Por solo 16.250 euros ya nos podemos comprar un Duster con tracción 4×4 -motor 1.6 de gasolina con 115 CV y acabado Comfort-, y si preferimos la renovada mecánica diésel 1.5 Blue dCi de similar potencia sólo hay que escalar hasta 16.860 euros, aunque en este caso con el acabado Essential, de dotación más justa. El SUV rumano es tan asequible que parece buena idea invertir un poco más en equipamiento: 18.150 euros cuesta el Blue dCi 4×4 Comfort -entre otros elementos, añade volante ajustable en profundidad y altura, retrovisores eléctricos, aire acondicionado, volante de cuero y asiento del conductor regulable en altura- y 19.500 el Blue dCi 4×4 Prestige, protagonista de estas páginas y que suma cosas interesantes: llantas de aleación, sensores de proximidad posteriores con cámara, elevalunas eléctricos traseros, climatizador automático, detector de ángulos muertos y navegador con pantalla de 7 pulgadas. Asociando esa dotación de serie al progreso de esta segunda generación en materia de diseño, el Duster presume de un aspecto general más convincente. Hablar de refinamiento parece un exceso, pues la presencia de los plásticos duros es evidente, la instrumentación analógica es sencilla y los mandos principales parecen sacados de un vehículo industrial, pero se aprecia un mayor cuidado del detalle -cinco toberas de aireación en el tablero, asientos con una forma más ergonómica, pantalla central con información sobre eficiencia y conducción 'off road'…- y al conjunto no se le puede negar sensación de robustez, pues el acabado es bueno y hay lugar, incluso, para inserciones cromadas.
Puestos a mejorar, reubicaríamos la rueda que ajusta la altura de luces -va escondida bajo el volante- y pondríamos unas salidas de aire en la segunda fila. Y a las butacas delanteras les seguimos concediendo un simple aprobado, pues en viajes muy largos no resultan especialmente cómodas.
Mejora en confort
Aunque la plataforma es la misma que en la generación anterior, la nueva carrocería recurre a paneles distintos y optimiza el aislamiento acústico y de rodadura, de forma que al empezar a circular ya notamos mejores sensaciones. Nadie debe esperar el tacto filtrado y bien insonorizado de un Skoda Karoq, un Nissan Qashqai o un Seat Ateca -por citar sólo tres ejemplos-, pero la condición 'low cost' del SUV de Dacia es ya menos palmaria.
Por amplitud tampoco bate récords -la cota para piernas en la segunda fila es quizás algo justa-, pero hay mucha altura al techo, una anchura correcta y el túnel de transmisión sobresale poco, de modo que cinco adultos viajarán bien. Y aunque se ha perdido maletero en comparación con el Duster precedente, los 411 litros de volumen -parecen más por sus formas regulares- deben cubrir las necesidades normales. En cualquier caso, las versiones de tracción delantera admiten más equipaje, pues anuncian 445 litros.
Nos ponemos en marcha, y lo que más llama la atención es el cortísimo desarrollo de la primera: 5,84 km/h por cada 1.000 rpm. En campo, trialeando despacio o afrontando rampas imposibles, eso viene de cine pues opera como una caja con reductora, pero en ciudad acaba siendo incómodo, pues hay que meter segunda enseguida. De hecho, es factible salir desde parado en segunda a poco que estemos en llano o ligera bajada. Todas las marchas son muy cortas, lo que nos obligará a cambiar el 'chip': ese cruce donde siempre girábamos en segunda aquí es tercera, y esa rotonda que hacíamos en tercera aquí es cuarta. De hecho, no hemos podido medir la recuperación de 80 a 120 km/h en cuarta porque en esa relación… no alcanza 120 km/h. Más que un problema en sí mismo -el manejo de la palanca es cómodo, además-, se trata de habituarnos a la personalidad del cambio, pues las prestaciones no son malas, y le hemos medido datos mejores que los anunciados por la marca: 11,6 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h, por ejemplo. Y 10,1 segundos para recuperar de 80 a 120 km/h en quinta, lo cual no está mal. Ahí se junta que el motor 1.5 es muy eficaz y que los cortos desarrollos elevan el régimen bastante, lo que redobla el empuje.
De hecho, circulando en sexta a 120 km/h el motor gira a 2.860 rpm, que es bastante. Pero más que una alta rumorosidad -el dCi no suena mucho, e incluso resultan más perceptibles en autovía algunos ruidos aerodinámicos-, lo que provoca ese alto régimen mecánico es un consumo mayor si mantenemos cruceros 'alegres'. El Duster Blue dCi 4×4 no gasta en exceso -en nuestro realista recorrido mixto le hemos medido 7,1 litros-, pero en proporción resulta más sobrio en ciudad y por carreteras de montaña -jugando con las cuatro marchas superiores podremos practicar una conducción ágil- que en autopista, donde tampoco la aerodinámica es su fuerte.
El SUV de Dacia rinde de maravilla fuera del asfalto o sobre nieve, pues basta con poner la rueda del sistema de tracción en Auto para ganatizar la motricidad; pero tampoco se arredra en vías de curvas cerradas, pues la actitud general es noble y segura, el balanceo siempre parece controlado y los frenos, pese a montar tambores traseros, cumplen de sobra su labor. Además, los neumáticos 215/60 R17 de la versión Prestige ayudan a mejorar el tacto de conducción.
LA CLAVE
Supone un evidente salto adelante respecto a la primera generación, aunque todavía se aprecia un cierto toque 'low cost' en cuanto a materiales, tacto general de conducción, asientos…. ¿Es eso un inconveniente? En realidad no, pues gracias a ello se consigue un precio excepcionalmente bajo para un SUV tan inteligente.