Parece que de un tiempo a esta parte al Grupo Jaguar-Land Rover se le está dando muy bien lo de poner coches de moda entre la gente que busca destacar y salir de la rutina. Primero el Evoque de Land Rover y ahora el F-Pace de Jaguar han conseguido un protagonismo notable en un mercado exigente y en un segmento con una variedad espectacular. Una parte de la responsabilidad hay que atribuírsela a la excelente imagen que para ambas marcas han logrado en la historia más reciente sus directivos, pero no hay que olvidar que la imagen tiene que apoyarse en unos pilares robustos. En este caso hay que hablar de diseño y de tecnología. El primero ha sido clave para que el producto entre por los ojos. Y el segundo, primordial para ser creíbles. El F-Pace es un todocamino de lujo tan creíble como el mejor exponente alemán porque aporta tecnología de Land Rover en lo que le atañe a su sistema de tracción total, sin que nadie pueda poner en duda la reputación de los míticos modelos de la firma británica. Y porque Tata, propietaria de ambas marcas, ha dado carta blanca y los medios suficientes como para que, a nivel tecnológico, el todocamino de Jaguar esté a la altura.
Acabado deportivo R-Sport
Desde luego estuvo a la altura la versión que probamos el pasado verano, con 300 CV a partir de un V6 diesel. Y en el caso del cuatro cilindros tenemos que reconocer que este nuevo motor diesel de la familia Ingenium -que ya probamos en el XE- no es un producto tan redondo. Es áspero y ruidoso, aunque a decir verdad el trabajo de insonorización realizado en el F-Pace nada tiene que ver con el que vimos en el XE, y la sonoridad se reduce mucho. Los 180 CV se quedan algo justos en situaciones de carga máxima o conducción más decidida.
Y eso que la utilización masiva de aluminio en la carrocería -un 80 por ciento es de ese material- sitúa al Jaguar F-Pace en una posición privilegiada por peso respecto a sus rivales. Pero creemos que el cliente de este SUV, recordemos que con acabado R-Sport, a veces va a echar de menos, como mínimo, 20 caballos más. No obstante, el buen hacer del cambio automático de 8 marchas, rápido, suave y con una opción S a la que se le saca mucho partido, y la solvencia de un chasis muy bien parido apoyado en este caso por el Pack Adaptive Dynamics -1.336 euros-, disimulan en parte esa falta de potencia. Tampoco el consumo va a ser tema de preocupación para el propietario del F-Pace con el motor más humilde de la gama. Hay que ir de carreras o muy cargado para llegar a los 10 l/100 km de media, y en el modo Eco, y con algo de mimo, hemos llegado a medir menos de 8 l/100 km.
El nivel R-Sport cuenta con un equipamiento extraordinario, pero aún así nuestra unidad llevaba 18.000 euros en opciones. Y aunque el precio final sorprenda por superar al de rivales fabricados por Mercedes o BMW, lo cierto es que si analizamos la dotación de unos y otros, al final salen las cuentas. Y siempre hay que contar con el plus que cuesta tener un coche de moda.
La clave
El F-Pace con el motor 2.0 diésel se queda un poco justo en prestaciones, a pesar de que el todocamino británico es más grande pero más ligero que sus rivales. Pero si este aspecto no es prioritario y la cuenta del banco está inmunizada para gastos de este calibre, todo lo demás en el Jaguar más versátil son ventajas.