La firma de Ingolstadt apostó muy pronto por los modelos SUV, pero tenía desguarnecido el flanco inferior, donde modelos como el Mini Countryman o el Mazda CX-3 -por citar los más 'premium'- campaban a sus anchas disfrutando de una alta demanda, de la que también disfrutan las firmas generalistas: Renault Captur, Peugeot 2008, Nissan Juke, Opel Mokka…
Pero Audi está aquí y acaba de entrar sin llamar a la puerta. Más bien, la ha derribado. Podríamos decir muchas cosas del Q2 para transmitir cómo es y cómo va, pero acabamos antes explicando que se sitúa en la cumbre de su clase, y que si hablamos de pequeños SUV, lo más apetecible del momento luce cuatro aros en su parrilla. Habrá que ver, no obstante, lo que da de sí el nuevo Mini Countryman, que BMW se ha apresurado a mostrar aunque sus entregas no empiecen hasta marzo.
Aunque en su vista posterior haya rasgos que recuerdan al Volkswagen Polo, tanto el perfil -con cintura alta, línea de techo baja y montante trasero personalizable en varios tonos- como el frontal lo identifican claramente como un Audi.
La carrocería es muy compacta, y en las fotos así lo parece; pero 'en vivo' impone bastante más y parece tener casi tanta corpulencia como un Q3. Más de una persona, y más de dos, han creído ver en él al sucesor del Q3, pese a que el Q2 es 20 centímetros más corto, 4 más estrecho y 8 más bajo. Sin duda influye su imponente morro, personalizado con una parrilla octogonal más elevada que en sus hermanos.
Generoso en espacio
Y lo bueno es que el Q2 sigue pareciéndonos un vehículo grande cuando pasamos a su habitáculo, pues hay cotas de anchura generosas -130 centímetros detrás, en línea con muchos modelos compactos y cerca de los 131,5 centímetros medidos al nuevo Audi A4-, una excelente altura al techo -101 centímetros delante y 94,5 detrás- y una amplitud longitudinal que si en las plazas delanteras es buena -el copiloto puede estirar sus piernas-, en las traseras es correcta: con un conductor de 1,75 al volante, tras él quedan 67,5 centímetros de distancia entre respaldos. Y aunque no es mucho, se va muy cómodo porque hay un gran espacio bajo las banquetas delanteras. En cambio, un hipotético quinto ocupante podría protestar por el tamaño del túnel central.
Y si de espacio la cosa está bien, de funcionalidad tampoco anda mal el Q2, pues hay espacios para guardar objetos. Aunque será buena idea pedir el paquete portaobjetos -220 euros-, que incluye redes en los respaldos delanteros, cerradura con llave en la guantera, un cajón bajo el asiento del copiloto… Ojo en cualquier caso con las opciones, porque Audi ofrece absolutamente de todo en el terreno del confort, la personalización, la seguridad o la conectividad, y la factura, ya elevada de inicio, puede dispararse. Es buen ejemplo nuestra unidad de prueba, con motor 2.0 TDI 190, tracción Quattro, cambio S-tronic, acabado Design Edition y un precio de 37.160 euros, y que incorporaba extras por valor de 19.935 euros. La suma total impresiona.
No obstante, en el equipo de serie encontramos casi todo lo importante, aunque sería un 'detallito' incluir el control de velocidad de crucero, la rueda de repuesto -al menos se ofrece- o el Audi Hold Assist, que evita que el coche se mueva en una pendiente mientras partimos desde parado.
Otro elemento que es de serie, y que hace del Q2 un modelo muy especial dentro de su clase, es… la calidad. Tanto por materiales como por ajuste, tacto, refinamiento o impresión de robustez estamos ante un producto sensacional. Y si nos bajamos de un Q7 o un A6 para conducir un Q2 no notaremos apenas diferencias en lo que respecta a sensaciones. Es más pequeño, sí, pero es un Audi con todas las consecuencias. Y no nos referimos solo a lo que se percibe a coche parado, sino también a la rodadura, a cómo trabajan motor y cambio, a la forma de funcionar de los asistentes de seguridad… Nada desentona.
Si levantamos el portón -de accionamiento eléctrico por 600 euros- aparece ante nosotros un maletero correcto. En los Q2 de tracción delantera se anuncian 405 litros, aunque la tracción Quattro lo reduce a 355 litros. Da de sí más de lo que parece por sus formas regulares, y equipa respaldo abatible por secciones asimétricas, pero tampoco parece mala idea pedir el respaldo 40:20:40, más versátil y que sale por 305 euros.
Eficiencia y dinamismo
En cuanto al rendimiento dinámico, nuestra primera prueba a fondo tiene como protagonista al Q2 más exclusivo -y caro- de la actual gama. Puede que los 190 CV de potencia de este 2.0 TDI o los 40,8 mkg de par -desde sólo 1.900 vueltas- suenen a excesivos para un modelo de 4,19 metros -4,20 con el paquete exterior S line que montaba nuestra unidad-, pero sumando la tracción total o el cambio automático S tronic de doble embrague -es ya el de siete marchas- nos ponemos en 1.555 kilos de peso en orden de marcha, y nunca viene mal una dosis extra de energía. Además, el coeficiente aerodinámico Cx de esta versión es de 0,35 -0,31 en las variantes básicas,- y nuestra unidad montaba un calzado generoso -neumáticos 235/40 R19-, de modo que el diesel 'gordo' encaja en el conjunto.
De hecho, no le hemos concedido las cinco estrellas en el apartado prestacional porque este Q2 es muy rápido, pero algo menos de lo esperado, y de los 7,3 segundos anunciados para acelerar de 0 a 100 km/h nos hemos ido a 8,4 reales. Y la recuperación de 80 a 120 km/h, con ser muy ágil, tampoco es de misil: 6,3 segundos. En este sentido, puede que sean más lógicas las versiones del Q2 que son menos potentes -hay un 1.4 TFSI de gasolina con 150 CV realmente tentador-, pero también más ligeras.
Pero también ha sido una suerte empezar por este Q2 2.0 TDI Quattro S-tronic porque la tracción total implica un eje trasero específico, de tipo multibrazo. Y eso, unido al efecto positivo de la motricidad en ambos ejes, a una dirección sencillamente perfecta -tiene sólo dos vueltas entre topes-, a un cambio S-tronic muy rápido y con levas en el volante o a unos frenos que cumplen bien con su trabajo da como resultado un comportamiento intachable, tanto en autovía como en carreteras de montaña, donde se mueve como un pequeño GTI pese a su mayor altura. El paso por curva es muy rápido y los balanceos y cabeceos están bien controlados. No obstante, conviene matizar que nuestra unidad estaba 'preparada' para dar lo mejor de sí en ese escenario, pues montaba los 235/40 R19 antes citados y la amortiguación Damper Control, ajustable mediante el Audi Drive Select también opcional. El Q2, que incluye de serie un control de estabilidad desactivable y con un modo intermedio 'Off road', siempre parece un poco duro, y por caminos o asfaltos descarnados resulta bastante seco, pero si seleccionamos el programa más suave, los asfaltos rizados parecerán más lisos que con el modo dinámico.
A nuestro juicio, ese confort mejorable tenía mucho que ver con el exceso de goma, y preferimos los 215/50 R18 que implica de serie esta versión Design Edition. Y pensamos incluso en la circulación sobre nieve, donde los neumáticos anchos van peor.
Pero tras hablar de conducción deportiva, caminos y nieve no queremos olvidar la vertiente más turística o urbana del Q2, un SUV que por tamaño y funcionalidad podrían plantearse muchos como alternativa a un A3 Sportback, o incluso al Q3. Las dimensiones más recortadas le ayudan a encontrar aparcamiento, y vamos sentados a mayor altura, lo que también facilita la entrada y salida. En cuanto al consumo, los 7,7 litros de media real 'anuncia 5 exactos' no le sitúan al frente de su segmento por economía, pero no hay que olvidar el carácter de esta versión y, sobre todo, que la calidad tiene su peso.
La clave
Para complementar por abajo a Q3, Q5 y Q7, Audi no podía hacer un SUV cualquiera. Y no lo ha hecho. El Q2 pasa a ser el referente por calidad y tecnología entre los pequeños SUV. Con el diésel TDI de 190 CV, la tracción Quattro y el cambio S tronic va de cine, aunque el precio es alto y otras versiones parecen más lógicas.