El primer Q7 de la historia firmado por Audi Sport es un portento tecnológico; y además, un deportivo dotado de un innovador corazón diésel.
¿Deportivo? ¿Diésel? ¿SUV? Parecen incongruencias, tres términos que probablemente no saben ir de la mano… Pero que sobre cuatro ruedas hacen maravillas. ¿No te lo crees?
La firma de los cuatro aros ha conseguido cinco de sus trece victorias en las 24 Horas de Le Mans con motores TDI, y todo ese conocimiento sienta las bases para desarrollar este 4.0 V8 TDI, que ha llevado cuatro años de trabajo. No es una mecánica cualquiera, es una obra de ingeniería que tiene distribución variable -por primera vez en un TDI-, inyección directa a 2.500 bares de presión máxima, dos turbos variables y un compresor eléctrico que se mueve gracias a la energía suministrada por una nueva red de 48 voltios que se suma a la habitual de 12 V.
Audi elige esta solución porque la red convencional no genera suficiente energía para mover su compresor de 7 kW de potencia, que acelera hasta las 70.000 revoluciones por minuto en 250 milisegundos. También instalan una batería de iones de litio con 470 Wh de capacidad bajo el piso del maletero, elemento que no impide poder equipar dos asientos extra, y eléctricos, previo pago de 1.765 euros.
En marcha no te enteras de lo que sucede bajo su capó, pero sabes que ese compendio tecnológico está presente. Lo sientes porque en el modo Efficiency es capaz de cambiar de marcha a 1.300 vueltas; y con sólo acariciar el acelerador, a 1.000 rpm ya notas que hay potencia, mucha potencia. Son 900 Nm de par máximo -o lo que es lo mismo, 91,8 mkg- entre 1.500 y 3.250 rpm. A día de hoy puedes contar con lo dedos de una mano los coches que ofrecen una cifra superior.
Su refinamiento es sensacional y suena a V8 de gasolina gracias a unos escapes diseñados para ello. Es agradable hasta decir basta y nos transmite sensación de poderío; no obstante, hablamos de 435 CV, potencia a la que sus rivales sólo llegan gracias a la hibridación o a potentes motores de gasolina. El 4.0 V8 TDI se combina con un cambio Tiptronic de 8 velocidades y con la tracción quattro, que en esta unidad de pruebas se acompañaba del muy recomendable paquete dinámico. Cuesta 7.555 euros y suma el diferencial trasero deportivo, el sistema antibalanceo y la dirección en el eje posterior.
Siete tipos de conducción
Desde el sistema Audi Drive Select nos permite elegir entre siete programas diferentes, uno para cada tipo de conducción que en ese momento deseemos realizar, y que lo convierten en una alfombra voladora con la que devorar kilómetros y kilómetros sin atisbo de cansancio -equipa suspensión neumática y puede incorporar hasta 24 asistentes de ayuda a la conducción-, o bien en un deportivo de 2.405 kilos.
La incorporación del compresor eléctrico evita el efecto 'turbo lag' -se llama así a la sensación de falta de respuesta a muy bajo régimen-, pues funciona desde que arrancamos. Mientras que los gases de escape no son capaces de impulsar a uno de sus turbos variables, este nuevo compresor es el encargado de la sobrealimentación. Sobre las 1.500 revoluciones entra en acción un turbo, y a partir de 2.500 rpm trabajan ya los dos. Entonces el poderío es abrumador, y nos lo hace saber pegando nuestro cuerpo a sus deportivos asientos.
Para ponernos las cosas claras está el Audi Virtual Cockpit, con una presentación calcada a la de un Audi R8, donde hay un generoso cuentavueltas y nos muestra incluso la fuerza G de aceleración. Todo ello es personalizable.
Anuncia 4,9 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h y nosotros le hemos medido una décima menos. Tiene Launch Control y este bólido no para hasta llegar a los 250 km/h, que es la limitación electrónica. Para más inri diremos que en 19,4 segundos ya va a 200 km/h, y sale del kilómetro lanzado a 218 km/h. Eso son datos de verdadero deportivo.
Deportivo vestido de todocamino
Este SQ7 no sólo corre en línea recta, sino que a pesar de su peso -es elevado aunque emplea la plataforma MLB Evo- y su altura, tiene un paso por curva envidiado por otros SUV, y lo pone de manifiesto desde el minuto uno con un puesto de conducción más propio de una berlina. Aunque tiene o puede tener de todo, su ergonomía es fantástica, y en cuestión de minutos controlamos cualquier función.
Su dinámica me ha parecido más la de un familiar que la de un crossover. Sorprende su agilidad, ayudada por unas barras estabilizadoras activas que se controlan mediante un motor situado en el centro de cada una de ellas y que generan 1.200 Nm. Son accionados por su sistema de 48 V. Eso ayuda al Audi SQ7 a girar plano, muy plano, del mismo modo que su dirección en el eje trasero permite restar vueltas de volante a alta velocidad y guiarlo como si de un deportivo se tratase. Si nos va la marcha, lo mejor sería desembolsar los 10.795 euros que cuestan los frenos carbocerámicos.
El mencionado sistema de cuatro ruedas direccionales -las traseras giran un máximo de 5 grados en el mismo sentido que las delanteras a alta velocidad, y en sentido contrario a baja velocidad- también le permite sacar pecho callejeando, pues convierte a este SUV de 5,07 metros de largo en un utilitario, con el que adentrarse por zonas sinuosas en las ciudades es pan comido, o por lo menos en lo que a sensaciones se refiere; porque volumen y dimensiones sí tiene.
Potente, rápido, cómodo… El SQ7 lo tiene todo. Tanto, que es hasta eficiente, ya que le hemos medido un gasto real de 8,8 l/100 km -homologa 7,6 litros con llantas de 21 pulgadas-, prácticamente nada para un SUV de su tamaño, su peso y sus 435 CV de potencia. Para ello cuenta con Start-Stop y función 'inercia', que engrana punto muerto cuando dejamos de acelerar.
Ahora bien, este deportivo vestido de todocamino arranca en 112.220 euros. No es poco y, además, podría venir mejor equipado de serie.
La clave
Recuerdo cuando conduje por vez primera el Audi Q7 V12 TDI, un portento de la ingeniería que este SQ7 supera en prestaciones, aún con 65 CV y cuatro cilindros menos. Esta máquina es extraordinaria por su confort, su tecnología o su seguridad… Pero lo que más sorprende es su manera de correr, no te voy a engañar.