Quizás deberíamos comenzar por los números antes de nada. Nuestro Audi Q3 Sportback cuesta 1.650 euros más que el Audi Q3 'convencional' con el mismo motor y acabado. Y en ese incremento de precio nos encontramos con un diseño de tipo coupé más pasional, una suspensión deportiva de serie y una dirección progresiva también con un mapa más deportivo y directo. Punto. ¿Ya está?, se preguntarán algunos. Lo cierto es que 'sólo' con eso se consigue un gran efecto porque realmente parece otro coche.
¿Y lo es? Pues en términos estéticos sí; si analizamos su dinámica o tecnología no hay cambios entre ambos modelos. Y antes de comenzar con nuestro análisis en profundidad, comentar que a veces la nomenclatura nos 'confunde'. Esta variante se denomina Sportback, cuando lo normal hubiera sido llamarle directamente Q4. Seguramente hubiera ganado 'prestancia' de iniciar el camino en solitario, como el BMW X4 marca territorio respecto al X3 del que deriva, pero en Alemania prefirieron reservar el nombre Q4 para su modelo eléctrico e-tron, otra apasionante aventura, sin duda.
Aclarado esto, nuestro protagonista es 16 milímetros más largo que el Q3 y 29 más bajo. Comparte la distancia entre ejes y, por tanto, la habitabilidad es un calco, salvo la altura al techo, lógicamente, que sigue siendo generosa. Incluso mantiene la capacidad inicial del maletero, con 530 litros, así como el práctico portón motorizado y con función manos libres de serie.
Otra cosa es cuando necesitamos espacio extra. Aquí el volumen total es de 1.400 litros, cediendo 125 debido la acusada caída del techo. Por cierto, la banqueta trasera también hereda la práctica regulación longitudinal -13 centímetros- por partes 60/40 que permite jugar con el espacio para las piernas o el volumen del compartimento de carga.
Que el Q3 Sportback tiene más músculo es evidente. La rejilla frontal ofrece un diseño tridimensional específico, las líneas de tensión laterales están más marcadas y en la zaga el paragolpes es más deportivo y el spoiler del techo más generoso. En el interior no encontraremos cambios reseñables a nivel de calidad o equipamiento.
Nos decantamos por la versión turbodiésel de acceso
Un bloque de dos litros y 150 CV, asociado sí o sí a la tracción delantera y a la eficaz transmisión automática S tronic de siete velocidades. Es la única combinación disponible, de momento, en el Sportback con este motor-el Q3 sí que contempla tracción quattro y cambio manual-.
Nos llama la atención que esta mecánica suena más de lo esperado al ralentí -46,9 decibelios-, aunque la rumorosidad se va luego 'diluyendo' según se va incrementando la velocidad. El rendimiento es francamente bueno, a pesar de que casi con lo puesto nos acercamos a los 1.700 kilos de peso.
El cambio convierte cualquier recuperación en una aceleración pura por el efecto 'kick-down' al pisar el pedal. De esta forma podemos afrontar un adelantamiento tipo y pasar de 70 a 110 km/h en 6,6 segundos, necesitando 168 metros de 'pista libre' para completar la maniobra.
Para ello debemos tener activado el modo Sport en el cambio y el Dynamic en el asistente Audi drive select, de serie con este modelo y que completa su menú con los programas Comfort, Efficiency, Auto e Individual, que permite gestionar a nuestro antojo el motor, el tren de rodaje y la dirección, entre otras funciones. También contempla un modo off road, más presencial que otra cosa.
Brilla por su confort en carretera
Donde lo borda, porque su enfoque es precisamente ése, es en asfalto. El confort de marcha y calidad de rodadura son excelentes, pese a que los tarados de suspensión son más firmes, y se nota. Si se desea se ofrece una suspensión más confortable sin sobreprecio, y ya pagando, en la carta de opciones, una última adaptativa, que porta nuestra unidad, y que busca el equilibrio perfecto entre 'amabilidad' y dinámica.
La dirección progresiva es muy directa, mucho en ocasiones, por lo tanto conviene familiarizarse con ella pronto para evitar 'sustos' al girar en calles estrechas o garajes. No es muy amigo de los balanceos y cabeceos de la carrocería y sólo cuando nos da por correr de verdad -apura hasta las 4.700 rpm el motor- nuestra unidad contempla cierta tendencia al subviraje, que se controla rápidamente al levantar el pie del acelerador.
Por cierto, nos ha sorprendido su excelente capacidad de frenada, con distancias como los 35,2 metros desde 100 km/h, registro más propio de deportivos de raza, más pequeños y ligeros.
Consumos. Un TDI muy comedido
En cuanto al consumo, nos moveremos en torno a los 5,0 litros circulando por carretera y por debajo de los 7,0 de media, unos registros bastante comedidos.
Por último, señalar que el Q3 Sporback 35 TDI S tronic también presume de una dotación de serie muy completa… y espectacular en su carta de opciones. El acabado S line acarrea asientos deportivos, llantas de 19 pulgadas y una estética más agresiva. También contempla faros LED, una frenada automática de emergencia, alerta de cambio de carril involuntario, cuadro de mandos virtual cockpit de 12,3 pulgadas, MMI Navegación Plus…
Claro que si queremos mayores 'delicatessen' habrá ya que pensar en meter la mano en el bolsillo… y de qué manera. Nuestra unidad viene más 'alicatada' de lo normal, tanto que porta 18.345 euros en opcionales.
LA CLAVE
Lo cierto es que por 1.620 euros más que el Q3 con este mismo motor y acabado, tenemos un vehículo muy diferente, más pasional y deportivo. Su perfil coupé y una dinámica algo más precisa, no mucho más, son sus principales bazas. El resto es lo de 'siempre', es decir, calidad a raudales, tecnología y un TDI austero que le convierte en un auténtico corredor de fondo.