comscore
viernes, 22 noviembre 2024

BMW M3 DKG. Una montaña rusa con 431 caballos

Llevo pensando un buen rato con qué podría comparar las sensaciones que se experimentan al volante del nuevo BMW M3, y entre todo lo que se me viene a la cabeza, como correr perseguido por un elefante, mirar los cargos de la Visa a final de mes, una cita con Irina Shaik o meterme de golpe en una piscina de agua helada, lo más cercano a lo que he sentido al acelerar o al conducir rápido el nuevo deportivo germano, es bajar rodando en caída libre dentro de una vagoneta por la montaña rusa más rápida del mundo. Se trata de la «Formula Rossa» en Dubai, en la que se acelera de 0 a 100 km/h en 2 segundos y donde te precipitas cuesta abajo a 240 km/h, velocidad que tardas en alcanzar sólo 4,9 segundos. Y es que hay algunos parecidos razonables entre ambas experiencias: las vagonetas de la atracción de Ferrari tienen ruedas, todos a tu alrededor gritan de emoción, los dos te dejan sin habla y ambas experiencias producen adicción.

Unas prestaciones de infarto

También podría haber empezado diciendo que en tercera velocidad el nuevo M3 con cambio automático de doble embrague DKG, alcanza los 160 km/h, que acelera hasta 100 km/h desde parado en poco más de 4 segundos, o también que los frenos carbocerámicos, por los que hay que pagar 9.000 euros del ala, permiten deceleraciones que casi te dejan marcado a fuego el cinturón de seguridad en el pecho. Pero por mucho que te diga, no hay nada tan eficaz como subirse al coche y hacerse una «excursión» por una carretera, a poder ser sin muchos tramos rectos, para volver a casa vacunado contra la depresión y la rutina. 

El nuevo M3 no pasa desapercibido, y menos con este color denominado «Yas Marina Blau» por el que BMW cobra 1.035 eurines (éste no es el más barato y el único color gratis total es el blanco).

¿Quién dijo discreto?

Y eso que con la carrocería de 4 puertas va camuflado de berlina familiar inofensiva. Pero de inofensiva, nada. Quizá se lo crea algún viandante despistado, pero los entusiastas de las cuatro ruedas enseguida se darán cuenta de que bajo esa piel color pitufo se esconde uno de los deportivos con más casta, personalidad y carácter del mercado. Y esos «tifossi» del M3 se detendrán, agudizarán sus oídos y esperarán entusiasmados un acelerón o una salida fulgurante del semáforo para oír un motor que, sin llegar al estremecedor sonido del antiguo V8 atmosférico, que sonaba a gloria, también enamora a su manera. 

Pero el interior no es en este caso el espejo del alma. De hecho, si no fuera por las inserciones de fibra de carbono, por las que hay que pagar casi 100.000 de las antiguas pesetas, por un volante de serie que huele a carreras y por unos asientos estratosféricos en cuanto a sujeción multicorporal, el interior se quedaría un pelín soso. Un interior en el que choca ver un freno de mano de palanca o unos relojes como los de toda la vida tras el volante.

Usa carbono para rebajar el peso

Aunque la verdad es que metidos en harina, da poco tiempo a andar fijándose en esos detalles nimios y tampoco se puede decir que desluzcan un deportivo cargado de tecnología hasta lo inimaginable. Por ejemplo, el nuevo M3 ha sido desarrollado aligerando cada pieza y utilizando para ello los materiales más eficientes. Materiales como magnesio, aluminio y sobre todo, plástico reforzado con fibra de carbono (CFRP), han permitido reducir el peso respecto al modelo anterior en hasta 80 kilos, y respecto a sus rivales, el nuevo deportivo alemán es entre 100 y 235 kilos más ligero. Consecuencias directas de este logro son las que atañen a las prestaciones, a los consumos o al reparto de pesos, que los ingenieros han dejado en su objetivo tradicional del 50:50. Un aplauso para esos sabios que se han dejado la piel para adelgazar a su M más mimado, pero sinceramente, el coche anda tanto y tan bien que no seré yo el que asegure que lo ha notado 80 kilos más ligero o 100 más pesado. Y es que cuando pisas el pie derecho sin piedad y te quieres dar cuenta, el M3 circula ya a la velocidad de despegue de un avión comercial. La aguja del cuentavueltas sube a una velocidad de vértigo hasta las 7.500 rpm (en ese justo momento la palabra diésel desaparece de tu subconsciente por mucho tiempo). Y si con buen criterio, has elegido el modo manual del cambio automático de doble embrague y 7 velocidades Drivelogic de tercera generación y le vas dando a las levas, tus órdenes convertidas en cambios se realizan de una forma tan rápida y eficaz que te dejarán prácticamente sin palabras y te incitará a utilizar las levas casi hasta para moverte por un parking a 20 km/h. El cambio Drivelogic se puede controlar de manera automática (modo D) o manual (modo S), y en cada modo hay tres opciones de cambio, desde muy deportivo a cómodo o eficiente. Y ofrece lo que uno espera de un cambio deportivo en modo manual, como no pasar a una marcha superior al llegar al corte o no reducir al pisar a fondo.

Una dinámica que engancha

En realidad, casi toda la electrónica del M3 se puede ajustar a la medida de nuestros gustos o necesidades. Aunque conviene no andar tocando sin saber qué se ha activado o por el contrario y más preocupante, sin qué ayuda nos hemos quedado. El M3 berlina puede pasar de ser un «pastor alemán» obediente y buenazo a un fiero «doberman» en un pis pas. Y es que con el motor biturbo se ha ganado en carácter y se ha mejorado la entrega de par a bajas revoluciones por lo que el coche es más brutote y exigente y a medida que vas eliminando ayudas se te va multiplicando el trabajo al volante. Sólo hace falta recorrer un tramo de noche y ver los destellos del chivato que se enciende cuando actúan los controles de estabilidad o tracción para comprobar que los pobres hacen horas extra incluso en recta y también cuando en 3ª pisas a fondo. Pero es que vayas a 100, a 140 o a 170 km/h, es pisar a fondo el acelerador y el M3 sale catapultado casi como si el coche estuviese parado. 

En estas situaciones, el M Dynamic Mode, una subfunción del DSC, permite que resbalen ligeramente las ruedas motrices para que el conductor pueda cruzar ligeramente el coche de modo controlado en las curvas, pero con las ayudas esperando a entrar en acción cuando definitivamente la cosa se nos vaya de las manos. Diversión a la carta que se llama, ya que todo se puede regular en diferentes grados de deportividad o semiconfort. Y hablando de comodidad, que nadie espere una berlina familiar sedosa y mullida, pero tampoco una tabla seca e incómoda. En este sentido, la solución pasa por montar el Chasis M adaptativo (2.342 euros) para suavizar todo cuando vayamos con la familia, y endurecerlo cuando hagamos una escapada a ese divertido tramo de montaña. 

En cualquier caso, existiendo rivales con tracción total y sistemas que permiten repartir a placer y de forma controlada más o menos par entre los ejes, en el M3 biturbo ya se empieza a echar de menos una tracción a las cuatro ruedas que lo convierta en un deportivo de altas prestaciones más eficaz y menos salvaje. No todo el mundo tiene un circuito a su disposición en la puerta de casa.