El Triángulo de las Bermudas es una de esas misteriosas zonas del mundo que han capturado la imaginación popular durante décadas. Se encuentra en el océano Atlántico, entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Florida. Esta área ha sido famosa por la desaparición inexplicada de barcos y aviones a lo largo del tiempo. Aunque las explicaciones científicas sugieren que muchos de estos incidentes pueden ser atribuidos a condiciones meteorológicas extremas, errores humanos o fallos técnicos, el aura de misterio que rodea al Triángulo de las Bermudas sigue siendo intrigante para muchos. A lo largo de los años, ha inspirado numerosas teorías de conspiración, leyendas urbanas y obras de ficción.
Así que, parece imposible que los coches u otros medios terrestres desparezcan en el océano, a no ser que estén siendo transportados por cualquiera de los medios alternativos citados. Eso, que esta escrito en la lógica no evita que algunas zonas urbanas se presten a la comparación, y mas cuando por ejemplo, el Paseo de la Castellana de Madrid, a altas horas de la madrugada pudiera convertirse en pista de competición para algunos deportivos, que en manos de conductores inexpertos o aderezados en la noche madrileña, cometen los errores pertinentes para hacer desaparecer el coche, y casi sus vidas.
3Mas bien fruto de elixires espirituales terrestres
Pero este no fue un incidente aislado. Otro Ferrari, esta vez un descapotable Portofino perteneciente a un futbolista del Alcorcón, protagonizó un accidente similar. La esposa del propietario conducía cuando el vehículo chocó contra una barandilla cerca del Banco de España, en el Paseo del Prado, una ubicación emblemática en la capital española. Como en el primer caso, la conductora también arrojó resultados positivos en la prueba de alcoholemia.
Estos dos incidentes lamentables ponen de manifiesto una realidad preocupante: la peligrosa combinación de coches de alta potencia y el consumo de alcohol. Aunque afortunadamente no hubo víctimas mortales en ninguno de los dos accidentes, las pérdidas materiales fueron considerables, con dos joyas automovilísticas únicas destinadas a terminar en el desguace.
Es importante destacar que el problema no reside únicamente en la marca o el modelo de los vehículos, sino en la imprudencia al volante y la falta de responsabilidad al mezclar altas velocidades con el consumo de alcohol. Por más avanzadas que sean las tecnologías de seguridad en estos automóviles de alto rendimiento, la física siempre prevalece, recordándonos que la prudencia y el respeto por las normas viales son fundamentales para evitar tragedias en nuestras carreteras.