump, el show mediático era perfecto, y el Cybertruck —imponente, imparable y tan llamativo como su dueño temporal— parecía el símbolo ideal de su renovado respaldo a los vehículos eléctricos.