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El Paseo de la Castellana de Madrid: El ‘Triángulo de las Bermudas’ para los deportivos de Maranello

El Triángulo de las Bermudas es una de esas misteriosas zonas del mundo que han capturado la imaginación popular durante décadas. Se encuentra en el océano Atlántico, entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Florida. Esta área ha sido famosa por la desaparición inexplicada de barcos y aviones a lo largo del tiempo. Aunque las explicaciones científicas sugieren que muchos de estos incidentes pueden ser atribuidos a condiciones meteorológicas extremas, errores humanos o fallos técnicos, el aura de misterio que rodea al Triángulo de las Bermudas sigue siendo intrigante para muchos. A lo largo de los años, ha inspirado numerosas teorías de conspiración, leyendas urbanas y obras de ficción.

Así que, parece imposible que los coches u otros medios terrestres desparezcan en el océano, a no ser que estén siendo transportados por cualquiera de los medios alternativos citados. Eso, que esta escrito en la lógica no evita que algunas zonas urbanas se presten a la comparación, y mas cuando por ejemplo, el Paseo de la Castellana de Madrid, a altas horas de la madrugada pudiera convertirse en pista de competición para algunos deportivos, que en manos de conductores inexpertos o aderezados en la noche madrileña, cometen los errores pertinentes para hacer desaparecer el coche, y casi sus vidas.

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Las desapariciones de Ferrari en el triangulo de las bermudas español

entrando al triangulo de Castellana

La madrugada del 24 de enero de este año, la capital española fue testigo de un suceso que dejó a muchos boquiabiertos: un icónico Ferrari 488 GTB, un superdeportivo valorado en la impresionante suma de 250.000 euros y con una potencia de 670 caballos, encontró su destino final en el número 87 del prestigioso Paseo de la Castellana. El impacto fue tan violento que incluso arrancó de raíz uno de los árboles centenarios que adornan la calle madrileña, convirtiendo en añicos el espectacular Ferrari amarillo capaz de alcanzar los 335 kilómetros por hora en un abrir y cerrar de ojos, logrando la marca de 0 a 100 km/h en tan solo 3 segundos.

Sin embargo, la triste realidad detrás de este despliegue de velocidad y lujo es que el conductor, un empresario madrileño, dio positivo en la prueba de alcoholemia. Mientras el Ferrari era remolcado hacia su desafortunado destino en un desguace, los operarios del ayuntamiento se vieron obligados a cerrar los tres carriles de la Castellana hasta el alba, dedicando horas para limpiar los escombros del automóvil que se esparcieron a lo largo de cientos de metros.