Cuando Nissan tuvo el atrevimiento de abrir un nuevo nicho de mercado con el Qashqai, probablemente no se esperaba el éxito que iba a tener. Un nuevo concepto que se convertiría en una corriente que se iría extendiendo a todos los segmentos y donde se convirtió en el rey de reyes. Y es que desde su lanzamiento en 2007 ha estado encabezando el ranking de ventas durante 14 años en numerosos mercados europeos, incluyendo España, donde se han vendido más de 325.000 unidades. Poco a poco todas las marcas han ido contando con SUV en su portfolio de modelos, incluyendo las marcas más lujosas y las más deportivas.
Por ello, al Qashqai no le han dejado de crecer los rivales y el segmento SUV-C, al que pertenece, se ha convertido en el que mayor oferta existe. Todas las marcas aspiran a ese trono y por ello cada vez se lo han ido poniendo más difícil, por lo que ha ido evolucionando y rearmándose durante todo este tiempo. Y por ello ha llegado el momento de dar otro salto de poder y este año ha lanzado la tercera generación con la que intentar mantener intacto el legado. Para ello estrena una nueva plataforma (CMF-C), de tipo multipropulsión, para dar cabida a la electrificación de sus motores como mandan los tiempos en que nos movemos. La nueva plataforma ofrece, para empezar, una rigidez un 41 por ciento superior que la de su predecesor, además de ser 60 kilos más ligera. Un apartado éste en el que se ha puesto especial énfasis, adoptando elementos como el capó, las aletas y las puertas en aluminio, con el portón trasero en material compuesto. Así, a pesar de la amplitud de su equipo y toda la batería de asistentes que monta, su peso, 1.468 kilos para la versión 4×2 como la de nuestra prueba, está muy contenido, apenas superando el de su antecesor.
El resultado es un Qashqai que, ahora sí, por comportamiento y confort no tiene nada que envidiar a sus rivales mejor dotados en este aspecto. Es probablemente lo que más me ha llamado la atención, su calidad de rodadura, lo bien que apoya para trazar cualquier tipo de curva, sin oscilaciones, sin rebotes ostensibles en los baches y sin que los cambios de carga parezcan importunarle. Y con la máxima capacidad de tracción, haciendo trabajar muy poco la electrónica, con un tren delantero que se abre con progresividad solo cuando sobrepasamos los límites lógicos al trazar la curva, transmitiendo mucha confianza. Para la suspensión posterior utiliza un sistema de barra de torsión que transmite unas sensaciones óptimas, sin necesidad del sistema multibrazo que se asocia a las variantes 4WD con llantas de 20 pulgadas. También acompaña la dirección, que ofrece un tacto muy mejorado y reacciona de manera rápida a las órdenes del volante. Y todo con un elevado confort de marcha a pesar de la suspensión deportiva que monta de serie el Tekna+ que, sin embargo, proporciona un tarado suficientemente suave. Y con un llamativo silencio de marcha, en un interior muy bien aislado.
Ponemos a prueba a la versión más potente
El Qashqai ofrece un funcionamiento dulce, un carácter sosegado sobre su nueva mecánica. Al ponerse en marcha desde el botón de arranque, no hay vibraciones y el motor se muestra silencioso, incluso al acelerar. Las opciones mecánicas son de momento muy limitadas, sobre el mismo bloque de 1,3 litros, con dos escalones de potencia (140 y 158 CV), ambas con hibridación ligera y etiqueta ECO. Nuestra unidad de pruebas era la versión más potente, con tracción delantera y cambio manual de seis velocidades. Como decíamos, un motor que, a pesar de la sobrealimentación, se muestra muy afable y muy progresivo. Y con una respuesta uniforme desde muy bajas revoluciones, sin desfallecer en su amplia gama utilizable de entrega de par, aunque para exprimir su capacidad pide echar mano del cambio. No ofrece una respuesta destacada al acelerar, llamando más la atención por su agrado de funcionamiento que por su carácter y la instantaneidad al acelerador, sobre un escalonamiento de las marchas bastante abierto. Todo con unas cifras muy bajas de consumo, por debajo de los 5 l/100 km en cruceros por debajo de los 100 km/h en carretera. Y también en ciudad, apoyándose en el sistema mild hybrid de que dispone, con un pequeño motor eléctrico alimentado por una batería de 12 voltios, que va unido al cigüeñal por una correa. Este hace de motor de arranque e imprime su apoyo al propulsor en aceleraciones, aportando 6 Nm durante un máximo de 20 segundos. Como es habitual en los motores actuales de gasolina, las tornas en el consumo varían cuando exigimos al motor y nos movemos en regímenes altos. Si bien la cifra media que nos ha dado (7,4 l/100 km) es correcta. El cambio manual rompe un poco la refinada atmósfera interior, con un guiado de palanca bien medido, pero en donde el ruido de la piñonería es perceptible (aunque no molesto) y al desacelerar se producen movimientos parásitos que se siente en el pomo, también sin gran importancia, pero que importunan el funcionamiento de un conjunto tan agradable, silencioso y equilibrado.
En un interior, que ha crecido ligeramente sobre la nueva plataforma, encontramos más espacio en las plazas traseras, con un confortable hueco para las rodillas de los pasajeros y mucha altura disponible a pesar del techo panorámico. Todo ello con un óptimo acceso gracias a la amplia apertura de las puertas. El habitáculo transmite una calidad muy superior a la generación anterior, con buenos materiales y ajustes sobre un diseño moderno y una disposición óptima de los mandos. Los plásticos duros, colocados en la parte inferior de las puertas, no están a la vista, incluyendo la consola central, que dispone de una guantera de gran capacidad que complementa la delantera, también amplia. La pantalla tiene gran resolución y ofrece mucha información sobre un completo menú, de fácil control pero resulta algo lenta en su manejo, con Android Auto y Apple CarPlay inalámbrico.
Los 504 litros del maletero son notables para la carrocería, disponiendo de doble altura, con sendas bandejas en el suelo cuyas tapas permiten compartimentar el espacio para asegurar el equipaje, contando con portón eléctrico.
Desde la terminación Acenta de entrada a la gama, el equipamiento que ofrece el Qashqai es muy completo, completísimo con este acabado Tekna+, el más alto. Ofrece una amplísima dotación en elementos de confort, conectividad y con un amplio abanico de asistentes y elementos de seguridad aglutinados sobre el paraguas tecnológico ProPILOT.
No hay duda, el Qashqai está preparado para defender su cetro. La nueva generación ha mejorado en todos los apartados para no agachar la vista ante ningún rival. Una mayor oferta mecánica ampliaría mucho sus opciones actuales.
LA CLAVE
Quiere y puede; el Nissan Qasqhai se ha rearmado a conciencia para ofrecer un producto redondo en 'su' segmento con las exigencias más actuales. Un motor eficiente y de agradable funcionamiento, aunque poco prestacional, un notable comportamiento, buena habitabilidad y con la tecnología más moderna.