Son 'parientes', pero sería erróneo referirse a ellos como 'hermanos', y mucho más hablar de 'gemelos'. Con buen criterio, Nissan y Renault han diferenciado con claridad los SUV del segmento que más ventas genera, y serán muchos los usuarios que no relacionen a Qashqai con Kadjar. Eso nos gusta, porque cada equipo de diseño tomó caminos distintos en el exterior y en el interior. Además, los que acusen al Qashqai de «estar muy visto» -es lo que tiene ser 'best seller' durante tanto tiempo- podrán acudir al Kadjar porque propone una 'cara' nueva.
Dejando la estética al margen -ahí no entraremos porque para eso están los gustos-, lo que tratábamos de averiguar con este ensayo comparativo es si interesa más uno que otro; o si, como finalmente hemos comprobado, estamos ante dos productos tan serios y con tantas cosas en común -plataforma, mecánica, tecnologías de seguridad…- que resulta complicado establecer un vencedor y un perdedor. Eso dice mucho en favor del recién llegado, pues supone que el Kadjar está a la altura del líder de ventas entre los C-SUV. Y el capítulo de precios no logra deshacer el empate, porque el Qashqai 'parece' más caro, pero se beneficia ahora de unos descuentos algo mayores y, sobre todo, viene muy bien dotado de serie. Pero a eso ya dedicaremos unas líneas más adelante.
Realizados sobre la misma base
Citábamos la plataforma, y por ahí empezaremos nuestro análisis. Nissan y Renault comparten la CMF C/D, usada también por la firma japonesa en el X-Trail, y por la marca francesa en el Talisman o los nuevos Espace y Mégane. Misma plataforma no significa misma distancia entre ejes, pero sí coinciden en dicha cota Qashqai y Kadjar: 2.646 milímetros.
Pese a ello, las carrocerías no tienen idéntico tamaño, y el Renault presenta medidas algo mayores: 72 milímetros más de largo, 30 extra de ancho y 23 más de alto. Puede que pase inadvertido desde fuera, pero ser un poco más grande aporta cierta ventaja al medir el interior. Y la principal radica en el maletero, pues si el Qashqai ofrece un volumen de 430 litros -baja a 401 al pedir la rueda de repuesto opcional-, el Kadjar homologa 472, también con el kit reparapinchazos que trae de serie. Los dos equipan respaldo posterior abatible por secciones 60:40, pero Renault va más allá porque su acabado Zen implica respaldo del acompañante delantero abatible, de forma que podremos transportar fácilmente objetos de más de 2,50 metros.
Lo que no equipa ninguno es banqueta posterior corredera, solución versátil que sí lleva por ejemplo el Volkswagen Tiguan -tanto el actual como el que viene-, y que curiosamente sí tiene Renault en el pequeño Captur.
Interior con medidas 'calcadas'
La superioridad del Kadjar en cuestión de maletero, que le adapta mejor a usos familiares y largos viajes, no se extiende, en cambio, al habitáculo, pues las cotas para los pasajeros son muy similiares: coinciden al milímetro en anchura y hueco para las piernas en la segunda fila, y en anchura delantera sólo saca un centímetro el Renault al Nissan. En altura al techo sí hay más ventaja del francés frente al japonés, pero conviene matizar, pues ya es correcta la cota al techo del Qashqai y, además, nuestra unidad de pruebas equipaba el techo panorámico opcional, que resta algún centímetro. En los dos, de hecho, tres adultos podrán acoplarse en la segunda fila, ayudados por un túnel central que sobresale poco.
Si seguimos recorriendo el habitáculo debemos hablar de diseño, porque cualquier parecido entre uno y otro es pura coincidencia. Renault opta por un toque más vanguardista, con instrumentación digital configurable y una pantalla central que aglutina buena parte de las funciones, mientras que Nissan se inclina por un aspecto más clásico, con una instrumentación analógica reforzada por un display, y una pantalla en la consola a la que acudiremos menos veces porque mantiene más botones ?de verdad? en su entorno. ¿Qué solución es mejor? Va en gustos, y ni siquiera en la redacción había unanimidad, pero a un servidor le va más 'lo clásico', pues el uso frecuente de pantallas táctiles al volante distrae más de la conducción. Al menos a mí, insisto.
En funcionalidad lo bordan
Nos gusta mucho que los dos mimen el capítulo de la funcionalidad, pues abundan los espacios donde colocar cosas, y eso aumenta el confort de uso, ya elevado en ambos por sus asientos -sujetan algo más las butacas delanteras del Kadjar-, la sonoridad ?también está algo mejor aislado el SUV de Renault, en el que sólo desentona cierto ruido aerodinámico a alta velocidad? o el filtrado de la amortiguación.
Y se agradece el esfuerzo de ambas marcas en lo referente al acabado, donde Nissan y Renault protagonizan progresos. El primer Qashqai, por ejemplo, pecaba de una cierta austeridad en cuestión de materiales, pero esta segunda entrega -que en breve recibirá diversas mejoras en chasis y carrocería- se muestra más sólida, presenta mayor proporción de plásticos mullidos y aporta cierto refinamiento. Ocurre algo parecido en el Kadjar, cuya terminación general es correcta, y logra transmitir más sensación de calidad y robustez que la percibida en un Captur o un Scénic.
Pero que haya progresos no significa que todo sea perfecto, y ahí podemos realizar algunas críticas, comunes para ambos. Los mandos de elevalunas y retrovisores -Nissan y Renault usan los mismos botones- son difíciles de localizar a oscuras, ninguno tiene aireadores traseros regulables -en su lugar llevan un hueco sin tapa de utilidad discutible- y sus respectivas guanteras principales carecen de cerradura, aunque la del Qashqai, al menos, tiene luz. Y Renault debería mejorar el reglaje de altura del asiento del conductor, pues su palanca tiene un tacto aparentemente frágil.
Sobresalientes en equipamiento
Si pasamos al asunto del equipamiento, la calificación de ambos se dispara, sobre todo en estos niveles superiores Tekna y Zen; aunque la política comercial de Nissan y Renault no coincide: si la firma japonesa opta por una dotación de serie impresionante y muy pocas opciones, la francesa incluye de serie un equipo ya muy completo, que cada cliente pueda reforzar a voluntad mediante diversos paquetes.
Lo mejor es echar un vistazo al listado de equipamiento de la página 28, aunque lo podemos resumir así: el Qashqai dCi 130 Tekna cuesta 2.300 euros más que el Kadjar dCi 130 Zen, pero disfruta ahora de un descuento 1.000 euros mayor que reduce la diferencia de precio a 1.300 euros. Sin embargo, si el cliente quiere poner la dotación del Renault al nivel de lo que monta el Nissan deberá invertir unos 3.300 euros en opciones. ¿Resultado? A igualdad de equipamiento, el Qashqai sale 2.000 euros más 'arregladito'. Muchos pensarán que el Qashqai Tekna trae cosas prescindibles, pero para esos están los tres niveles de acabado inferiores, y en cada uno de ellos hay opciones para personalizar nuestro coche. En fin, que conviene estudiar bien lo que necesitamos 'de verdad' y por cuánto nos sale en cada modelo; pero parece justo alabar a los dos fabricantes por facilitar el acceso a tecnologías de confort, seguridad o infoentretenimiento reservadas hasta hace poco a carísimos productos ?premium?.
En dinámica, muchas similitudes
Nos ponemos en marcha para buscar diferencias y similitudes en materia dinámica. Bajo el capó, el mismo motor, un moderno diésel de 1,6 litros con 130 CV y 32,7 mkg a sólo 1.750 rpm que siempre hemos elogiado por su rendimiento. Pero como aquí tiene que mover carrocerías altas y no especialmente aerodinámicas, y pesos en torno a la tonelada y media -conductor incluido-, no hay que esperar un brío espectacular. De hecho, las prestaciones nos han defraudado un poco en ambos, sobre todo al acelerar con fuerza desde parado -en la arrancada inicial echan de menos la buena tracción de las versiones 4×4- o al afrontar adelantamientos en marchas largas, maniobra en la que el Qashqai se defiende ligeramente mejor y ambos acusan la falta de 'pegada' del motor por debajo de las 1.600 vueltas.
En consumo también hay igualdad. Renault homologa 4,3 l/100 km, y 4,6 Nissan -4,4 en las versiones con neumático más estrecho, como el equipado de serie por su rival-, y en la práctica al Kadjar le hemos medido 6,3 litros -durante el test no usamos su modo Eco, que ahorra algo pero ralentiza las reacciones-, por los 6,4 del Qashqai. Una décima de litro no va a ninguna parte, pero ahí está. En cualquier caso, sobresaliente para ambos, pues en vehículos SUV de esta potencia y parecido tamaño ninguno de sus oponentes es tan ahorrador.
Y muy nobles en marcha
En lo que se refiere al comportamiento, se trata claramente de modelos enfocados al uso familiar que priorizan el confort, la nobleza de reacciones y el agrado de uso sobre otros factores, como la deportividad o la eficacia pura. De ahí que encontremos direcciones algo lentas -con 3,2 vueltas entre topes hay que manotear bastante en tramos de montaña o al callejear en ciudad-, suspensiones suaves -el Qashqai balanceaba más porque sus anchos neumáticos le procuraban más agarre- y una tendencia evidente a tirar de morro si buscamos el límite de adherencia en curvas cerradas, sobre todo con los 215/60 R17 del Renault, que muestran más 'deriva' en fuertes apoyos por su gran perfil. Y en cuestión de frenos, ninguno brilla, pero las distancias son más cortas con los 225/45 R19 del Qashqai. El Kadjar necesita más metros para detenerse, y ahí tenemos un buen argumento para pedir el Pack Look Premium, que implica llantas de 19 pulgadas.
Por el contrario, si pensamos salir del asfalto con cierta frecuencia, las gomas de serie del Kadjar -idénticas a las que trae el nivel Acenta del Qashqai- van mejor porque filtran muy bien y protegen más la llanta de posibles golpes. Hay que recordar que las versiones probadas tienen sólo tracción delantera, y que la nieve o el barro no va con ellos, pero para moverse por buenos caminos de firme sólido cumplen perfectamente, sobre todo el Renault, que tiene dos centímetros más de altura libre al suelo que el Qashqai.