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miércoles, 12 marzo 2025
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Audi A3 Sportback 2.0 TDI 150 CV, un 3 de sobresaliente

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Hablar de Sportback es hacer referencia a diferentes conceptos, pues si hablamos de A5 o A7 supone pronunciar el nombre de dos magníficos coupés de cuatro puertas con portón, cuyos precios oscilan entre 36.880 y 91.150 euros. Pero si nos referimos a los Audi A1 y A3, es hacer mención a las versiones más prácticas y clásicas, ambas con cinco puertas. Y como 'cinco puertas' es como se dio a conocer en 1999 el primer Audi A3 con dicho número de puertas. Pero en junio de 2004 llegó la carrocería de cinco puertas de la segunda generación del Audi A3, entonces sí como Sportback.

Ahora en 2013 aparece el último Audi A3 Sportback, que recibe los nuevos rasgos identitarios de sus hermanos de los cuatro aros y que se diferencia con un sólo vistazo de un A3 de tres puertas. Aparte de las dos puertas extra, el A3 Sportback es 73 milímetros más largo -mide 4,31 metros- y tiene 35 milímetros más de batalla -2,64 metros- que un A3 'convencional'. Esto es gracias al uso de la plataforma modular 'MQB' -también la emplean el Golf, el León y el futuro Skoda Octavia-, que permite variar la distancia entre ejes dependiendo de las necesidades de cada modelo, y lo que han buscado en este A3 Sportback es ofrecer un interior más holgado. Delante no hay cambios ni de tamaño, ni estéticos, ni de ergonomía -eso sí, los mandos de los elevalunas en la puerta están algo retrasados-, ni mucho menos de calidad, respecto a un Audi A3 de tres puertas, pero detrás hay sorpresas. Ahora no es necesario hacer contorsionismo para acceder a las plazas traseras, las cuales tienen un espacio generoso, pues esa mayor batalla se traduce en 30 milímetros extra para las piernas, algo que se nota y se agradece en viajes largos. Pero el A3 Sportback también es 85 milímetros más ancho que un A3 de tres puertas en esa zona trasera, por lo que ahora caben tres adultos, aunque condicionados por el túnel de la transmisión, donde se ubican las salidas de ventilación.

Gran amplitud interior en el Audi A3 Sportback 2.0 TDI 150 CV

El maletero gana 15 litros respecto a un A3 de tres puertas para llegar a los 380 litros, más que sus rivales y 10 más que el anterior A3 Sportback. Tiene un doble fondo que podemos colocar en dos alturas, esconde una rueda de emergencia, tiene iluminación LED y si abatimos los respaldos llega a 1.220 litros.

El Audi A3 Sportback es el nuevo referente en cuanto a amplitud interior en el segmento de los compactos 'premium'.

Su gama mecánica la componen dos propulsores de gasolina y dos diésel, siendo estos últimos los de mayor demanda. Y puestos a elegir, mejor el 2.0 TDI que el 1.6 TDI de 105 CV, una mecánica enfocada para los que busquen mínimos consumos -anuncia 3,8 l/100 km- y realicen una conducción más apaciguada, pues también utiliza un esquema de suspensión trasera más sencillo, que ayuda a abaratar los costes.

El 2.0 TDI supone desembolsar 2.820 euros respecto al 1.6 TDI, pero recibimos a cambio un nuevo motor que poco tiene que ver con el anterior 2.0 TDI de 140 CV, el cual entregaba la potencia a 4.200 rpm. Este cuenta con lo último en avances para reducir el consumo, ofrecer la máxima suavidad y mejorar las prestaciones pues tiene 10 CV más disponibles entre 3.500 y 4.000 rpm. El par máximo es igual -32,7 mkg-, pero ahora se mantiene hasta las 3.000 rpm, cuando antes a más de 2.500 empezaba a decaer.

No hay que poner en tela de juicio lo agradable que es, pues no vibra y mucho menos suena, gracias al trabajo de insonorización. Es suave, sin altibajos en la entrega de la potencia y se alía con el sistema Audi Drive Select que nos permite elegir entre cuatro 'set up' predeterminados: Auto, Comfort, Efficiency y Dynamic. Si adquirimos el navegador se añade el modo 'Individual', en el que podemos configurar a nuestro gusto el sistema de climatización, la respuesta del motor, el tacto del acelerador y la dirección e incluso la firmeza de la suspensión en caso de optar por la opcional 'Magnetic Ride'.

Para minimizar el gasto, cuenta con arranque y parada automáticos Start/Stop, indicador de momento óptimo de cambio e incluso en la pantalla central nos muestra consejos y advertencias para modificar nuestro estilo de conducción y así ahorrar aún más. Por cierto, junto a esta pantalla se encuentran los indicadores de la temperatura del motor y el depósito de gasolina, formados por LED que en determinadas ocasiones cuesta verlos con claridad. Hemos obtenido un gasto medio real de 5,5 l/100 km, una cifra que también le procura notables autonomías, aunque algo alejada de los optimistas 4,1 l/100 km que homologa.

Parte de la culpa la tiene el que en carretera, sus consumos se reducen al utilizar unos desarrollos finales largos y calcados a los del A3 con tres puertas y con el mismo motor -en 6ª a 120 km/h, el motor gira a sólo 2.040 rpm-. Ayuda a bajar el consumo, sí, pero en llano, pues al afrontar un ligero repecho en autovía con el vehículo cargado, nos vemos casi obligados a reducir de marcha, algo que se convierte en un engorro y corre en su contra desde el punto de vista del consumo. Los neumáticos opcionales de nuestra unidad en medida 225/40 R18 tampoco ayudan.

Sumando todo esto, está claro que no nos debemos sorprender al ver las recuperaciones obtenidas en sexta velocidad, algo más lentas de lo deseable. Para pasar de 80 a 120 km/h en 6ª recorremos 455 metros, muchos para efectuarlos en una carretera de doble sentido. Sin embargo, en cuarta y quinta velocidad hemos registrado cifras más acordes con su planteamiento, pues la verdad es que este A3 Sportback corre. Si queremos que sus recuperaciones sean mejores, nada como pagar 2.150 euros y optar por el cambio automático de doble embrague y 7 marchas S tronic.

El Audi A3 Sportback 2.0 TDI pasa de 0 a 100km/h en 9,4 segundos en mojado

Audi dice que acelera de 0 a 100 km/h en 8,7 segundos y nosotros hemos medido un tiempo de 9,4. Hay diferencia, pero tenemos que romper una lanza a su favor diciendo que el asfalto estaba mojado y las pérdidas de tracción son más acusadas. Aún así, hemos medido sólo una décima más que el A3 2.0 TDI de 150 CV probado en el número 1.515 de Motor16, y aquel sí fue en seco. A la hora de frenar tampoco hay problemas, y de no haber tenido el asfalto húmedo, hubiera acariciado los 50 metros en el paso de 120 km/h a cero.

Audi se basa en la tecnología 'Audi Ultra' para reducir el peso final del A3 Sportback y utiliza el aluminio en la fabricación de las suspensiones, las aletas o el capó; emplean la soldadura por plasma y muchas más soluciones constructivas. Es por ello que aún siendo ligeramente más grande que un A3 'convencional' pesa tan sólo 30 kilos más, y sus 1.385 kilos es un peso menor que el de sus rivales directos. También rebaja en 50 kilos el peso de un A3 Sportback equivalente de la generación anterior. Es por ello que su dinámica en poco difiere con la que presenta un A3 de tres puertas, mostrando un aplomo envidiable y un paso por curva realmente efectivo. Aquí es donde se nota su eje trasero multibrazo -no hemos conducido un A3 1.6 TDI con eje trasero torsional, pero sí el nuevo Golf y el nuevo León-, el cual le hace más efectivo cuando avivamos el ritmo. El acabado Ambition incluye además una suspensión rebajada en 15 milímetros que también ayuda a que vire más plano y tenga menos inercias. Esta mecánica se combina con el autoblocante electrónico XDS, que frena la rueda que se encuentra en el interior de la curva, para que al acelerar se eviten las pérdidas de tracción.

Su dirección con asistencia eléctrica es muy precisa y rápida con 2,75 vueltas entre topes, y nos ayuda a guiar el A3 Sportback por donde queremos.

El Audi A3 Sportback 2.0 TDI, fabricado para perdurar en el tiempo

Todo en este A3 Sportback rezuma calidad y parece estar fabricado para perdurar en el tiempo, algo que en parte ayuda a justificar su precio de partida, que es de 30.510 euros con acabado Ambition -el Attraction, algo más básico, cuesta 28.050 euros-, una cifra alta teniendo en cuenta que el equipamiento de serie es algo justo y que no paga impuesto de matriculación, pero es similar al precio de sus rivales directos. Esto quiere decir que hay que pagar 1.410 euros más que por un A3 equivalente con carrocería de tres puertas. Pero esa inversión extra bien lo vale por conducir un coche que casi merece un '10', pues para lograr ese merecido sobresaliente debería no contar con tantas y caras opciones, que pueden elevar el precio hasta los 44.300 de nuestra unidad probada.

Eso sí, si nos lo podemos permitir, podemos contar con un compacto 'premium' alicatado hasta el techo, que puede equipar lo último en sistemas de seguridad activa, seguridad pasiva o confort, donde encontramos hasta un equipo de música de la firma danesa Bang&Olufsen.

Rivales del Audi A3 Sportback 2.0 TDI 150 CV

Audi A3 Sportback 2.0 TDI 150 CV Ambition

Precio: 30.510 €

Consumo: 4,1 l/100 km

De 0 a 100 km/h: 8,7 s

Maletero: 380-1.220 l

Es el último en llegar y ofrece lo más novedoso en tecnología a todos los niveles, pero como opción. Presenta una buena calidad y se erige como el más amplio de entre los compactos 'premium'. Dinámicamente es un referente y el nuevo motor 2.0 TDI de 150 CV le procura buenas prestaciones a pesar de tener unos desarrollos finales largos. También gasta poco en el día a día. El más caro de los cuatro y con un equipamiento justo.

BMW 118d 143 CV

Precio: 27.900 €

Consumo: 4,4 l/100 km

De 0 a 100 km/h: 8,9 s

Maletero: 360-1.200 l

Es algo más barato que el A3 pero su equipamiento de serie es aún más exiguo. Eso sí, pagando puede llevar de todo. Sus plazas traseras son algo más justas en anchura, pues los pasos de rueda invaden esa zona, ya que el Serie 1 es el único con propulsión trasera, lo cual le confiere una dinámica especial. El 118d tiene 143 CV y sus prestaciones son muy buenas, mientras que los consumos justos gracias a los sistemas Start/Stop y EcoPro.

Mercedes A200 CDI 136 CV

Precio: 29.220 €

Consumo: 4,3 l/100 km

De 0 a 100 km/h: 9,3 s

Maletero: 341-1.157 l

El compacto de Mercedes presenta una dinámica excelente y un nuevo motor 1.8 diésel con menos potencia que sus rivales, pero con prestaciones equiparables y un consumo muy contenido. Su calidad es elevada, pero las plazas traseras son muy justas y el maletero algo pequeño para una familia. Como en el Audi y el BMW, su equipamiento de serie es justo, mientras que su precio se eleva considerablemente.

Volvo V40 D3 150 CV Kinetic

Precio: 26.610 €

Consumo: 4,3 l/100 km

De 0 a 100 km/h: 9,6 s

Maletero: 335-1.032 l

Referente en seguridad activa y pasiva. Su interior rezuma calidad, pero sus plazas traseras están más indicadas para dos ocupantes, pues su asiento central es incómodo. Su maletero tampoco es muy grande. El acabado Kinetic es el más barato, pero su equipamiento es justo, por ello hay tres acabados más completos. Dinámicamente no está al nivel de sus rivales y tiene un motor 2.4 con cinco cilindros.

Mazda CX-5 2.2D 150 CV Style 2WD, mejor el 2.2 Skyactiv-D

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Tal es la demanda de vehículos SUV que, a día de hoy, casi todas las marcas cuentan con un modelo de este corte. Mazda aún ofrece el CX-7, pero sus 4,70 metros de longitud le sitúan, por poner sólo un ejemplo, a medio camino entre un Volkswagen Tiguan -4,43 metros- y un Touareg -4,80 metros-. Por ello la casa japonesa ha lanzado este CX-5, de medidas más contenidas. Aún así es 13 centímetros más largo que el Tiguan, gracias a sus 4,56 metros. A pesar de su longitud, el CX-5 es ligero, ya que Mazda utiliza la tecnología Skyactiv, que aglutina innovaciones en mecánica, chasis o construcción. Y haciendo referencia a esto último, decir que han usado materiales ligeros en su carrocería. Por ello, este CX-5 2.2 Skyactiv-D arroja un peso de 1.520 kilos, un valor bajo pero 100 kilos mayor que en la versión de gasolina.

Su longitud se traduce en un habitáculo donde se acomodan cinco adultos sin problemas. También el maletero es generoso y parte de 463 litros, aunque estamos obligados a contar con un kit reparapinchazos, pues no hay ni opción a rueda de emergencia. Sí que tiene un hueco específico para dejar la cubierta del maletero si abatimos su asiento trasero, dividido en tres secciones 40:20:40, con un solo gesto gracias al sistema Karakuri.

El acabado del Mazda CX-5 2.2D se acerca al de los modelos 'premium'

Su puesto de conducción mezcla diseño y ergonomía a partes iguales, mientras que su acabado raya al nivel del presentado por rivales de marcas 'premium'. Eso sí, no le han dotado de salidas de ventilación en las plazas traseras, ni llave 'manos libres', aunque de serie equipe arranque por botón en este acabado Style.

Pero la incógnita era saber si merece la pena desembolsar 2.220 euros extra por este moderno propulsor diésel con 2,2 litros de cilindrada, dos turbos -uno pequeño y otro de mayor tamaño que funcionan en serie-, inyección directa con inyectores de 10 orificios y la relación de compresión más baja en un motor de gasóleo: 14,0 a 1. Esta menor compresión permite usar un bloque de aluminio, o cigüeñal, bielas y pistones aligerados, pues éstos están sometidos a esfuerzos menores, reduciéndose así un 10 por ciento el peso del propulsor.

Genera 150 CV, 15 menos que el de gasolina, pero tiene nada menos que 17,4 mkg extra de par motor. Sobre el papel las prestaciones son casi calcadas, pues este CX-5 diésel alcanza 202 km/h de velocidad máxima y acelera de 0 a 100 km/h en 9,2 segundos -200 km/h y 9,0 segundos para el gasolina-; pero nosotros hemos registrado en nuestro habitual circuito de pruebas del INTA un paso de 0 a 100 km/h en 9 segundos exactos. Y es que esta mecánica es sumamente prestacional, además de agradable, pues apenas transmite vibraciones o ruidos al habitáculo. Es más, se asocia a una caja de cambios manual con un tacto magnífico, y aunque sus desarrollos parecen largos no lastran ni un ápice las prestaciones.

Gran seguridad en los adelantamientos en el Mazda CX-5 2.2D

Además de acelerar bien, recupera muy rápido, lo que aporta gran seguridad en los adelantamientos, sobre todo si circulamos con el aforo completo. Y es que sólo necesita 10,1 segundos para pasar de 80 a 120 km/h con la sexta marcha engranada, lo que son cuatro décimas menos que el CX-5 2.0 atmosférico de 165 CV… ¡¡en cuarta!! De hecho, el CX-5 2.0 de gasolina necesitó 22,2 segundos en sexta; o sea, más del doble. Este reprís del motor diésel incrementa el agrado de conducción, pues no obliga a estar tan pendientes de reducir marchas, ni exige llegar hasta la zona roja del cuentavueltas para extraer todo su potencial.

Y no es que este 2.2 Skyactiv-D no nos incite a subir de vueltas, pues llega hasta las 5.200 rpm sin altibajos y con total progresividad, pero es que desde poco más de 1.500 rpm ya tenemos potencia de sobra. Eso se debe a una cilindrada ideal para un vehículo SUV de este tamaño -la mayoría de sus rivales emplean un dos litros, o incluso motores más pequeños- y a sus dos turbocompresores, que funcionan en serie. En cuanto a sus consumos, los 4,6 l/100 km que homologa le permiten eludir el impuesto de matriculación para ajustar el precio final, pero es muy complicado conseguir ese valor en el uso real, donde hemos obtenido un gasto medio de 5,6 l/100 km -el gasolina gastó 7,2 l/100 km-. Aun así, es una cifra estupenda para el nivel de prestaciones de este Mazda. Y es que además de ayudarse del propulsor 2.2 Skyactiv-D, de un coeficiente aerodinámico de 0,33 y del recomendador de momento óptimo de cambio de marchas, todos los CX-5, tanto manuales como automáticos -opción que cuesta 2.050 euros-, disponen del sistema automático de arranque y parada i-Stop, que aunque es rápido a la hora de poner en marcha el motor, no lo apaga en todas las situaciones en las que otros sistemas sí actuarían.

Una muy buena dinámica y un chasis sensacional

Semejante mecánica se alía con un chasis sensacional que le confiere una dinámica muy buena, incluso con unos neumáticos 'comedidos', como los de nuestra unidad -225/65 R17-, que además aportan confort de marcha. La dirección es muy directa y sus frenos, potentes; aunque ha necesitado tres metros más para detenerse desde 120 km/h que el CX-5 de gasolina -ahí se notan esos 100 kilos extra de peso antes citados-.

El equipamiento del acabado Style incluye climatizador bizona, pantalla táctil de 5,8 pulgadas, sensores de lluvia y luces… Pero de manera opcional puede incorporar navegador -510 euros- o lo último en sistemas de seguridad activa, aunque todos se ofrecen en el Pack Safety, cuyo precio asciende a 2.060 euros.

La factura, de 27.670 euros, es parecida a la de sus rivales. Y en cuanto a los 2.220 euros extra frente a la versión de gasolina, nos parece una diferencia asumible, más por agrado y prestaciones que por el consumo real.

Kia Rio, rey de la ciudad y más

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El Kia Rio de 3 puertas de nuestraprueba ofrece, como su hermano de 5, un diseño que entra por losojos, una calidad sobresaliente y un motor diésel de tres cilindrosque anda bien y gasta poco. El resultado es muy interesante, sobre todo porque el coche se vende a un precio muy interesante.

Los planes de Kia en Europa pasan por reposicionar todos sus modelos convirtiéndolos en vehículos de diseño atractivo, calidad conforme a las exigencias europeas, tecnología de vanguardia y una relación equipamiento-precio especialmente competitiva. Hasta ahora esta estrategia se ha ido cumpliendo a rajatabla aunque parece como si al nuevo Rio se le hubiese tratado con un mimo especial, tal es la excelente impresión que nos ha causado la unidad de pruebas que ha pasado por nuestras manos.

Para los que todavía no sitúan al Rio en el panorama automovilístico nacional hay que decir que esta versión de 3 puertas mide 4,04 metros de longitud, es decir exactamente lo mismo que un Seat Ibiza deidéntica carrocería, el modelo más vendido enel segmento de los utilitarios. Pero ahora clava esta medida porque la nueva generación del modelo coreano es más larga y ancha, conun aspecto más deportivo gracias a su menor altura al suelo (1,45 metros). Kia ha querido además, que su Rio destaque en espacio interior y para ello ha recurrido a una plataforma nueva con una distancia entre ejes que aumenta 70 mm. De hecho, con 2,57 metros de batalla, el Riosupera en 10 centímetros la ofrecida por su rival de Seat, una diferencia notable que le ayuda a conseguir un interior sumamente holgado para cuatro adultos y un niño, y un maletero de 288 litros, ligeramente más grande que el anunciado por el modelo español.

Y una vez en el interior es verdad que las plazas traseras son espaciosas tanto en altura como en espacio para las piernas. Además el suelo esprácticamente plano sin apenas túnel central y la consola con reposabrazos situado entre los asientos delanteros invade muy poco la parte trasera, lo que facilita aún más el acomodo de un quinto pasajero. Pero lo que sí que hay que decir es que los ocupantes de esas plazas van a sentir un poco de claustrofobia puesto que no solo su asiento está más bajo que los de delante, si no que la línea de cintura es tan alta que la luna lateral parece más pequeña de lo que es y también queda en una posición elevada. Además, conviene acceder a la parte trasera por el lado del acompañante cuyo asiento se desplaza al abatir el respaldo, algo que no ocurre con el del conductor, dificultando bastante la maniobra si el conductor lleva el asiento muy retrasado.

Buena postura al volante

Pero sentarse al volante del Rio y conseguir caside inmediato una buena postura de conducción es pan comido y nos recuerda rápidamente la facilidad de adaptación que seconsigue por ejemplo en un Volkswagen sea cual sea el tamaño, corpulencia y peso del conductor. Sorprenden la calidad y los ajustes, el diseño y la ergonomía, sus elegantes inserciones en cromado mate y los numerosos y amplios huecos para depositar objetos cotidianos que habitualmente se echan de menos.

Terminando con el repaso al interior, conviene resaltar que el pilar B está tan retrasado y la puerta es tan grande (se nota también en el peso) que los diseñadores del interior han tenido que ingeniárselas para acercar de alguna forma el cinturón a los pasajeros de las plazas delanteras. Lo han hecho con una pieza que es como una extensión rígida que acerca el cinturón, pero que muchas veces molesta en el hombro. Lógicamente no esperábamos el sistema automático de Mercedes pero…

Cada vez son más habituales los motoresde tres cilindros tanto en gasolina como en diésel. Lo que ya no es tan habitual es que éstos ofrezcan un funcionamiento suficientemente refinado y silencioso y que encima lo combinen con un buen rendimiento y un consumo mínimo. Kia lo ha conseguido con su pequeño propulsor de 1,1 litros de cilindrada y 75 caballos. Un motor que sorprende nada más girar la llave de contacto porque no vibra, no suena raro e inicia la marcha con una suavidad increíble. Vamos, de hecho llega al interior más ruido de rodadura que de cualquier otra cosa relacionada con la mecánica. Y es que la marca utiliza para este modelo unos neumáticos Hankook Kinergy ECO en medida 185/65 R15 de bajo rozamiento, seguramente los más indicados para reducir el consumo, pero contariamente a lo habitual, muy ruidosos y sobre todo muy poco eficaces a la hora de frenar o a la hora de sujetar el coche enmojado.

Gasta como un mechero

El motor del Rio 1.1 CRDi de tres puertas empuja desde muy abajo, incluso se aprecia el trabajo del turbo desde unas 1.200 rpm, además el par máximo está disponible entre 1.500 y 2.750 rpm por lo que casi siempre la presión sobre el acelerador encuentra una clara respuesta en el tricilíndrico. Esa eterna búsqueda de un consumo récord ha llevado a Kia autilizar un cambio de 6 marchas impropio de este segmento y esta motorización. De hecho, ni Ibiza, ni 208, ni Polo… ninguno de susprincipales rivales recurre a un cambio de 6 marchas que ayuda a rebajar los consumos con unos desarrollos desahogados en las marchas más largas.

Sin embargo, aunque nuestro protagonista anuncia un consumo medio de 3,8 l/100km equivalente a la cifra de sus rivales (luego hablamos de los datos que han arrojado nuestras pruebas en uso real), lo cierto es que el verdadero protagonista a la hora de hablar de consumos es la versión EcoDynamics que ha homologado un gasto medio de 3,2 litros cada 100 kilómetros, convirtiéndole en el vehículo de motor térmico que menos gasta del mercado español. Pero un poco de truco sí que hay.

El Rio 1.1 EcoDynamics lleva de serie el sistema 'Start/Stop', una parrilla frontal y unalerón trasero específicos, y para reducir el peso, se han suprimido algunos elementos de equipamiento como el aire acondicionado, el limpia trasero, los altavoces traseros… Estas ausencias ahorran un total de36 kilos y en conjunto todo ello permite que el Rio más ecológico anuncie ese gasto récord. Pero sólo los muy entusiastas 'baterrécords' o los que conducen cogiendo el volante con una mano y la calculadora en la otra, querran prescindir del aire acondicionado para lograr un consumo tan bajo. Nuestro protagonista gasta sobre el papel muy poco más y no prescinde de ninguno de esos elementos tan necesarios. Respecto al consumo real lo cierto es que ha ocurrido como en cualquier otro modelo, y los 3,8 litros oficiales de media se han convertido en unos más realistas 4,8 l/100 km. En cualquier caso sorprende que a 90 km/h el gasto no supere los cuatro litros cada cien kilómetros y que haya que hacerlo muy mal o ir muy deprisa y muy cargado para superar los 6 l/100 km.

Muy silencioso en marcha

Pero si hay algo que sorprende de este motor es su insonorización y silencio de marcha, incluso a alta velocidad. Porque ojo, que no por tener solo 3 cilindros y 75 caballos su uso debe limitarse a ciudad y alrededores, ya que este Rio supera un viaje largo con nota. Buena parte de la responsabilidad recae en el nuevo subchasis delantero que soporta el motor, la transmisión y la suspensión porque ha sido reforzado, añadiéndole rigidez. Los soportes del motor tienen amortiguadores hidráulicos más grandes y los de los árboles de transmisión también se han mejorado. Además salpicadero, maletero y capó están mejor aislados y el resto de lacarrocería utiliza nuevos materiales absorbentes. El resultado es una marcha suave y silenciosa, y un agrado de conducción y solidez general que se aprecia solo con recorrer los primeros metros.

Esta versión del Rio no está pensada para un tipo de conducción 'alegre' por llamarla de alguna forma, y sin embargo hay que reconocer que a medida que se aumenta el ritmo y aparecen curvas, el Rio aguanta el tipo con un comportamiento noble y predecible que no comporta ninguna complicación. De hecho esta nueva generación recurre a un eje trasero torsional con mayor solidez que evita el subviraje y a unas suspensiones de mayor recorrido. En cualquier caso en curvas a buen ritmo el coche balancea aunque se queda solo en eso, sin afectar a la trayectoria. A estas alturas, son los neumáticos de bajo rozamiento los que ponen los límites por agarre (las distancias de frenado también se alargan más de la cuenta). La dirección eléctrica, por su parte, ofrece la asistencia adecuada y un tacto adaptado a cada situación sin filtrar en exceso lo que pasa bajo lasruedas.

Al final, la guinda la pone un precio muy interesante y los 7 años de garantía. Desde luego un respaldo comercial, un precio, un modelo y unos consumos muy a tener en cuenta.

Renault Scénic 1.5 dCi 95 CV Expression, más guapo y más listo

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Efectivamente, en su última puesta al día, el Renault Scénic incorporó la nueva familia de motores Energy, que en el caso del 1.5 dCi 110 caballos homologa un consumo de tan sólo 4,1 litros, gracias a la optimización de sus componentes y a la adopción de un sistema 'Start/Stop'. Nuestro protagonista se queda en 95 CV y consume casi medio litro más.

Está claro que la versión más modesta en diésel que nos ocupa brilla, por encima de todo, por su precio. Los 18.700 euros que cuesta se traducen en un ahorro de 1.700 euros a igualdad de equipamiento con el 110, es decir, tenemos 1.236 litros de combustible para gastar y recorrer casi 310.000 kilómetros para amortizar. ¿A que ahora es más atractivo?

95 caballos de potencia

Dicho esto, parece que hablar de 'sólo' 95 caballos de potencia resulta escaso en un vehículo de estas características. Como dato, mencionar que el primer Scénic que vio la luz en 1996 llevaba un motor 1.9 diésel de 64 CV atmosférico y pesaba casi lo mismo…

Dejamos el 'retrovisor' y nos centramos en la actualidad. El Scénic es ahora más guapo y más listo, aunque no se reparte por igual. Nuestro 1.5 dCi refresca su imagen con nuevos paragolpes, faros, aletas y capó, pero no incorpora las llamativas luces de día con diodos.

A nivel tecnológico el acabado Expressión también nos priva de elementos como el Visio System, que abarca cambio de luces de carretera automático o un asistente de cambio de carril involuntario. Sí disponemos de un sistema de arranque en rampa o intermitentes con función autopista.

En marcha esta versión se muestra suave y refinada y no desentona a la hora de analizar el rendimiento, recuperando con más gracia de la esperada pese a los largos desarrollos del cambio manual de seis relaciones.

El Renault Scénic Expression ofrece gran confort

Dinámicamente el Scénic convence porque ofrece un gran confort debido a unos tarado de suspensión muy 'amables', pero a la vez cumple en tramos sinuosos, aunque no puede evitar los balanceos de la carrocería.

Los frenos cumplen y la dirección mejora día a día, pero todavía se muestra algo artificial y no demasiado directa. En cuanto a los consumos, registró 6 litros de media, una cifra atractiva, pero penaliza en ciudad debido a la ausencia de un sistema 'Start/Stop'. En autopista, a partir de los 140 km/h, los ruidos aerodinámicos son evidentes, pero eso parece un problema más para Alemania (tramos sin límites de velocidad) que por aquí.

En un monovolumen la habitabilidad se presupone y el Scénic la tiene. Tiene cinco plazas, aunque la trasera central es algo estrecha para un adulto y te clavas los anclajes de los cinturones en el… Los asientos traseros se pueden extraer para ganar volumen, un espacio que puede llegar hasta unos impresionantes 1.837 litros.

Por último, el acabado Expressión, único disponible con esta motorización, comprende climatizador bi-zona, sensores de luces y lluvia, antiniebla, ESP o regulador-limitador de velocidad.

Hyundai iX35 1.7 CRDI, Kia Sportage 1.7 CRDI y VW Tiguan 2.0 TDI

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Los SUV pequeños y de tamaño medio son los que mejor están aguantando en esta categoría la actual crisis de ventas. Los conductores se han vuelto más comedidos y buscan coches menos castigados fiscalmente, que consuman poco y que no requieran una excesiva inversión. Y en esa fotografía aparecen nuestros tres protagonistas, pero siempre sin dejar de lado un adecuado nivel de agrado al volante.

Al analizar las ventas del primer mes de 2012, hemos decidido olvidarnos intencionadamente por unos instantes de ese huracán llamado Nissan Qashqai que, con su personalidad a caballo entre los SUV y los compactos polivalentes, se ha convertido en todo un fenómeno comercial -2.232 unidades en enero-. En su ausencia, y si atendemos a la difusión en España, en lo más alto del cajón de los SUV estaría el Hyundai ix35 -998 unidades-, seguido del Volkswagen Tiguan -591- y del Kia Sportage -487-, dejando fuera del podio a otros modelos de gran aceptación y tan variopintos como el Dacia Duster -455-, el recién llegado Range Rover Evoque -416- o los Mitsubishi ASX -371-, BMW X1 -355-, Ford Kuga -346-, Toyota Rav4 -284- o Audi Q3 -279-, entre otros.

El Kia Sportage 1.7 CRDI es el más asequible de los tres SUV

Por tanto, en este combate a tres bandas contamos con los todocamino más demandados, que hemos puesto en escena a través de sus versiones turbodiésel más económicas. En los datos de presentación aparece el Sportage como el más barato, ya que nuestra unidad contaba con el acabado más sencillo, Concept. Su equivalente en el ix35 sería la terminación Classic -22.400 euros- y en el Tiguan el Advance -26.310 euros-. Pero, también hay que tener en cuenta que mientras Volkswagen no anuncia en estos momentos ninguna promoción para el Tiguan, sí cuentan con ella los modelos de Hyundai -1.500 euros- y Kia -2.483 euros-. De esta forma, y tras echar cuentas, el más asequible de los tres sería el Sportage -20.367 euros incluyendo el descuento-, quedando muy cerca el ix35 -a igualdad de equipamiento sería sólo 533 euros más caro- y el Tiguan -entre 5.500 y 6.000 euros más caro que sus contendientes-, ya a una distancia considerable.

La dotación básica del Kia incluye aire acondicionado -de regulación manual y sin escala de grados en el selector de temperatura-, radio-CD mp3 con mandos de control en el volante, ordenador de viaje, control de crucero, asiento del conductor regulable en altura, cuatro elevalunas eléctricos, retrovisores eléctricos y calefactables, bluetooth y conexión USB, control de estabilidad ESP, ayuda al arranque en pendientes, control de descensos, ocho airbag -incluyendo los de cortina para las plazas delanteras y traseras-, barras en el techo y unas llantas de aleación de 16 pulgadas. Eso sí, para contar con luces antiniebla o con los faros delanteros de leds, que resaltan claramente la imagen frontal del Sportage, hay que dar el salto a la terminación Drive.

El ix35 Comfort suma, a lo ya mencionado, climatizador bizona, cristales traseros oscurecidos, tapicería mixta de tela y cuero, alarma, llantas de 17 pulgadas y algunos detalles extras de funcionalidad y confort -por eso la diferencia de precio frente al Sportage Concept-. El Tiguan probado contaba con el acabado T1 que incorpora bastantes detalles de los que carecen sus rivales: faros antiniebla con luz estática de giro, encendido automático de luces, sensor de lluvia, retrovisor interior fotosensible, pantalla táctil de 6,5 pulgadas o -como promoción especial en este acabado- el sistema Park Assist 2.0, que ayuda a aparcar tanto en las plazas situadas en línea como en batería.

En cuanto al interior, el Volkswagen Tiguan está un paso por delante

Al comparar el interior de todos, el SUV de Volkswagen demuestra que está un paso por delante en cuanto a calidad de acabado, presentación y minuciosidad en el cuidado de los ajustes; lo que no significa en ningún caso que haya que realizar reproches importantes al ix35 o al Sportage, dos modelos que cumplen en dichos aspectos y que muestran el notable progreso experimentado por Kia y Hyundai en los últimos años.

Cualquiera que se fije con atención en el salpicadero o en los detalles interiores de los SUV coreanos encontrará una enorme similitud en la disposición de los equipos de sonido y climatización, las rejillas de ventilación, los mandos del volante, los satélites anexos, los elevalunas, las conexiones multimedia, los huecos portaobjetos o incluso en los botones del ordenador de viaje colocados en el lado izquierdo de la cúpula que envuelve los relojes de la instrumentación. Todo está en el mismo sitio y sólo hay cambios de diseño, pues ambos todocamino en realidad son hermanos 'gemelos' y cada marca ha optado por ofrecer su propio estilo.

La explicación es sencilla. Hyundai es un gigantesco grupo industrial surcoreano presente en numerosos sectores (infraestructuras, naviero, centros comerciales, maquinaria, inmobiliario…) y Kia es una marca más con la que cuenta dicho consorcio de empresas en el mundo del automóvil. De ahí que ix35 y Sportage compartan la misma plataforma, recurran a la misma tecnología, utilicen idénticos motores y transmisiones y se fabriquen en la misma factoría. Y dicha planta de producción no está precisamente en Corea del Sur; en concreto, está situada en la ciudad eslovaca de Zilina, que curiosamente sólo dista 790 kilómetros de la instalación alemana de Wolsfburg, de cuyas líneas de montaje sale el VW Tiguan. Es un detalle que da a entender el interés de Kia-Hyundai por ofrecer unos automóviles realmente adaptados al gusto europeo y con unos estándares de fabricación en consonancia.

Si pasamos al capítulo de la habitabilidad, no hay grandes diferencias entre ellos y los tres ofrecen un espacio correcto en relación a su tamaño. El Tiguan presenta exteriormente la carrocería más estrecha y también ofrece un poco menos de distancia entre ejes, pero al medir las cotas interiores las diferencias son mínimas y los tres ofrecen una capacidad similar en las plazas traseras -destaca un poco más de anchura en el Sportage-, siempre las más conflictivas. Cinco adultos pueden acomodarse para viajar en cualquiera de ellos, aunque la plaza central trasera pierde algo de confort frente a las laterales en los tres. Sí hay algunos detalles más cuidados en el VW, como la salida de ventilación posterior de la que prescinden sus rivales o, a la hora de buscar versatilidad, el hecho de que la banqueta trasera se pueda desplazar hasta 16 centímetros de forma longitudinal, lo que permite ampliar el volumen del maletero si es necesario, anunciando un mínimo de 470 litros en el Tiguan y 465 tanto el ix35 como el Sportage. La igualdad es máxima, pero a favor de los SUV de Hyundai y Kia juega la rueda de repuesto de tamaño normal que se esconde bajo el suelo de carga, y que en caso de un contratiempo ofrece más garantías que el kit reparapinchazos del modelo alemán.

Puesta en marcha del Hyundai iX35 1.7 CRDI, Kia Sportage 1.7 CRDI y VW Tiguan 2.0 TDI

Los ix35 y Sportage utilizan el mismo motor 1.7 CRDi de 115 CV frente al 2.0 TDI de 110 CV del Tiguan, aunque éste anuncia algo más de par máximo: 28,6 mkg frente a 26,5. En la práctica ambos propulsores ofrecen un funcionamiento general muy agradable -el CRDi es un poco más rumoroso en frío- y responden con bastante energía desde bajo régimen, aunque a la hora de medir las prestaciones con nuestro 'correvit' es cuando aparecen datos concluyentes. Al acelerar de 0 a 100 km/h o tras cubrir el primer kilómetro, los tres casi calcan cada décima de segundo que invierten. No son unas balas, pero su 'puesta en acción' es más que suficiente. Otra historia son las recuperaciones, que marcan más claramente la capacidad de reacción a la hora de viajar, al afrontar un adelantamiento o al ascender por un puerto. Así, para pasar de 80 a 120 km/h en 4ª los 'gemelos' coreanos hacen 9,8 y 9,9 segundos, respectivamente, con dos décimas más para el Tiguan, un reprís correcto para su envergadura y nivel de potencia. A partir de ahí, el SUV de VW acusa unos desarrollos demasiado largos y mientras el ix35 y el Sportage realizan la misma maniobra en 5ª en unos 11,5 segundos, el Tiguan invierte 3 segundos más. En 6ª ya es casi 6 segundos más lento -todo un mundo- que el Kia y el Hyundai, que prácticamente van a la par en todo momento.

Además, según los datos aportados por cada fabricante, el Tiguan supera en unos 130 kilos en la báscula a sus oponentes, un lastre que también se acaba notando a pesar de contar con un magnífico motor. Y esa ecuación 'peso/relaciones largas de cambio' también acaba pasando factura en el apartado de consumo. En realidad se trata de un TDI Bluemotion Technology, que lleva avisador de cambio de marcha óptimo -ix35 y Sportage también lo incluyen-, el dispositivo 'Start&Stop' de parada y arranque automático del motor y el sistema de recuperación de energía en las frenadas, pero el consumo homologado coincide con el de sus rivales, incluso en el exigente ciclo urbano a pesar de que ellos no cuentan con 'Start&Stop'. Así, hemos medido al Tiguan TDI 110 un gasto medio real de 7,4 litros, frente a los 6,9 que ha registrado al ix35 CRDi 115 y los 6,8 del Sportage CRDi 115. Lo curioso es que cuando probamos en su día el Tiguan TDI 140 de tracción delantera, éste gastó sólo 6,7 litros a pesar de sus 30 CV extras, sobre todo porque la respuesta del conjunto motor/cambio de esa versión se adapta mejor a una orografía variable, mientras que el 110 CV 'sufre' más cuando circula por trazados poco favorables y hace trabajar a la mecánica a regímenes más altos.

El consumo del Hyundai iX35, el Kia Sportage y el Volkswagen Tiguan

En cualquier caso, aunque los datos corroborán que en la relación prestaciones-consumo los ix35 y Sportage sacan ventaja, sería injusto no reconocer que el Tiguan que aquí rivaliza con ellos ofrece un rendimiento global satisfactorio y demuestra tener mucha 'alma viajera', tanto por su agrado al volante como por el confort de marcha que transmite. Los SUV de Kia y Hyundai también van bien servidos en cuanto a comodidad, pues la insonorización es buena en ambos -a pesar de algún silbido en los retrovisores del ix35-. El desarrollo conjunto hace que presenten el mismo esquema de suspensiones, pero con una puesta a punto que en nuestras unidades variaba ligeramente al ser algo más blanda en el Kia y algo más firme en el ix35, aunque los dos filtran bien las irregularidades del asfalto. Su comportamiento es sano en todo momento, demostrando una buena estabilidad en curva. En este sentido se aprecia la evolución de las marcas coreanas, que ganan en eficacia y contienen más ese balanceo de la carrocería que se percibía antaño en otros SUV de sus gamas, cuando primaban excesivamente el confort.

Frente al Tiguan, tanto el ix35 como el Sportage muestran una dirección más flotante, que se adapta bien a las maniobras en ciudad, pero que obliga a ciertas correcciones al circular por carretera. El todocamino de VW muestra un grado superior de aplomo, que es todavía más apreciable al abordar carreteras de curvas enlazadas, pues consigue llevar al conductor una sensación más cercana a la de un turismo y con un tacto de conducción más consistente. En este sentido está en primera línea entre los SUV a la hora de valorar el comportamiento dinámico. Por cierto, su depósito de combustible es algo más grande que el de sus rivales coreanos -ofrece 9 litros más-, lo que también posibilita trayectos más largos sin repostar.

Ya decíamos al principio que las propias encuestas realizadas a los conductores habituales de SUV ratifican que una gran mayoría nunca pisa el campo. Por tanto, estas versiones de tracción delantera son la alternativa idónea para quienes no decidan abordar un barrizal, no sean aficionados al esquí o no se muevan con frecuencia por zonas en las que sea normal padecer un crudo invierno. Obviamente, estos SUV ofrecen suficiente altura al suelo como para moverse sin problemas por un camino o una pista en buen estado si algún día llega la ocasión. Además, a pesar de no disponer de tracción total, tanto el ix35 como el Sportage incluyen un control de descensos, que aumenta la seguridad al circular fuera del asfalto por una pendiente pronunciada. Pero ojo, porque en estos casos no caben las medias tintas, y quien tenga claro que va a abandonar el asfalto con cierta frecuencia o va a circular muchos días al año por carreteras de firme deslizante debe pensar en una variante 4×4.

Y como todos rondan los 4,40 metros de largo, ninguno de los tres resulta muy aparatoso a la hora de moverse por ciudad, con la ventaja de disponer de un puesto de conducción sobreelevado que ayuda a controlar mejor el entorno. El diseño de los salpicaderos tiende a lo funcional, pero se nota que todo aparece más ordenado en el Tiguan. Y la instrumentación también se lee fácilmente en cualquiera de ellos, aunque en los modelos coreanos se echa en falta un sencillo avisador de luces encendidas. Pero sólo son pequeños detalles que no impiden que Hyundai ix35 y Kia Sportage den la cara ante un SUV tan valorado como el VW Tiguan, al menos en estas versiones turbodiésel más asequibles.

Ford C-Max 1.6 Ecoboost 150. Para toda la familia

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El pasado mes de noviembre pasaba por nuestras manos el nuevo C-Max, y la verdad es que nos dejaba gratamente sorprendidos por su dinámica y por las prestaciones ofrecidas con la combinación del motor 2.0 TDCi de 140 CV y el cambio automático Powershift de doble embrague. Poco después, probábamos el Grand C-Max que con sus 14 centímetros extra, ofrece espacio para 7 ocupantes. Montaba el motor 1.6 TDCi de 115 CV y a pesar de tener 25 caballos menos y del aumento de peso y de longitud, ofrecía un elevado placer de conducción, convirtiéndose en una opción más que recomendable.

Y es que mejorar la dinámica del anterior C-Max, un monovolumen que transmitía sensaciones más parecidas a las de un turismo que a las de cualquier otra cosa, ha sido todo un reto para Ford. Por ello han desarrollado una nueva plataforma con elaboradas suspensiones independientes en ambos ejes, que utilizarán los nuevos modelos del segmento 'C', incluido el inminente Focus y el futuro Kuga. Tras los primeros compases al volante de nuestro protagonista nos damos cuenta de que han conseguido un perfecto equilibrio entre confort y dinámica, pues filtra al máximo las irregularidades del asfalto, pero siempre aportándonos una elevada seguridad, algo que se nota con los mínimos balanceos que genera una carrocería con 1.626 milímetros de altura.

En este sentido, el C-Max sería capaz de poner en apuros a más de un compacto de altos vuelos. Pero aquí no acaban las cosas, pues su dirección es muy directa y tiene un tacto perfecto. Y por si fuera poco, es capaz de detener sus 1.385 kilos en sólo 53 metros, lo mismo que un Maserati GranTurismo S y 4,2 metros menos que el C-Max 2.0 TDCi. Esto se debe a que Ecoboost y TDCi comparten equipo de frenos, pero el gasolina pesa 103 kilos menos, algo que también le ayuda a la hora de hablar de eficacia en curva, pues aunque muchos no le den importancia, son 103 kilos menos tirando del eje delantero.

En gasolina, Ecoboost

La mayoría de las ventas en nuestro país del C-Max recaerán en los excelentes TDCi, pero Ford ha apostado por los nuevos motores Ecoboost de gasolina. Esta tecnología se ayuda de la inyección directa de gasolina y del turbocompresor, para ofrecer unos niveles de potencia sorprendentes. Estrenados en Mondeo y S-Max con el 2.0 de 203 CV, Ford ha rebajado la cilindrada para adecuarlo a modelos compactos. El resultado es un propulsor fabricado íntegramente en aluminio con 1,6 litros y turbo que proporciona 150 CV y un par máximo de 27,5 mkg entre 1.900 y 3.500 rpm.

 Así se convierte en la opción más potente de gasolina, por delante de los 1.6 Ti-VCT atmosféricos de 105 y 125 CV. En marcha, todo esto que pinta tan bien se traduce en un agrado sobresaliente. Empuja con suavidad, pero a su vez con contundencia, incluso por debajo de esas 1.900 rpm -de hecho si somos delicados con el acelerador el recomendador de marcha nos pedirá subir de velocidad a 1.800 rpm-, pero desde esa cifra estira sin contemplaciones hasta acariciar la zona roja, mostrando todo el potencial que esconde el 'pequeño' Ecoboost. Aunque gran parte del mérito lo tiene su extraordinario cambio manual de 6 relaciones -habrá opción más adelante a Powershift- con un tacto preciso y unos desarrollos muy bien escalonados.

Esta asociación da resultados sorprendentes, como los 9,1 segundos que ha necesitado para acelerar de 0 a 100 km/h, 3 décimas menos que lo homologado por la marca y una décima más rápido que el 2.0 TDCi con el efectivo cambio Powershift, y frente al que pierde sólo cuatro décimas de segundo en pasar de 80 a 120 km/h en 4ª velocidad. Y todo ello con una unidad de pruebas que, con poco más de 1.000 km, estaba casi en rodaje.

Consumo contenido

Este derroche de energía no tiene por qué acarrear consumos desmesurados. Bien es cierto que el C-Max Ecoboost homologa un optimista gasto medio de sólo 6,6 l/100 km. Y decimos optimista, porque a nosotros se nos ha ido hasta los 7,8 l/100 km, que aun así es una cifra muy buena para su potencia, y sensacional si lo comparamos con los 7,2 l/100 km que necesitó la versión 2.0 TDCi Powershift antes mencionada.

Lástima que los C-Max de gasolina cuenten con un depósito de sólo 55 litros, aunque como en el resto, su tapa hace la función de tapón, una solución ingeniosa y efectiva, pero si cerramos el coche, ésta siempre queda abierta. Ésta es una de las innovaciones técnicas de las que presume el C-Max, pero entre su equipamiento -de serie u opcional a precios más que razonables- se encuentran elementos como los faros bi-xenón con luz de giro, sensor de ángulo muerto, cámara de marcha atrás, sistema de aparcamiento asistido -que funciona de manera excelente-, portón trasero eléctrico, llave manos libres y arranque por botón, techo panorámico, 8 airbag, ESP…

Otro aspecto en el que ha mejorado el C-Max ha sido en calidad, pues ahora todos los plásticos superiores del interior son blandos y sus ajustes son muy buenos. Pero deberían haber pulido detalles como el cierre de la guantera -no ajusta bien porque el cierre está en un extremo-, los plásticos que quedan en las zonas bajas o la frágil bandeja trasera.

Su amplitud interior es muy buena, pero se echa en falta algo más de maletero -cubica 471 litros con el kit reparapinchazos de serie- y un asiento central trasero más amplio; o que los asientos traseros fueran deslizables de serie, pues son una opción que cuesta 200 euros.

A pesar de todo, a nadie va a defraudar a la hora de hablar de versatilidad, y mucho menos lo hará a su afortunado conductor, que habrá apostado por un extraordinario C-Max de gasolina que ofrece excelentes prestaciones, una dinámica 'casi de deportivo' y un consumo tan ajustado como su precio, porque el C-Max 1.6 Ecoboost Titanium compensa cada uno de sus 21.500 euros.

Volkswagen Golf GTI 35 DSG. Tarta de cumpleaños

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Gran Turismo Inyección. Eso es lo que significan las siglas que decoran la carrocería de algunos Golf desde hace 35 años. Y es que en 1976 Volkswagen lanzaba un Golf con un motor 1.6 de 110 CV, que denominaron GTI. Sin embargo, nadie sabía la repercusión que tendrían esas tres letras mágicas. Ahora, y tal como pasó con su 20, 25 y 30 aniversario, Volkswagen ha sacado una edición limitada para celebrar esa fecha. Su 35 cumpleaños.

Esta nueva edición conmemorativa deriva del actual GTI, pero cuenta con ligeros detalles estéticos como el faldón negro que decora su paragolpes delantero, los retrovisores negros, las llantas 'Watkins' de 18 pulgadas con neumáticos 225/40 o los pequeños logos '35' de sus aletas. Y como sobran las presentaciones, no hay ninguna referencia exterior al Golf, ya que en su zaga sólo encontramos esas tres letras que han marcado cátedra.

Interior con pocas sorpresas

Su habitáculo se diferencia del resto de Golf en pocos detalles, ya que mantiene su gran amplitud, su maletero de 350 litros con rueda de repuesto de emergencia o incluso las salidas de ventilación traseras. Y aunque para algunos sea un sacrilegio, por 650 euros lo podemos pedir incluso con carrocería de cinco puertas. Entre esos detalles que lo diferencian del GTI convencional se encuentran unas estriberas específicas, una tapicería con la inscripción '35' y costuras rojas -abandonando así los clásicos cuadros-, un pomo que nos remonta a la década de los 70 al simular una pelota de golf y… nada más, pues cualquier otro detalle de deportividad interior ya lo incorpora un Golf GTI 'normal'.

Un salpicadero excesivamente sencillo, pero de mandos lógicamente situados, unos asientos perfectos por dureza y sujección, y una postura de conducción ideal -sólo molestan en la visión los reposacabezas traseros, específicos del GTI- hacen que nos sintamos con ganas de ponerlo en marcha.

El acceso 'manos libres' y el arranque por botón -no es de un toque y requiere mantenerlo pulsado hasta que se pone en marcha- es una de las pocas opciones de este equipadísimo Golf, junto al aparcamiento asistido, el techo solar, el sistema de navegación o los airbag laterales traseros. Y es que este Golf comparte con el GTI 'normal' elementos como los faros de xenón con luz diurna LED, control de velocidad, climatizador bi-zona o los pilotos traseros LED, entre otras muchas cosas.

El sonido del motor anuncia lo que hay

Nada más arrancarlo un suave bramido invade el habitáculo y nos prepara para lo que estamos a punto de experimentar. La combinación DSG -de 6 velocidades con embrague en baño de aceite- con el motor 2.0 TSI apunta maneras desde el principio y se muestra realmente agradable cuando hacemos un uso 'civilizado' de él, ya que nada más acariciar las 2.000 rpm sube de marcha para ahorrar carburante y puede dejar el motor a sólo 1.400 rpm. Pero tranquilos, ya que con un leve roce al acelerador gana velocidad sin necesidad de reducir de marcha. Todo esto es realmente efectivo en ciudad y en vías rápidas, pues aumenta el confort que se puede perder por culpa de su suspensión, aunque no es nada para alarmarse. Además, para los más 'delicados' se ofrece en opción un chasis adaptativo DDC, por 920 euros, que permite variar la dureza en tres modos: Sport, Confort y Normal.

Sin embargo, la firme suspensión de origen es la que le proporciona a este Golf una pisada excepcional cuando avivamos el ritmo. Ahora echamos de menos que el sonido invada en mayor proporción el habitáculo -el sonido es controlado por un actuador en su sistema de escape-. Pasamos el cambio a modo secuencial -cuenta con levas de serie- como si cambiásemos el chip a modo 'carreras'. En carreteras reviradas es noble, predecible, frena de maravilla, el ESP es totalmente desconectable, su cambio efectúa en las reducciones un perfecto punta-tacón y corre que da gusto -su velocímetro sobrepasa los 200 km/h con una facilidad pasmosa-… ¿Qué más podemos pedir?

No hubiera estado de más una dirección más directa -tiene 2,9 vueltas entre topes- y con mayor dureza a alta velocidad, o un tren trasero que nos diera algo más de sensación de aplomo, aunque bien es cierto que cuando le 'coges el truco' es sumamente divertido. También podrían haberse decantado por un autoblocante delantero mecánico, y no por el electrónico XDS. No por efectividad, pues minimiza las pérdidas de tracción, sino porque realiza un trabajo contranatura, ya que cuando patina alguna rueda en aceleración, lo que hace es frenarla -funciona de manera similar al ESP-. Así, en conducción deportiva sin haber desconectado el ESP, y sin haber tocado los frenos, nos podemos llegar a quedar sin éstos. Y todo ello por acelerar más de la cuenta. Cuando menos, curioso. Menos mal que dicho equipo de frenos cumple con nota por resistencia.

Sin embargo, el XDS es vital para domar los 235 CV extraídos del motor del Golf R. Sí, así es. Este motor, que tiene reforzadas bielas, pistones y cigüeñal, no es una versión potenciada del GTI, sino una variante 'descafeinada' del R -que también es un 2.0 TSI-. Con esto se asegura su fiabilidad. Gana 24 CV respecto al GTI -cada uno de esos caballos ganados cuesta 111,67 euros- y pierde 35 CV frente al R -en cada caballo perdido nos ahorramos 141,43 euros-.

Más sensaciones que décimas

Según los datos oficiales, con los 6,6 segundos que necesita el '35' para acelerar de 0 a 100 km/h, es 0,3 segundos más rápido que el GTI. También gana 7 km/h de velocidad máxima, llegando a los 247 km/h. Sin embargo, para que su propietario aprecie esa leve mejora de prestaciones en la calle, realmente le haría falta tener un sexto sentido, pues ya un GTI de 211 CV corre 'que se las pela'.

Pero nosotros hemos buscado esas diferencias reales. Un Golf GTI que pasó por Motor16 con cambio DSG hizo el 0-100 km/h en 6,3 segundos -0,6 segundos más rápido que lo homologado-, y nuestro '35' en 6,4. Mal empieza. Aquel GTI cubría los 1.000 metros en 26,4 segundos, y el '35' ha necesitado 26,3. Sólo gana por una décima. La misma décima que mejora a la hora de efectuar una simulación de adelantamiento respecto al GTI 'a secas'. Esto se debe más que al aumento de potencia, a que en el '35' los desarrollos del cambio son ligeramente más cortos, algo que además le ha servido para penalizar en el consumo -en uso real gasta justo un litro más de media que el GTI-, aunque nos ha dado un gasto totalmente lógico.

Con estos datos; ¿interesa ese desembolso extra de 2.680 euros respecto a un GTI, a igualdad de cambio?

Pues la respuesta debería ser afirmativa, aunque sólo sea para que todos aquellos enamorados de los GTI puedan decir que conducen una unidad que conmemora sus 35 años de vida. Personalmente, yo destinaría esa diferencia a dotar a mi GTI DSG 'a secas' de algo de equipamiento opcional. Además, nadie me podría negar que conduzco una leyenda del automovilismo que todos han querido imitar, pero que nadie ha podido igualar.

Ford Grand C-Max 1.6 TDCI 115. Comodidad para 7

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Cuando en 2003 conduje por vez primera el C-Max lo que más me llamó la atención fue su comportamiento de turismo, su agrado de manejo y su paso por curva. Es decir, las virtudes dinámicas del Focus pero aplicadas a un monovolumen compacto. Y ahora, siete años después, constato que esta segunda generación es digna heredera de la anterior, porque presume de una calidad de conducción que, a nuestro juicio, se convierte en referencia dentro del segmento de los familiares monovolumen compactos. O sea, lo mismo que ocurre con el S-Max si lo comparamos con sus rivales de parecida longitud.

Ya lo contábamos hace tres semanas en la prueba del C-Max 2.0 TDCi de 140 CV con cambio automático Powershift de doble embrague, pero es que nuestra impresión sigue siendo la misma incluso en la versión analizada en estas páginas, de planteamiento más sosegado y familiar: mecánica 1.6 TDCi de 115 CV, cambio manual y carrocería grande. Porque, y ésa es la gran novedad en este modelo, ahora se ofrecen dos 'tallas' de C-Max: la que internamente llaman 'Compact' en la marca del óvalo azul y la denominada Grand C-Max -el logo trasero es el mismo en ambas-, que cuesta 1.350 euros más y tiene 14 centímetros extra de largo, debido a que su distancia entre ejes crece en esa proporción. Y este novedoso C-Max de talla grande permite elegir al usuario entre dos fórmulas: con dos filas de asientos, que es como viene de serie, y con tres, si pagamos los 650 euros que cuestan las dos butacas extra independientes y escamoteables -se guardan bajo el suelo del maletero con gran facilidad-. Cuando colocamos esos asientos desde el maletero da la sensación de que se trata de plazas reservadas a niños, pues los respaldos son muy bajos y existe una llamativa distancia hasta los reposacabezas. Sin embargo, en la práctica el resultado es mucho mejor y dos adultos pueden acomodarse, ya que hay casi 90 centímetros de altura libre al techo en esa zona y no falta anchura. Lo peor es el hueco para las rodillas, pero hasta eso puede solucionarse porque la segunda fila es corredera, lo que permite equilibrar el espacio disponible en las dos filas traseras. Un ejemplo: con un españolito medio al volante -1,75 metros de estatura-, la cota longitudinal en la segunda fila es de 74 centímetros, y de sólo 57,5 en la tercera; pero si avanzamos al máximo la fila intermedia quedan 60 centímetros en la segunda y 71 en la tercera.

Gran modularidad interior

La capacidad modulable del Grand C-Max no termina ahí, pues hay otra sorpresa: la plaza central de la segunda fila puede guardarse fácilmente bajo la banqueta de la plaza derecha, creándose un pasillo por el que los niños pasarán a la tercera fila sin necesidad de abatir los respaldos de la segunda. Pero hay un 'precio' a pagar, y es la excesiva estrechez de esa plaza central, que deberá reservarse al pasajero menos voluminoso de la familia.

En cuanto al maletero, poco que objetar al volumen de carga cuando sólo necesitamos dos, tres, cuatro o cinco plazas, pese a que los litros homologados sean menos que los anunciados por sus rivales. Sin duda, la regularidad de formas ayuda a que aprovechemos mejor la capacidad. Pero si están las tres filas en uso la cosa cambia, y apenas cabe equipaje, pues hay 92 litros; y 56 si, como en nuestra unidad de pruebas, el coche equipa la rueda de repuesto 'mini' -de serie lleva kit de reparación de pinchazos-.

El puesto de conducción merece los mejores calificativos, pues las butacas delanteras son cómodas y sujetan, hay visibilidad correcta en todas direcciones, la instrumentación cae en el sitio correcto y todos los mandos quedan a mano, aunque puestos a pedir nos habría gustado que la consola central estuviese levemente orientada hacia el conductor. Además, el volante agrupa multitud de botones con los que podemos controlar las funciones más importantes, aunque su manejo exige cierta práctica y más atención de la deseable. Por ejemplo, para desactivar el control de tracción o consultar datos del ordenador son necesarios varios pasos.

En marcha, sorprende

Ya en marcha, el Grand C-Max empieza a demostrar que los ingenieros han trabajado bien. El tacto de los pedales y de la palanca de cambios es magnífico, y la dirección es una de las más logradas de cuantas hemos probado con asistencia eléctrica: sólo dos vueltas y media entre topes, precisión, suavidad a baja velocidad y firmeza a ritmos de marcha altos… Eso genera un agrado de uso que se completa con otras virtudes, como la calidad que transmiten palancas y botones, el buen acabado general -los plásticos de la parte baja del salpicadero parecen algo menos robustos-, el silencio de marcha o la ausencia de vibraciones mecánicas y de rodadura. Y encima, la versión Titanium probada aporta un completo equipo de serie: climatizador de dos zonas, luces interiores de tecnología led, sensores de lluvia y oscuridad, asistente de arranque en pendientes, ocho airbag, ESP…

Ford quería, además, que su nuevo C-Max fuese un referente tecnológico en el segmento, y ha preparado por ello una carta de opciones espectacular donde podemos hallar techo panorámico con cortina eléctrica, llantas de hasta 18 pulgadas, asientos calefactables, tapicería de cuero, portón trasero eléctrico, sensor de ángulos muertos laterales, sistema de estacionamiento semi-automático, toma eléctrica de 230V, cámara de visión trasera, sensores de parking o control de presión de neumáticos. Es decir, que podemos configurar un Grand C-Max de nivel 'premium', aunque muchos elementos se agrupan en paquetes y eso no siempre es lo mejor para nuestro bolsillo.

El motor Duratorq 1.6 TDCi, que ahora rinde 115 CV, se beneficia de una relación de compresión más baja, de un turbocompresor más pequeño -al tener menos inercia 'despierta' a un régimen menor- y de una inyección por rail común con más presión. Su rendimiento es muy bueno, pues a pesar de su comedida cilindrada -1.560 centímetros cúbicos- es capaz de aportar, gracias a la función 'overboost', hasta 29,1 mkg de par -son 27,6 mkg cuando no aceleramos a fondo-. Y eso, combinado con un cambio de seis marchas de desarrollos acertados, da un gran resultado sobre la carretera. No es un misil -de 80 a 120 km/h en cuarta emplea 11,4 segundos-, pero satisfará a casi todos, sobre todo porque las prestaciones son correctas y el chasis va de maravilla: buen tacto, frenada resolutiva y dosificable, estabilidad excelente en todo tipo de curvas… Hasta podemos hablar de 'deportividad', un término que se le atragantaría a la mayoría de sus competidores.

Esperábamos más, eso sí, en cuestión de ahorro, ya que se anuncian 4,9 l/100 km de media -4,6 con carrocería C-Max compacta- y le hemos medido 7,1 litros, que no es ni mucho ni poco tratándose de un siete plazas, pero sí bastante más de lo homologado. Ahí juegan en su contra una aerodinámica sólo correcta -Cx de 0,32, cuando el C-Max 'normal' tiene 0,30 y el Peugeot 5008 presume de 0,29- y, sin duda, el escaso rodaje de nuestra unidad de pruebas, que nos llegó con menos de 500 kilómetros.

El 'museo' de la historia de Seat

Algún día, de momento bastante lejano, Seat tendrá un museo y cuando ese día llegue, la marca podrá llenarlo de joyas motorizadas. Esto ocurrirá no por llevar a término un bonito, ambicioso y calculado proyecto empresarial, sino gracias a que en su día, hace ya años, Elvira Veloso, responsable del parque de vehículos, tuvo la iniciativa de ir guardando coches casi de forma secreta en un rincón de la Zona Franca. Ese origen casi clandestino de lo guardado en la Nave A 122 contrasta con el interés que en la actualidad tiene la marca por potenciar y enriquecer esta colección con la vista puesta en el futuro museo.

Termine como termine la historia, Motor 16 ha tenido la oportunidad exclusiva de entrar en el vigilado recinto y, casi como si de un 'Expediente X' se tratase, ir desvelando todos y cada uno de los modelos guardados bajo un plástico de protección. Auténticas joyas de colección con orígenes diversos.

Una colección casi clandestina

Elvira -hoy ya jubilada dedica su tiempo a estudiar Historia del Arte-, guardaba todo lo que podía aunque en condiciones precarias debido a la falta de presupuesto, los robos… Esta situación se normalizó cuando Andreas Schleef fue nombrado presidente de la marca en noviembre de 2001. Se le explicó la situación y Schleef ordenó el traslado de la colección a la Nave A 122, además de dotar de un presupuesto para completar la lista de modelos.

A partir de entonces Seat le da un gran empujón a la colección de vehículos comprando y restaurando si es necesario modelos históricos que a nadie se le había ocurrido guardar. A la vez se forma un equipo de restauradores que, para no interferir en la producción, son trabajadores prejubilados que cumplen sus horas reviviendo modelos que les llegan como material de desguace.

Ni que decir tiene que la nave es una caja de sorpresas con modelos tan sorprendentes como el Papamóvil, el Seat 1400, muchos modelos que nunca llegaron a comercializarse, muchas primeras series, concepts o 'bichos raros', como un Fiat 600 Multipla Torpedo Marina 'tuneado' y firmado por Seat con mucha historia en sus entrañas. Ésta es una muestra de lo que encierra tras sus muros la Nave secreta A 122, de la que no conocen su existencia ni los trabajadores de las prensas que trabajan cada día a sólo 100 metros de distancia. Ésta es, también, la historia de un sueño.

Las joyas de la corona

Esta auténtica rareza de 1966 derivada del 600 recibía el nombre de Fiat 600 Multipla Torpedo Marina, una variante firmada por el carrocero turinés Savio especialista en Fiat. Seat le puso su escudo y dedicó el modelo para las visitas a la fábrica de Franco y otras autoridades. Inicialmente era descapotable, pero los invitados se manchaban de grasa por lo que se cerró con un techo panorámico. Tenía siete plazas en 3 filas.

En los años 80 y 90, Seat no estaba precisamente boyante en cuanto a liquidez, sin embargo no le faltaban ideas. Estas dos variantes descapotables son dos de ellas que nunca vieron la luz. Del Ibiza no hubo ni proyecto posterior. Del Córdoba sí, aunque la relación inversión-ventas no era propicia.

El Proto C adelantaba algunos rasgos característicos del Ibiza lanzado en el 93, sobre todo rasgos de la parte trasera. Afortunadamente se tomaron muy pocos de la parte delantera.

850 Sport Spider, diseñado por Bertone

El 850 Sport, estaba basado en el Fiat 850 Sport Spider y diseñado por Bertone. Su motor tenía 903 centímetros cúbicos y daba una potencia de 52 caballos con los que alcanzaba una velocidad máxima de 150 km/h. Pesaba 730 kg. 

La fabricación del 800, la versión del 600 con cuatro puertas, no era sencilla. Se mandaba la carrocería desnuda de un 600 a Carrocerías Costa y allí se cortaba y alargaba 18 cm. con una plancha adicional. Se produjeron 18.200 coches en 42 meses.

El 850 de 4 puertas es una versión exclusivamente española del utilitario nacido en 1966. Se trataba de un modelo con un chasis alargado de Carrocerías Costa.

Un Seat Marbella Papamovil

Cuando el Papa Juan Pablo II visitó España en 1982 se movió en dos vehículos, un Mercedes Clase G Cabrio blindado y un Seat Marbella descapotable con barras de protección contra el vuelco que también servían para que el pontífice se agarrara. El Papamóvil se utilizó dentro del Estadio Santiago Bernabeu en una reunión con jóvenes de todo el mundo. Después este Marbella tan especial ha estado en alguna que otra exposición. La última en Alemania, de ahí su matrícula.

Cuando Seat se independiza de Fiat se encuentra con una querella de la marca italiana por plagio. Fiat dice que el Ronda que lanza Seat en el 82 es una copia del Ritmo Seat acude al Tribunal de la competencia en La Haya con un coche bicolor en el que las partes naranjas eran las que no tenían nada que ver con el Ritmo. Así queda demostrada la gran diferencia que hay entre ambos y gana la querella.

En el Salón de Francfort de 1991 Seat presenta el concept Marbella Playa y poco más tarde prepara el modelo de preproducción aunque finalmente nunca llegará a comercializarse.

Aunque es ahora cuando el coche eléctrico se ha puesto de moda, lo cierto es que hace años que marcas como Seat ya experimentan con algunas unidades movidas por este tipo de energía. Es el caso del Toledo Eléctrico que se vio por vez primera encabezando la caravana olímpica en los juegos de Barcelona de 1992. Aquí también se guarda un Ibiza eléctrico y dos Seat Inca.

Bocanegra, el primero del Centro Técnico

El Seat 1.200 Bocanegra fue el primer modelo desarrollado en el Centro Técnico de Martorell sobre base del 127. La carrocería se desarrolló en principio para un NSU con motor trasero por eso lleva branquias traseras. Seat se hizo con los derechos y el carrocero de Tarrasa Inducar se encargó de fabricar las carrocerías. Se trataba del primer Seat con salpicadero de una sola pieza.

Un 'descapotable' para las visitas de Franco

Seat disponía de un coche descapotable para las visitas de Franco y de otras autoridades a la fábrica. Se trataba de un 1.400 A con tres filas de asientos que fue restaurado en la nave A 122. Para ello se utilizaron dos de las tres unidades fabricadas debido a su lamentable estado.

A finales de los 80 y principios de los 90 Seat presentó varios concept diseñados por Giorgetto Giugiaro que adelantaron el diseño de los futuros modelos de la marca. Es el caso de este Proto T casi olvidado y que fue el primer prototipo futurista de la marca. Se presentó en el Salón de Francfort de 1989 y al año siguiente le sucedió una evolución denominada Proto TL que avanzaba el futuro Toledo.

Los responsables de Seat no nos dejaron ver todo lo que guardaba la Nave A 122. Fue el caso de este prototipo de coche pequeño realizado en 1994 en colaboración con una marca japonesa y cuya finalidad era sustituir al Marbella. Tenía 5 puertas, estilo monovolumen y el frontal terminó heredándolo en parte el Arosa en el 97. Tampoco pudimos ver el proyecto de Toledo familiar.