Corría el año 1984 cuando Opel lanzaba los Kadett GSi y Manta GSi, con un motor 1.8 y 115 CV. Con estos deportivos nacía una legendaria denominación que ahora, 34 años más tarde, la firma germana desempolva para bautizar a este Insignia desarrollado por su departamento Opel Performance Cars.
Cuatro son las versiones GSi disponibles, pues se ofrece con carrocería berlina Grand Sport y familiar Sports Tourer -esta última cuesta 1.200 euros más-, y con el motor 2.0 Turbo de gasolina de 260 CV o este 2.0 BiTurbo Diésel, que hemos elegido para nuestra prueba por el compromiso que anuncia entre prestaciones y consumos. Y es que el de gasolina homologa de media 8,6 l/100 km; que no es poco.
Sobre el papel, se leen 210 CV de potencia, 49,0 mkg de par, 233 km/h de velocidad punta, 7,9 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h… No está nada mal, ¿verdad?
Si esto ya te anima, te propongo que primero te relajes en unos asientos que se adaptan al cuerpo como un guante. Desarrollados por Opel, tienen todo tipo de regulaciones, y por 2.495 euros pueden tapizarse en cuero, sumar ventilación interna, función masaje… Por si fuera poco, cada uno pesa 28 kilos, sólo dos más que los extremistas Recaro usados en el Corsa OPC. Es sólo una pincelada en cuanto al ahorro de peso conseguido en esta segunda generación del Insignia, que además presume de espacio, calidad de acabado…
Suave y agradable
El 2.0 BiTurbo Diésel se muestra suave y agradable; aunque, por contra, suena a diésel. Opel sólo lo combina con un cambio automático de 8 marchas, que tiene levas en el volante y que hace que no eches en falta el pedal de embrague. Sobre todo en ciudad y con atascos.
A medida que ganas velocidad se nota la contundencia de este motor, que tiene dos turbos en serie -uno más pequeño que actúa a bajo régimen y otro más grande para llenar cada centímetro cúbico de sus cilindros-. Responde con ganas, pero si por un casual le pillas 'bajo de defensas', su cambio quitará una, dos o tres marchas para poner solución.
Nuestra unidad de prueba contaba con llantas de 20 pulgadas y gomas 245/35, pero cuando eliges el modo Tour -el chasis FlexRide es de serie, y al activar sus modos también cambia la gestión del cambio, el tacto del acelerador…- se convierte en una alfombra mágica que te aísla del asfalto y se convierte en un viajero infatigable. Y si empiezan a pesarnos los kilómetros, ya sabes: activa el masaje del asiento.
Eso sí, no es ningún mechero, porque circulando por autovía acaricia los 8,0 l/100 km de media, y los 62 litros de su depósito no dan para mucho. Así que, imagínate la versión de gasolina. Pero este Opel Insignia GSi Grand Sport es mucho más que un devorador de kilómetros en línea recta. Es una berlina que permite a su conductor disfrutar al volante como cuando lo hacíamos hace tres décadas con un Kadett GSi.
Para acentuar su dinamismo, el chasis ha sido puesto a punto en el mismísimo 'Infierno Verde', el mítico trazado antiguo de Nürburgring. Además, Brembo ha desarrollado su equipo de frenos delantero con discos de 345 milímetros y pinzas de cuatro pistones -en 52 metros pasa de 120 km/h a cero-, su carrocería va 10 milímetros más próxima al asfalto y, para más inri, tiene tracción a las cuatro ruedas con un sofisticado sistema que permite repartir la potencia que llega a cada una de forma individual.
Pero a partir de ahora, déjate de masajes, aprieta los laterales del asiento y activa el modo Sport -para los GSi, incluso se ha creado un programa llamado Competition-, y empieza a disfrutar. Son 1.772 kilos que se disimulan a la perfección, pues su carrocería vira muy estable, incluso en las curvas más cerradas. En este escenario te ayudas de una dirección sensacional, porque tiene sólo 2,2 vueltas entre topes y con un sólo gesto permite meter el morro del coche con facilidad. Aunque, eso sí, al pesar 82 kilos más que el GSi de gasolina se vuelve algo subvirador si antes no exprimimos sus Brembo. No parece que mida casi cinco metros de largo ni dos de ancho, y cada vez disfrutas más… Pero, como decíamos, suena a diésel, y el sonido artificial de sus altavoces le hace un flaco favor.
La vectorización del par es un punto a su favor. O dos. Y es que trabaja a las mil maravillas, otorgando a su zaga ese protagonismo que no tendría si fuera un coche de tracción delantera. Además de garantizar mayor seguridad en invierno o con lluvia.
¿Que me gustaría que tuviera más protagonismo su zaga? Claro, no te voy a engañar; y también querría un poco más de chispa en su motor. Porque aunque las sensaciones son buenas, su chasis está muy por encima de su corazón. Más cuando analizas las prestaciones reales.
Opel debería haberlo equipado con Launch Control, sistema extendido en vehículos de este corte. Con ello ayudaría a rebajar la aceleración, pues se conforma con 9,1 segundos al pasar de 0 a 100 km/h, y sale del kilómetro lanzado a 174 km/h. Es cierto que no transmite sensación de 'lentitud', y adelantar ágilmente sólo requiere hundir el acelerador y poco más, pero es cierto que de 80 a 120 km/h tarda 6,0 segundos. Y ahora mira -página 23- cuánto necesita un Polo GTI.
Ese es uno de los pocos peros que tiene el Opel Insignia GSi, un deportivo para usar en familia y que goza de un suculento descuento que deja la factura final en 40.204 euros.
LA CLAVE
Es de esos coches que con 300 ó 400 CV sería ideal, pues el chasis creado por Opel brilla a un gran nivel. Aunque para los límites legales, con 210 CV ya va bien. Además, el cambio aguanta el tipo y la tracción total es un punto a su favor, más con vectorización del par. Amplio, bien equipado… Nada que temer a los premium.