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Prueba del Mercedes-Benz GLE 350 de Coupé. Pídele lo que quieras

Cuántas veces me habrá preguntado cuál es el coche perfecto. Mi respuesta siempre es la misma: como en todos los ámbitos de la vida, la perfección no existe. Y más cierto aún es que dicha percepción puede variar de una persona a otra. Ahora bien, desde mi punto de vista, el coche perfecto debería ser uno que te aporte muchas cosas, cuantas más mejor: practicidad, comodidad, bajo consumo, etiqueta ecológica… Pues bien, el Mercedes GLE 350 de Coupé es, probablemente, uno de los que más se acerca a esta definición.

He de admitir que en ningún caso me esperada llegar a esta conclusión tras la prueba de un SUV de 4,94 metros de longitud que pesa (agárrate donde puedas, y si no lo estás, siéntate) la friolera de 2.730 kilogramos en orden de marcha. Pero vayamos más allá de los fríos números.

Antes de entrar en faena, vamos a desglosar su denominación, pues supongo que habrá quién no se aclare todavía. En la firma de la estrella, los modelos de gasolina no llevan ninguna letra detrás de la cifra, mientras que los diésel llevan la clásica ‘d’ y los híbridos enchufables, la ‘e’. Pues bien, este GLE Coupé es diésel e híbrido enchufable, de ahí que la cifra (350, que no se corresponde con nada) vaya acompañada de las letras ‘de’. Quería aclarar esto porque, al escribir el nombre, da la impresión de tratarse de una errata o algo similar.

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Así va el Mercedes GLE 350 de Coupé

Lo cierto es que ya habíamos probado esta peculiar combinación mecánica en el Clase C y nos había encantado en líneas generales, con el importante lunar que la pérdida de maletero que implica la situación de la batería. Este GLE  no es ajeno a ese problema, y de los 655 litros de las versiones no enchufables, pasamos a 510 litros. Quiero hace hincapié en este aspecto porque en muchos casos puede decantar la balanza. También en que porta la etiqueta Cero, que en grandes ciudades le permite entrar ‘hasta la cocina’.

En el resto de apartados es difícil poner pegas al GLE 350 de Coupé. Sin ser una versión de planteamiento deportivo (para esto está el GLE 53 Hybrid desarrollado por Mercedes-AMG) presenta una agilidad sorprendente, que se suma a un aplomo en vías rápidas y una relación confort-estabilidad que roza el sobresaliente. De prestaciones va sobrado, pues el sistema híbrido, compuesto por un bloque 2.0 diésel de cuatro cilindros (el mismo que lleva un 120 d) y un motor eléctrico, desarrolla 333 CV y 750 Nm de par máximo. Como te despistes, te pasas por mucho el límite de velocidad legal en autopistas y autovía.

Los kilómetros simplemente pasan, puedes hacer tiradas largas sin ningún tipo de fatiga, pues tanto la suspensión como los asientos te miman como una madre a su bebé. Y si paras no será a repostar, porque si de prestaciones va sobrado, de autonomía, ni te digo. Por un lado, tienes una batería de 23,4 kWh útiles que da para hacer unos 85-90 kilómetros en autovía sin despeinarse (en ciclo mixto homologa 114 km).

Pero es que, una vez agotada, con este GLE se pueden sacar medias de en torno a 7 o 7,5 litros de diésel cada 100 kilómetros, menos si nos movemos por secundarias sin mucho desnivel. Total, que con una carga y un depósito de 65 litros superamos holgadamente los 1.000 kilómetros de autonomía. Una auténtica locura.

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Si quieres sacar el máximo partido a la parte eléctrica, te recomiendo que equipes la carga rápida, que cuesta 666 euros, admite 60 kW y permite cargar la batería por completo en una media hora. De lo contrario, sólo podrás cargar con corriente alterna, a un máximo de 11 kW. Habrá quien piense que este elemento debería ser de serie en un coche de este precio, pero lo cierto es que Mercedes sigue esa política incluso en el GLE 53 Hybrid.

Y hablando de precio, lo cierto es que este GLE 350 de Coupé no es barato (109.227 euros); de hecho, es el más caro de la gama de entre los que no llevan el nombre Mercedes-AMG. Y en este sentido, por unos cientos de euros menos tenemos el fabuloso GLE 450 d, un diésel 3.0 de seis cilindros que viene a gastar más o menos lo mismo que nuestro protagonista y, gracias a sus 85 litros de depósito, también supera con creces el millar de kilómetros sin pisar la gasolinera. Tenlo en cuenta, sobre todo si necesitas maletero, pues al no haber baterías, tienes los 655 litros intactos.