No dar positivo cuando te enfrentas a un control de alcoholemia, y sabes que has bebido, es la preocupación que ha llevado a establecer socialmente entre los conductores la creencia falsa de que existen trucos par conseguirlo. Y como en todo, la fundamentación de estos «falsos mitos» se desmonta desde el conocimiento y la compresión de los procesos metabólicos del alcohol en nuestro cuerpo.
Sin entrar en demasiados detalles científicos, resulta interesante conocer en que momento este pasajero en nuestra sangre, nos devora la voluntad y puede esclavizarnos hasta limites insospechados.
1El compañero de viaje mas traidor no admite trucos
El viaje del alcohol por nuestro cuerpo comienza en el aparato digestivo, en donde el 10-20% es absorbido en el esófago y el estómago, y pasa directamente a la sangre. El resto cuando llega al intestino, el 80-90% tras su absorción también es conducido por el riego sanguíneo hasta el hígado. Aquí es importante la comida. Esta absorción se reduce si hemos comido, y si bien no se disminuye la cantidad de alcohol, si se ralentiza su asimilación.
El recorrido que la sangre hace por todo nuestro cuerpo consigue que el etanol, compuesto principal, llegue a todos los tejidos y células del cuerpo. Es en este momento en donde las grasas y lípidos, juegan un papel importante y que puede definir el modo en que nos afecta la ingesta de alcohol. La misma dosis de etanol, debido su combinación en las células con el porcentaje de agua, afecta de distinta manera ya que las masas corporales son diferentes en cada cuerpo, indistintamente de ser mujer u hombre.