El Ineos Grenadier Quartermaster es la variante pick up del Grenadier. Está disponible en versión de doble cabina con caja de carga convencional, pero también se comercializará como chasis-cabina, sin la caja trasera, para que los carroceros conviertan el Grenadier Quartermaster en lo que se tercie, ya sea un coche de bomberos capaz de acceder a lugares inhóspitos, una ambulancia rural o una pequeña casa sobre ruedas pensada para llegar a los lugares más recónditos.
Así que el punto de partida es el ya conocido Ineos Grenadier con carrocería familiar o station wagon, chasis de largueros, dos ejes rígidos y vocación de todoterreno extremo, con la principal diferencia de su batalla alargada nada menos que 12’’ (30,5 cm). Con ello, mientras que la distancia entre ejes pasa de 2,92 metros a 3,23, la longitud de la carrocería crece desde los 4,90 metros hasta los 5,44 metros.
Dos motores y dos acabados para el Grenadier Quartermaster
Al igual que ocurre con el Ineos Grenadier “normal”, el Grenadier Quartermaster puede elegirse en versiones gasolina o diésel, con motores BMW de tres litros y seis cilindros sobrealimentados por turbocompresor. Si tenemos en cuenta factores como el coste de explotación o la autonomía, el diésel es la opción más lógica, con un rendimiento de 249 CV, una curva de par máximo plana de 550 Nm disponibles entre 1.250 y 3.000 r.p.m. y un consumo homologado de 11,2 litros cada 100 km.
A pesar de que su peso en orden de marcha supera las 2,8 toneladas, el Grenadier Quartermaster diésel acelera de cero a 100 km/h en 9,8 segundos; una cifra brillante para un vehículo que sobrepasa los 11 kilos por caballo. En cuanto a la velocidad máxima, con buen criterio ha sido limitada a 160 km/h.
Por su parte, la variante de gasolina se conforma con 450 Nm, pero desarrolla 286 CV y es unos 70 kilos más ligera, lo que hace que sus prestaciones sean superiores. A cambio, el consumo de combustible se incrementa en 3,2 litros cada 100 km, lo que supone aumentar el coste de explotación en alrededor de medio euro cada 100 km.
Y, puestos a elegir, no sólo deberemos decidir si queremos gasolina o gasóleo. También tenemos que elegir acabado. Hay tres alternativas: el acabado básico o las terminaciones Fieldmaster y Trailmaster. El Fieldmaster cuenta con un equipamiento más orientado al lujo y el confort, mientras el Trailmaster está pensado para los usuarios que quieran sacarle el mayor rendimiento posible en campo a su Grenadier Quartermaster. El precio es idéntico tanto para la versión diésel como para la de gasolina: 73.943 euros para el acabado básico y 83.343 euros en el caso de los Fieldmaster y Trailmaster. Adicionalmente, el equipamiento puede ampliarse con elementos opcionales que harán que un Grenadier Quartermaster equipado a capricho pueda superar los 95.000 euros.
A los mandos del Ineos Grenadier Quartermaster
Nos ponemos, así, al volante del Grenadier Quartermaster y, más concretamente, de una versión diésel con acabado Trailmaster. Nuestra ruta se desarrolla exclusivamente por carreteras secundarias de la región de La Toscana (Italia), atravesando innumerables valles tapizados de viñas en espaldera. Y, por supuesto, tendremos también la oportunidad de conducir por pistas de montaña de un nivel de dificultad medio: asequibles para cualquier todoterreno con reductora y para los SUVs más capaces, pero lejos de los límites de este soberbio todoterreno.
Lo primero que nos llama la atención es que hay que acompañar el movimiento de las puertas hasta el final para que se cierren, al igual que ocurre con los Land Rover Defender clásicos, el Jeep Wrangler o el Mercedes Clase G. Esto, unido a la “escalada” que hay que llevar a cabo para encaramarse al asiento, ya te pone en situación.
Al volante, nos sorprende encontrar innumerables mandos físicos, que no táctiles; nos sorprende y nos ilusiona. Al principio puede resultar sobrecogedor, pero una vez que sabes qué hace cada uno de ellos y dónde se encuentran, te das cuenta de lo práctico que es un puesto de mandos en el que no necesitas tocar la pantalla táctil o navegar entre interminables menús para utilizar el vehículo con normalidad.
Una vez en marcha, durante los primeros kilómetros tendremos que acostumbrarnos al tacto de una dirección muy asistida y lenta, con amplio radio de giro y sin capacidad de autocentrado, lo que hace que en las curvas enlazadas pueda acumulársenos el trabajo. También tenemos que ser conscientes de que hay cierta latencia desde que aceleramos hasta que el vehículo comienza a moverse, especialmente al salir desde parado; por ejemplo, en una intersección.
Una vez habituados, descubriremos un vehículo de suspensiones más firmes de lo habitual en un todoterreno, con una carrocería que se inclina poco, unos frenos de muy buen mordiente (firmados por Brembo y con generosos discos traseros, algo poco habitual en un pick up), un motor generoso y un eficaz cambio de marchas automático. A lo largo del día, los kilómetros irán pasando sin hacer mella en forma de cansancio o aburrimiento, y sólo cuando tengamos que maniobrar en lugares angostos o al cruzarnos con tráfico en carreteras estrechas seremos conscientes de los peajes a pagar por conducir un pick up “grandote” como este Ineos Grenadier Quartermaster.
Llegados a la zona off-road, no hay sorpresas. Calzado con unas opcionales BFGoodrich All-Terrain T/A, el pick up de Ineos se siente como pez en el agua cuando aparece el barro o si nos enfrentamos a subidas con una fuerte pendiente y suelo irregular “roto” por correntías pluviales. La tracción total permanente es más que suficiente para la inmensa mayoría de escenarios, pero ocasionalmente recurriremos a la reductora y al bloqueo del diferencial central para pasar con mayor soltura por las zonas más desafiantes.
Hay que aclarar que el manejo de la caja tránsfer (desarrollada y fabricada por Tremec) resulta un tanto rudo y requiere acostumbrarse a mover ligeramente el vehículo para que la reductora se engrane y para que el bloqueo se conecte. A cambio, prescindir del servomotor eléctrico que haría el acoplamiento si no hubiera una palanca física aporta un extra potencial de fiabilidad.
La firmeza de los muelles del Grenadier Quartermaster es compatible con una buena articulación de los dos ejes rígidos y permite que las cuatro ruedas se mantengan en contacto con el suelo casi constantemente, a pesar de la enorme distancia que separa los ejes, pero al mismo tiempo impone un ritmo tranquilo en los caminos, ya que las irregularidades del piso se trasladan con claridad al habitáculo.
Hay también bloqueos en los diferenciales trasero y delantero, así como un control de descenso de pendientes. Lo conectamos todo en momentos puntuales para “cacharrear” con los mandos, pero realmente no llegamos a necesitarlos.
Acabada la jornada, nos queda claro que estamos ante un buen y, sobre todo, muy robusto todoterreno. Quizá sus dimensiones y su enorme masa no le permitan ser el más trialero o el vehículo ideal para enfrentarse a un cordón de dunas de finísima arena, pero se nos ocurren pocas opciones mejores para llegar, con las máximas garantías, al rincón más remoto del planeta transportando lo que queramos en su caja de carga.