Por Motor16 han pasado en los últimos meses algunos «utilitarios» de planteamiento rabiosamente deportivo, como el Volkswagen Polo R WRC o el nuevo Mini Cooper S, pero sólo hay uno que se aproxima al S1 probado esta semana por prestaciones o eficacia. Y es precisamente otro Audi: el Audi A1 Quattro de 256 CV, una especie de «hormiga atómica» que muchos aficionados querríamos tener en el garaje. Ambos, Audi A1 Quattro y Audi S1, comparten mucho desde el punto de vista técnico -la tracción total, por ejemplo-, aunque hay un detalle esencial que los diferencia: mientras que el primero se comercializó como serie limitada de 333 unidades, el segundo es un coche de producción en serie «de verdad» y siempre podremos acercarnos al concesionario a encargar el nuestro. Con una ventaja añadida, y es que se ofrece con carrocería de tres puertas o, por 730 euros extra, con la Sportback de cinco, más lógica porque tiene mejor cota de altura al techo en la segunda fila, realmente justa en nuestro protagonista por lo tendida que va la luneta posterior. Aunque si nos ponemos «exquisitos», lo verdaderamente racional sería comprar un A3 con motor 1.8 TFSI de 180 CV, pues incluso dotándole de cambio S tronic y tracción Quattro puede salirnos por menos dinero que un S1 de tres puertas, cuya factura de 34.245 euros le convierte, desde luego, en un producto muy exclusivo… y caro.
Con Audi Drive Select de serie
Tenemos un maletero de 210 litros -60 menos que un Audi A1 convencional por la ubicación de la batería en el maletero- y cuatro plazas, que no son datos como para presumir, pero a partir de ahí casi todo lo que podamos contar del «S» más pequeño de Audi es correcto, bueno o impresionante. Por ejemplo, no hay otro modelo de su tamaño que ofrezca tanta calidad general, y no hay rastro de los pequeños detallitos a corregir observados en algunos de los primeros A1, como mínimas vibraciones de plásticos sobre mal firme. Ahora, la sensación de solidez es absoluta. Y la postura de conducción es muy buena, con mención especial para los asientos delanteros, que sujetan a la perfección. Hay que decir, en este sentido, que el Audi S1 adopta un equipamiento diferenciado, pues su habitáculo incluye molduras de entrada en aluminio con el emblema «S1», pedales con cubiertas en acero inoxidable, tapicería en tela y cuero tambien personalizada, anclajes Isofix traseros para sillas infantiles y sistema Audi Drive Select con tres modos de configuración -Efficiency, Auto y Dynamic-, que determinan las características de la unidad de control del motor, del sonido del mismo y del climatizador automático, mientras que la amortiguación variable, también de serie, puede ajustarse en dos niveles a través del citado ADS.
Algunas lagunas en su equipamiento
Y en el plano estético, el S1 se diferencia por sus llantas de aleación de 17 pulgadas -de 18 en nuestro caso-, los faros de xenón y las ópticas traseras de LED, los cuatro tubos de escape, el alerón trasero o los paragolpes específicos. Si alguien no tiene suficiente podrá recurrir a la lista interminable de opciones, donde encontramos algunos elementos que, a nuestro juicio, deberían ser de serie, como desconexión del airbag del acompañante, alarma, asistente de arranque en pendiente, paquete portaobjetos -redes en los respaldos delanteros, cajón bajo la banqueta del conductor, cerradura para la guantera…-, control de velocidad de crucero o espejo interior fotosensible. Todo eso suma 1.270 euros, poco dinero si comparamos con el «mal trago» que supondrá para el vendedor decirnos que son opciones que nos cobrarán aparte.
Un propulsor soberbio
Estos cálculos pasarán a la historia una vez nos pongamos en marcha, porque el S1 va tan bien que «reseteará» nuestro cerebro para que olvidemos los puntos débiles del coche alemán. Basta con arrancar para percibir que ahí delante, bajo el capó, hay un motor con bastante «mala leche». Nada menos que un cuatro cilindros de dos litros que gracias al turbo -sopla a un máximo de 1,4 bares-, al intercooler, al sistema AVS que varía la alzada de las válvulas de escape en dos fases o a la inyección doble -la alimentación directa FSI habitual se complementa con la inyección indirecta adicional en regímenes de carga parcial- rinde 231 CV a 6.000 rpm. Pero es que no hace falta ir tan arriba -corta a 6.800- para disfrutar de un empuje apabullante, pues el valor máximo de par llega a 1.600 vueltas, y nos daremos cuenta de que conducimos un «maquinón» incluso por ciudad y a baja velocidad. Además, las seis marchas tienen cortos desarrollos, y acelerando con ganas tendremos que ir pasando de una a otra con celeridad, casi como en un «world rally car», mientras la espalda se comprime contra el asiento.
Nos llevamos una cierta desilusión al medir 6,4 segundos en la aceleración de 0 a 100 km/h, pues se anuncian 5,8. La razón está en el sistema que protege la transmisión, que impide al motor rebasar las 3.800 vueltas cuando las ruedas están aún detenidas. Pero la arrancada, si no tenemos en cuenta esos «conservadores» primeros metros, es fantástica, pues el Audi S1 completa el primer kilómetro desde parado en 26 segundos exactos, por los 26,7 del Polo R WRC o los 27,6 del Cooper S. Sólo el A1 Quattro mejora ese dato, pues los 256 CV extraídos en aquel caso del 2.0 TFSI le sirvieron para firmar un tiempo de 25,9 segundos.
Un deportivo rápido, muy rápido
Y ojo, porque el S1 es más rápido que el A1 Quattro a la hora de recuperar velocidad desde bajo régimen o completar adelantamientos, pues requiere sólo 4,1 segundos para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta, 4,9 en quinta y 6,0 en sexta. Una auténtica bala si tenemos en cuenta que el Polo R WRC necesitó 7,3 segundos en sexta y el A1 Quattro se fue a 7,5 segundos. Y todo un VW Golf R -motor 2.0 TFSI de 300 CV- solventó esa maniobra en 6,5 segundos. El secreto de nuestro protagonista, unos desarrollos de cambio cortitos y bien escalonados, pues la sexta no llega a 40 km/h por cada 1.000 rpm.
Pero como no se puede tener todo, el gasto es alto; incluso yendo «de paseo», pues bajar de 7 litros es tarea casi imposible. La media real ha sido de 9,1 l/100 km (homologa un gasto medio de 7,0 l/100 km), y no disfrutaremos de mucha autonomía en viajes porque en el depósito caben sólo 45 litros.
¿. La frenada es enérgica y resistente –pasa de 120 km/h a 0 en 51,8 metros cuando un Mini Cooper S requiere 58,2-, la nueva servodirección electromecánica ayuda en la sensación de control y la suspensión entusiasma por su eficacia, especialmente la del nuevo eje trasero de cuatro brazos, que permite divertirse sin temor a «taquicardias».